La portada de mañana
Acceder
Feijóo se alinea con la ultra Meloni y su discurso de la inmigración como problema
Israel anuncia una “nueva fase” de la guerra en Líbano y crece el temor a una escalada
Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

Santiago Pérez, 36; Fernando Clavijo, 19

La diputada Rosa Dávila junto al presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos

Carlos Sosa

1

Toda la batería de infundios y maniobras mediáticas y judiciales desplegadas por Coalición Canaria para impedir que Santiago Pérez fuera designado este miércoles senador por la Comunidad Autónoma de Canarias se estrellaron contra los 36 votos del pacto que sustenta al Gobierno regional. No hacían falta todos ellos, pero en una demostración de que las fisuras también parecen formar parte del argumentario del viejo régimen, a los del PSOE se sumaron los votos de Nueva Canarias, de Unidas Podemos y de la Agrupación Socialista Gomera.

La tradición para este tipo de designaciones parlamentarias marca que los aspirantes a esas plazas de senadores solo reciban los votos de las formaciones políticas que los proponen. Así pasó al principio de esta legislatura con Pedro Ramos (PSOE), Asier Antona (PP) y Fernando Clavijo (CC), que recibieron respectivamente los votos propios para ser senadores: 25, 12 y 19, respectivamente.

Pero ha sido tal el encabronamiento de Coalición Canaria para tratar de evitar, o al menos emborronar, la designación de Santiago Pérez, que en una reunión previa de la Mesa del Parlamento sus representantes llegaron a plantear un cambio en esa fórmula de designación. 

El intento quedó en nada, pero las fuerzas políticas del pacto progresista que gobierna canarias tomaron buena nota de la intentona, de ahí que este miércoles todas se unieran e hicieran una demostración de fuerza infrecuente pero parece que oportuna. Porque el resultado fue un revolcón de 36 a 19, Santiago Pérez frente a Fernando Clavijo. 

La confirmación del daño infligido por esa derrota la plasmó en una apesadumbrada frase al término del pleno, aún con los micrófonos abiertos, la vicepresidenta segunda de la Cámara, Rosa Dávila, exconsejera de Hacienda y lideresa tinerfeña de CC: “Ya nos acordaremos de los disgustos que nos va a dar este nombramiento”.

Es difícil discernir a qué disgustos concretos se puede haber referido la diputada con esa premonición. Pero lo que ya está suficientemente probado es que el nuevo senador en representación de la Comunidad Autónoma ya ha dado unos cuantos a Coalición Canaria. Y amenaza con seguirlos dando, por lo que parece. Mucho más una vez se incorpore al Senado, donde llegó a ser un pez gordo en los tiempos gloriosos de su primera militancia en el PSOE, y se mida en cada pleno o en cada comisión con su homólogo Clavijo.

Dávila y sus compañeros de partido han tratado de convertir a Santiago Pérez en una especie de cazador cazado, un ejemplo de lo que le puede suceder a cualquiera que, como él, se atreva a arrojar luz sobre la corrupción en Canarias, particularmente la de Coalición Canaria. Como si no hubiera habido nada en el caso de Las Teresitas, cuya denuncia redactó él; o en el caso Grúas, cuyo archivo por el Supremo se produjo después de que ese partido aforara a Fernando Clavijo deprisa y corriendo arrebatando tales honores al actual alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez. O el caso Reparos, que experimenta una interesante reactivación a manos de la Fiscalía Anticorrupción, cuya titular ha sido vilipendiada continuamente por los nacionalistas hasta el punto de obligarla a un guiño reciente de complicidad: pedir que se investigue a Santiago Pérez a ver si fue él y no otra persona el que llamó al imputado Javier Abreu para que declarara contra Clavijo en ese mismo caso.

El postrero intento de Coalición Canaria por desprestigiar la candidatura de Santiago Pérez se consumó este mismo miércoles a través del periódico El Día en una especie de información en la que se tachaba de “homófoba” una frase vertida por un estrecho colaborador suyo, Ignacio Viciana, en un artículo de opinión publicado en Canarias Ahora. La frase es en realidad una descripción de una escena pornográfica: “Un silencio sepulcral inundó la sala en espera de una voz que no terminaba de llegar desde el más allá. Tres, dos, uno… Pero no fue una voz la que apareció sino un pene de gigantescas dimensiones, que ocupaba la pantalla casi completa, con una chica de muy buen ver al fondo”.

La palabra pene ha sido interpretada por los traductores del régimen anterior como una burla a la condición de homosexual de Javier Abreu, al que Viciana toma el pelo en su artículo tras el conocimiento público de que anda buscando por su casa un pen drive en el que, supuestamente, estarían registradas las llamadas telefónicas (las voces) que le han hecho recientemente Santiago Pérez, la abogada Sandra Rodríguez, el periodista que firma esta crónica y el propietario del Diario de Avisos, Lucas Fernández. 

Al asunto le han querido dar tanto calado que será llevado este jueves al pleno del Ayuntamiento de La Laguna, donde Viciana presta servicios como gerente de la sociedad pública de viviendas, para reprobarlo. Por homófobo, parece. 

síguenos en Telegram

Etiquetas
stats