La Cava de Piñero, pasión familiar por la cultura del vino

Raúl y Raquel Piñero

Javier Suárez

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La pandemia no solo se ha cebado de manera particular con el mundo de la hostelería y la restauración, también ha hecho mella en empresas que viven directamente de ellas como es la distribución. Grandes y pequeñas empresas que tenían su sustento en la distribución de bebidas de todo tipo sufren en carne propia las caídas de ventas y de negocios abiertos en el sector, pero aún así hay algunas que luchan como gato panza arriba buscando darle la vuelta al problema y transformarlo en oportunidad. Entre ellas hoy le hablaremos de la historia de La Cava de Piñero, raíces familiares tan fuertes como las indestructibles cepas del mejor viñedo.

Acudí a conocer las instalaciones un día que se anticipaba como apasionante ya que se celebraba la tercera de las jornadas gastronómicas dedicadas a la cocina asiática que el chef Luis Ortiz (Komité, chef privado) elaboraba con pleno de asistencia, pero de eso les hablaré al final. Al llegar me recibieron Raúl y Raquel Piñero, a los que el apellido les delata como alma y señas de identidad del negocio: “La distribución nació en manos de nuestro padre, pero teníamos ganas de crear un espacio distinto, que nos sirviera para almacenar, guardar, mostrar y sobre todo, culturizar al cliente alrededor del mundo del vino. De esta necesidad vital nació lo que es esta Cava de Piñero”, me contaban ambos hermanos al alimón mientras me llevaban entre acogedores pasillos, organizados de manera impecable tanto para el hostelero que busca aumentar y perfeccionar su carta, como para las personas que entran a conocer y comprar sus productos, donde aparte del vino se puede encontrar los quesos de la Finca de Uga, Ibéricos, caviar ZAR y varias cosas más.

Raúl seguía mostrándome referencias de su bodega, “siempre he creído que hay vinos para guardar durante algunos años a la hora de poder incrementar su calidad en botella y fui coleccionando esas botellas con la ilusión de tener en el futuro un espacio donde mostrarlas y ponerlas en valor. Desde esos tiempos ya tenía en mente lo que hoy se ha convertido en La Cava, un sitio donde poder tener no sólo referencias sino añadas al alcance del hostelero. Compramos el solar anexo que teníamos al almacén y se cruzó en nuestro camino el diseñador de interiores Sergio Macías, que cogió a la primera lo que teníamos dentro, dándole forma en lo que es nuestro espacio multidisciplinar a tres plantas donde se encuentra la vinoteca, las oficinas y un espacio que llegará en el futuro, pero que aún es simplemente un sueño”.

Preguntándole sobre su clientela lo tiene claro: “Nosotros vendemos y atendemos únicamente a la hostelería en este espacio. Tenemos referencias exclusivas para el sector, donde además gracias al equipo que estamos conformando con un sumiller como Adonis del Pino, buscamos proporcionarles formación continuada alrededor del mundo del vino. Hoy en día es tan importante saber lo que se tiene en la bodega, como tener los conocimientos necesarios para hacérselo llegar al comensal. De algo que estamos muy orgullosos es de nuestra alianza con Bodegas El Grifo, que nos proporciona vinos de gama exclusiva para el sector con alguna joya al que se le ha puesto un precio inalcanzable porque más que venderlo, se quiere que sean piezas de coleccionismo”.

Yo más bien diría que son piezas de hedonismo puro a las que el precio de 4.000 o 6.000 euros la botella lo que indican es que dentro hay algo más que vino, hay historia, legado y herencia de una bodega conejera que ya forma parte sin duda del día a día de muchos amantes del vino, procedentes de la Islas Canarias y fuera de ellas. Pero de esta bodega les contaré más en profundidad durante el mes de julio, ya que tendré el honor de pasar un día entero gracias a las gestiones realizadas por Raúl Piñero.

El almacén de La Cava de Piñero es una gran seña de como en esta casa se cuidan todos los detalles, limpios y preparados para encontrar cualquier referencia. “Absolutamente todo lo que tenemos en nuestro catálogo se vende por botellas o cajas, no exigimos al hostelero que almacene, para eso estamos nosotros. Somos un equipo en crecimiento, actualmente somos entre 12 y 14 las personas que formamos parte de la empresa y que tenemos claro que vivimos del alma del vino, pero enfocado a lo más importante, nuestros clientes, la razón de ser de la empresa desde que la fundó mi padre hace ya muchos años. Y así queremos que siga siendo tras estos duros momentos que el sector está viviendo. Somos conscientes que somos afortunados porque hay otros compañeros de la distribución que han caído por el camino, nosotros sin embargo estamos creciendo en apuestas como esta de La Cava, pero sin dejar de tener los pies en el suelo y esforzarnos cada día más en aprender, respetar a nuestros compañeros de la distribución y sobre todo, en hacer llegar a las copas de nuestros clientes los vinos que con tanto esfuerzo y pasión elaboran las bodegas a las que representamos, tanto de Canarias, como de España y de otras partes del mundo”.

Ahora toca la segunda parte de la visita, conocer la sala de cata con cocina incorporada donde con inusitado éxito llevan trabajando un tiempo, abriéndola a chefs que elaboran menús maridados con vinos de la distribución propia. Hoy tocaba viajar a Asia de la mano de Komité con su chef Luis Ortiz y por parte de la casa, el sumiller Adonis del Pino. Entre ambos un menú de 6 deliciosos bocados acompañados con vinos de personalidad marcada y única. Abrió el fuego un excelso nigiri de caballa local (de Arguineguín) con foie, salsa kabayaki y cacao al que acompañó un vino gallego, Louro 2019, que le hablaba de tú a tú al bocado. El menú empezaba muy valiente, jugando fuerte con el que sería a la postre quizás el mejor pase de todos para algunos, entre los que me encuentro.

Divertido el maki de pulpo al olivo que contenía un exceso de cilantro que restaba más que sumaba, perfectamente acompañado por las burbujas de la felicidad que aportaba un Brut Rosé Rúa 2018 de Torelló. Sorprendente el tartar de Wagyu con crema de berenjena asada y virutas de queso Don Nicolás de la Finca de Uga, porque con todos estos ingredientes el plato brillaba por sí mismo gracias al pan 100% artenasal nacido de las manos del chef y frito ante el comensal al que un Dr Looesen Blue Slate del 2018 le miraba a los ojos sin miedo alguno. Superior el vino (Ximenez Spínola Excepcional Harverst 2019) al yakitori de Txogitxu, juego que resultó a la inversa en el último plato con una sobresaliente gyoza con toques mexicanos por medio de su relleno de cochinita Pekín, que acompañaba un olvidable Microcósmico Garnacha 2018. Como broche dulce una crema de chocolate y miso con sirope elaborado a partir del vino que lo maridaba, Niepoort Ruby y cereza italiana, golosa para rebañar hasta el final.

Y con esto llegó la noche que abrigaba a La Cava de Piñero, donde salí con una sensación de felicidad como es la que te llega al cuerpo cuando conoces a alguien y entablas una amistad que pinta tendrá mucho recorrido. Les invito a que sigan sus redes sociales y página web para que estén informados de todos los eventos que realizarán las próximas semanas con especial atención a un mix de cocina asiática y champagnes que tendrá lugar el 8 de julio y que promete emociones únicas.

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