Día Mundial sobre la Concienciación del Autismo, en Canarias

Sol Fortea

Desde hace años, el concepto de “autismo” está siendo sustituido por el de “espectro autista” (TEA) porque éste permite explicar y describir la gran heterogeneidad de síntomas conductuales que muestra la población con autismo.

Esta variedad de síntomas dificulta la labor diagnóstica, proceso complejo y que requiere de gran experiencia clínica y buen manejo de instrumentos específicos. A pesar de ello, hoy en día contamos con un conocimiento amplio de los TEA a todos los niveles: biológico, psicológico y conductual. Estamos en condiciones de afirmar que el autismo es un trastorno del neurodesarrollo, permanente y que se manifiesta en el período de desarrollo temprano, tradicionalmente en los tres primeros años de vida. Si bien es cierto que los síntomas pueden no manifestarse plenamente hasta que las demandas del entorno superan las capacidades de la persona. La sintomatología hace referencia a déficits en la comunicación e interacción sociales (por ejemplo, dificultades para compartir intereses, afecto, alteración en la mirada comunicativa, dificultad para desarrollar, ausencia aparente de interés por la gente...) y a conductas, actividades e intereses repetitivos y restringidos (por ejemplo, movimientos estereotipados, malestar ante pequeños cambios, preocupaciones excesivas por elementos no relevantes, hipo o hiper reactividad sensorial....).

Las últimas tendencias en investigación van encaminadas a detectar el autismo en los primeros 12 meses de vida, aislando síntomas que correlacionen con el diagnóstico posterior de TEA. A medida que mejoran los métodos de diagnóstico y examen, más y más niños serán derivados para su evaluación y tratamiento en sus primeros años de vida, ofreciendo así la posibilidad de mejorar sustancialmente la evolución de la enfermedad.

Recientemente, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha publicado dos estudio epidemiológicos de Canarias. El primero de ellos, realizado con familias afectadas de las dos provincias, concluye que la mayoría de los padres de niños con TEA son conscientes de alteraciones en el desarrollo de sus hijos alrededor de los 18 meses, antes en algunos casos, lo que nos indica que efectivamente hay manifestaciones tempranas.

Este dato debería tenerse presente para la detección e iniciación de la intervención adecuada cuanto antes. En ese mismo estudio, se confirmó la tendencia en Canarias a disminuir el tiempo de respuesta de los profesionales de la sanidad para esa detección.

Un segundo estudio, realizado en la provincia de Las Palmas, tenía como objetivo hacer una primera estimación de la prevalencia de los TEA en la población infantil de la provincia. Los resultados mostraron una prevalencia de TEA, en niños pequeños, del 0,61%, similar a la obtenida en estudios anteriores con el mismo instrumento. Uno de los grandes logros ha sido concienciar a los profesionales de pediatría de la importancia que tiene la detección temprana del autismo sobre un pronóstico positivo. En estos momentos, existe un grupo de investigación sobre los TEA en la Universidad de Las Palmas realizando las primeras investigaciones con reconocimiento científico nacional e internacional que cuenta con un programa de detección temprana (con la colaboración de profesionales de la pediatría y de la educación) y un proyecto viable de diagnóstico para todos, a la espera de que las administraciones públicas con competencias en el ámbito sociosanitario presten su apoyo.

Dra. Sol Fortea Sevilla. Profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Departamento de Psicología y Sociología.

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