El Cabildo grancanario se fijó en Amurga desde 2005, cuando se propuso su declaración como parque nacional

Vista general de Amurga.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

“En las jornadas forestales de 2005, un doctor en Biología hizo un análisis sobre la excelencia de la finca de Amurga por su capacidad para la reforestación. Siempre hemos tenido interés en esta finca”. Así fundamentaba Fernando Arencibia, jefe de Servicio Técnico de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, el interés ambiental que despierta para la Corporación Insular el Macizo de Amurga, donde se ubican las fincas compradas a varios propietarios, entre los que se encuentran familiares del presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez.

Arencibia recordaba una propuesta elaborada por el doctor en Biología Francisco Javier Sosa Saavedra quien en 2005 participó en las XII Jornadas Forestales de Gran Canaria con una ponencia en la que defendía la posibilidad de que el Macizo de Amurga, junto al Barranco de Tirajana y al monumento natural Roque Aguayro, fuese declarado como el primer parque nacional de la Isla bajo la denominación Parque Nacional Las Tirajanas, sumándose al de Timanfaya (Lanzarote), Garajonay (La Gomera), Teide (Tenerife) y La Caldera de Taburiente (La Palma).

“En ese entonces trabajada para la Comunidad Autónoma y, en mi tiempo libre, durante dos o tres años aproximadamente, investigué sobre Amurga, recorriendo el terreno cuando podía. Observé que podía reunir las características necesarias para ser declarado Parque Nacional. Le comenté a técnicos del Cabildo de Gran Canaria que había elaborando una memoria de cuantas especies hay, de los valores geológicos, patrimoniales... Y propuse presentar una ponencia sobre este tema” rememora Javier Sosa, quien actualmente trabaja como técnico en el área de Medio Ambiente de la Corporación Insular.

Durante un mes adecuó toda la documentación que atesoraba tras años de investigación para su ponencia en 2005. Pero “fue olvidado hasta ahora, que hay una cierta polémica en la que parece que se ponen en duda los valores del Macizo de Amurga, algo que me sorprende inmensamente, porque es como dudar de la valía de un lingote de oro”, afirma Javier Sosa.

Pero el jefe de Servicio Técnico de Medio Ambiente de la Corporación Insular no ha sido el único que ha hecho referencia al trabajo del doctor en Biología. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, ha defendido que es preciso tener en cuenta la propuesta de “don Javier Sosa Saavedra” y “avanzar” para que el Parlamento de Canarias lo declare Parque Natural, como así recoge la revisión del Plan Insular de Ordenación (PIO), en la misma línea que Tamadaba o Pilancones.

Sin embargo, Javier Sosa advierte de que “ya no tiene mucho sentido” declarar como parque nacional un área reconocida como Zona Especial de Conservación (ZEC) incluida en la Red Natura 2000 de la Unión Europea, pues “no cambiaría mucho, a excepción del uso y disfrute público, porque la figura de Parque Nacional es recreativa, de contacto con la naturaleza”. También considera que su propuesta “requiere de revisión; las circunstancias de 2005 pueden haber cambiado y ahora quizá se pueden hacer mas o menos cosas. El medio natural debe ser evaluado siempre en el tiempo presente”.

Un área de “singular riqueza natural”

La propuesta de Javier Sosa, que abarca una superficie de 8.600 hectáreas, suma la “singular riqueza natural” del Macizo de Amurga (5.500 hectáreas), “la mayor concentración de palmerales” en Gran Canaria ubicado en el Barranco de Tirajana -“con poblaciones catalogadas como selectas por su pureza genética y por su mayor producción de támaras respecto a la media insular”- y el monumento natural de Roque Aguayro. Así, durante más de 90 páginas, esboza por qué la Isla debería tener su primer parque nacional en esta región ubicada en el sur, tras los intentos frustrados de Pilancones y la zona del Roque Nublo.

1. Geología. En el documento, el biólogo refleja que el Macizo de Amurga tiene una antigüedad de 12 millones de años cuyo suelo permanece prácticamente intacto desde que la Isla emergiera del océano por factores volcánicos, pues no ha sido taponado ni sepultado después de erupciones, como sí ha ocurrido con la superficie de, por ejemplo, la zona del Roque Nublo. Esto suma para hacer de este área un parque nacional, pues no existe ninguna representación similar en la Red de Parques Nacionales.

2. Flora. Este es el aspecto más importante y en el que Javier Sosa hace mayor hincapié. Según su investigación, el área “posee 34 especies vegetales endémicas de Gran Canaria, es decir, un tercio de todas las especies de flora endémica de la Isla”, lo que lo equipararía a otros parques nacionales como el del Teide o Garajonay. “En total, alberga 42 especies endémicas canarias y una más endémica macaronésica”.

De estas especies, Sosa destaca el dracaena tamaranae, un drago exclusivo de Gran Canaria que forma parte de la geología más antigua de la Isla. Con mayor amplitud se encuentran representados los cardones y las tabaibas con “magníficos ejemplares”. Además, al sumar el barranco de Tirajana, se añade la presencia de palmerales “muy bien conservados”. Por otro lado, también refleja que el área resulta “idóneo para desarrollar programas de investigación que impliquen rescate genético, reintroducción, fomento, conservación e investigación en torno a cinco especies vegetales: cedro canario, sabina canaria, drago de Gran Canaria, mocán y tomatero salvaje”.

Así, divide por zonas para proponer qué especies son a su juicio las más adecuadas para cada área: en la cima de Amurga (superior a los 900 metros por encima del nivel del mar) considera que el cedro canario (40%), pino canario (40%) y sabina (20%) son las especies ideales; en las medianías (entre 900 y 500 metros), sabina (50%), acebuche (20%), drago (20%) y almácigo (10%); en la zona baja (entre los 500 y los 200 metros), sabina (40%), almácigo (20%), drago (15%) y acebuche (25%). Y en los barrancos -que incluye en este apartado hasta ocho cuencas como El Toro o Tarajalillo- prima los sauces y las palmeras.

3. Fauna. Javier Sosa identifica hasta 25 especies de “ornitofauna”, de las que “24 son subespecies endémicas de Canarias”, como el eslizón y el lagarto, esta última “la mayor especie viviente del grupo de los lacértidos en el mundo”. También incluye otras especies como el cuervo, ratonero, cernícalo, halcón de berbería, perdiz roja, alcaraván o paloma bravía. Y destaca otras como el guinche y el guirre, “de los que se conoce su existencia en la zona por descripciones históricas y de toponimia local”, por lo tanto, considera este área un lugar “idóneo para desarrollar programas de investigación que impliquen rescate genético, reintroducción, fomento, conservación e investigación” del guincho, el guirre y también la hubara canaria.También estima la posibilidad de introducir al pinzón azul, “si se contemplara una cierta densidad del pino canario en aquellos enclaves adversos para otras especies arbóreas”. Pero recomienda posponer este tipo de actuaciones “hasta la necesaria recuperación de las formaciones boscosas”, exceptuando los programas dirigidos al guirre, al guincho o la hubara, “porque estas aves no requieren de formaciones boscosas para su establecimiento e incluso nidificación”.

4. Clima y paisaje. Otro aspecto que destaca la propuesta es el clima “cálido y seco”, representativo de la vertiente sureste de toda Canarias, pero “apenas reflejado en los Parques Nacionales que existen actualmente”. Según ha afirmado Javier Sosa, las “vistas desde la cima del Macizo de Amurga son maravillosas” y, desde el parque nacional, es posible divisar el parque protegido de Fataga, el paisaje de palmerales, las fortalezas o el monumento natural de Roque Aguayro.

Además, destaca el “elevado número de enclaves de interés arqueológico, como la necrópolis de Arteara, situada en el paisaje protegido de Fataga. La salida del sol en el Equinoccio de Primavera por una determinada degollada del macizo ilumina en primer lugar el túmulo principal de este yacimiento”. E incluye los enclaves “post-hispánicos” que han formado parte de los usos y costumbre agrícolas o ganaderas.

Esto alumbra la posibilidad de abrir rutas para visitantes desde las poblaciones existentes en el perímetro exterior, o los caminos que se han usado tradicionalmente para extraer madera o pastorear el ganado. Por otro lado, añade la importante de incluir dos instalaciones específicas: “Un vivero general para el estudio, investigación y reproducción de las especies animales y vegetales menos amenazadas; otra para aquellas en una situación de amenaza más grave”. Incluso contempla la posibilidad de “alguna zona de acampada reducida”.

La finca comprada por el Cabildo: “Es el mejor terreno porque es el de mayor altitud”

Javier Sosa cree que su investigación cobra vigencia en la actualidad porque “ha saltado a la palestra la compra de los terrenos” en Amurga por parte del Cabildo de Gran Canaria y, antes de su trabajo, existía poca documentación científica del área. A pesar de que Marco Aurelio Pérez, alcalde de San Bartolomé de Tirajana (donde se ubican parte de las fincas adquiridas por la Corporación Insular) ha llegado a afirmar que ese área tiene poco valor, el actual técnico del Servicio de Medio Ambiente de la administración defiende que “es el mejor terreno porque se trata de la finca de mayor altitud, situada en la cima de Amurga”.

“Es la zona de mejor pluviometría, porque todavía llega algo del alisio del norte y choca contra esos riscos de mayor altitud, por lo que son zonas muy aptas, porque además las temperaturas no son tan extremas como en las zonas más bajas”, relata Sosa, quien considera que esa zona es idónea para plantar “un bosque de cedros, que es lo que existía en el pasado” y, al mismo tiempo, “mejorar el pinar” o añadir “sabinas y dragos canarios”. En suma, “cumple todos los requisitos para una mejora ambiental”.

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