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OPINIÓN | 'El Gobierno y el Real Madrid', por Antón Losada
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Dudas inevitables

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Pintan bastos para el futuro del socialismo español. Para la izquierda en general. Y para el partido (PSOE) sobre el que se ha vertebrado la democracia constitucional de nuestro país en particular. Situación límite. Ferraz, en tensión permanente, titulaba algún medio, como obviamente se podrá colegir. Las denuncias de acoso que afectan a cargos socialistas reavivan el debate sobre la gestión interna del PSOE, generan malestar en sus filas y alimentan las críticas de la oposición y de sus socios parlamentarios. Los elementos de defensa, en la retaguardia, cada vez son más escasos y débiles. Cunde la desmoralización y lo peor se barrunta: ¿quién o quiénes se quedan para apagar la luz de las sedes y de las casas del pueblo, o lo que es igual, quién o quiénes conservarán los mínimos de credibilidad y acción para la recomposición?  

Cierto que los socialistas atraviesan semanas de tensión tras la residencia judicial de ciertos hechos relacionados con la gestión de los recursos públicos y las denuncias de acoso sexual que afectan a varios de sus cargos territoriales, lo que ha restado espacio y atención a la reciente condena al ex fiscal general del Estado Álvaro García Ortiz. El derechío ya se cobró la pieza, que es lo que importa, y ya se entretendrán otros con las interpretaciones y las lagunas de la sentencia. Que haberlas, haylas, según numerosas lecturas. Pero, en general, es como si estuviera cumpliendo aquella máxima de Josip Broz Tito: “Resistir”.

Pero no basta con eso. No basta con alardear de repugnancia ante algunas evidencias. Un partido que empieza a abonar el precio del cesarismo -del que hemos escrito en otras ocasiones-, con un funcionamiento errático de sus órganos y que se ve desbordado sin estrategia ni discurso y sin adoptar decisiones en cuestiones básicas relacionadas con su ideario, cabe exigirle algo más que resistir, a sabiendas de que ésta es una tarea titánica. Pero de gigantes es también la labor ingente e incierta que se avecina cuando el trumpismo y los satélites, alineados más o menos, van imponiendo el autoritarismo, los aranceles, la Inteligencia Artificial y otros métodos que tiñen de incertidumbre el futuro.

Es normal entonces que la tensión también se deje sentir dentro del propio partido. La portavoz adjunta del PSOE en el Parlamento andaluz, Ángeles Férriz, expresó públicamente su hartazgo ante los episodios de acoso, que calificó como incompatibles con la trayectoria del PSOE en materia de derechos de las mujeres. Férriz insistió en que no se puede permitir que “cuatro sinvergüenzas” dañen el trabajo de la militancia y pidió llegar “hasta el final” en cada caso. Y si el flanco feminista está resultando bastante mermado, los incumplimientos y la dejación están produciendo mucho daño… y mucho ruido. Los socialistas ya saben que, en esta materia y en algunas otras, no podrán dar lecciones, pese a que parecían bien pertrechados y siempre pueden surgir episodios en los que reconducir y actuar con más ejemplaridad, aunque no se valore tanto, acaso porque falta vertiente pedagógica. Pero ahora mismo, se las reprobarían.

Sobre todo, con ciertos tratamientos mediáticos que no perdonan ni los estornudos ni van a otorgar cuartelillo de los de antes. Pero ese, aparte de batalla perdida porque la pela es la pela y las ideologías conservadoras se imponen, es otro flanco para el que se requiere cierta destreza que también será una exigencia en la pretendida recomposición. Lo dicho: ¿habrá estrategia, capacidad de acción y recursos humanos para afrontar esa tareas nada fáciles, en circunstancias muy adversas? 

Dudas inevitables en la que es una crisis de fin de ciclo.

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