La espera interminable

Sala de espera en un hospital de Euskadi

Lourdes Benítez / Lourdes Benítez

Las Palmas de Gran Canaria —

El reloj marca las nueve de la mañana y las salas de espera de los centros hospitalarios de Canarias son un hervidero de personas. Gente que va y viene buscando la puerta tras la que se encuentra un especialista que le atenderá después de meses de espera. Antes, tendrán que aguardar atentamente la llamada de las enfermeras que tratan de poner orden entre los pacientes que van llegando a cuenta gotas.

Cientos de miradas se cruzan cada día en estas enormes salas de espera, personas de todo tipo, jóvenes, ancianos, hasta una pareja de monjas esperan atentas su turno. Inevitable fijarse en una mujer de no más de 45 años que comparte espacio con personas de una media de 70. Se muestra inquieta y mira el reloj sin parar, solo faltan cinco minutos para su cita con el especialista de Raquis, lleva desde 2008 de médico en médico buscando una solución para sus terribles dolores de espalda pero seis años después aún no dan con el origen de sus molestias.

Hoy es un buen día para ella, no solo ha despertado sin dolores sino que está ante la última puerta antes de la ansiada solución. Desde que empezó con las molestias, que le impiden llevar una vida normal, se sienta cada seis u ocho meses en una de estas sillas, “ya he pasado por todos los especialistas del área, cada vez vengo a uno nuevo porque el anterior no pudo dar con el diagnóstico, el de hoy es el último y espero que me dé una solución”.

A pesar de no tener un diagnóstico definitivo lleva un tratamiento que puede provocar efectos secundarios como depresión o problemas estomacales, “por suerte no se han manifestado síntomas derivados de las pastillas que tomo y aquí estoy, rodeada de toda esta gente tan mayor siendo yo tan joven, es una pena”, afirma con media sonrisa en la cara. Y es que no deja de pensar que con solo 45 años le queda mucho tiempo por delante para soportar dolores si no encuentran una solución. “No puedo pedir que den con el problema en seis meses pero han pasado seis años y sigo igual, teniendo que venir a urgencias a que me inyecten un cóctel de medicamentos cuando mis pastillas dejan de hacer efecto”, se lamenta mientras recuerda todas las veces que el dolor no le permite hacer vida normal, “ni siquiera puedo hacer la cama”.

No muy lejos de allí, en la consulta de cardiología espera un matrimonio con su hijo. El padre fue operado hace unos meses del corazón y esperan para una revisión. Reconocen que el tiempo de espera no ha sido demasiado, “claro que contábamos con amistades que aceleraron el proceso, de lo contrario aún estaríamos esperando”. Hacen memoria de otras veces que han requerido de asistencia sanitaria y no les es difícil recordar en que esas ocasiones han pasado muchos meses hasta que les han llamado, “incluso dos años de espera”, sentencian. Demasiado tiempo para un corazón maltrecho que requiere de una intervención lo antes posible. “Cuando se trata de la salud de uno no hay listas de espera que valgan, si hay que tirar de contactos se tira”, apunta desde un banco cercano un paciente que permanece atento a la conversación.

Muchos enfermos admiten estar cansados de las demoras y si pueden beneficiarse de conocidos que aceleren el proceso lo hacen sin pensar que, tal vez, estén retrasando la cita de una persona que realmente lo necesita. Aunque también hay quien se siente afortunado porque, sin padecer enfermedades graves, el mayor tiempo de demora ha sido el de una prueba para curar los problemas de sueño, “han sido solo seis meses y la verdad me parece un tiempo razonable para la escasa gravedad de mi problema”.

La presidenta del Sindicato Médico de Las Palmas, Carmen Nuez, afirma que los problemas de retrasos en las citas con los especialistas no son en su totalidad “culpa de una parte sola de los que participamos en la sanidad, deberíamos hacer una campaña de educación sanitaria con los pacientes”. El objetivo según Nuez es aliviar la carga del sistema sanitario con un simple gesto como anular una visita a la que no se va a acudir o concienciarse de que en caso de urgencia primero está el centro de salud y después el hospital. Asegura que no es algo sencillo de lograr pero cita como precedente el establecimiento del sistema de receta electrónica que ha beneficiado no solo a la descongestión de las consultas de atención primaria sino a la reducción de la factura farmacéutica.

Un as en la manga

Los usuarios de la sanidad pública cada vez tienen menos paciencia, se cansan de soportar dolores mientras esperan una cita con el especialista o el momento de realizarse las pruebas diagnósticas. Algunos reconocen utilizar atajos que acortan el proceso y, además de los consabidos enchufes, optan por poner reclamaciones con el consentimiento de sus médicos de familia que, hastiados con la lentitud del sistema, les animan a utilizar esta vía tantas veces como sea necesario.

Lo cierto es que esta técnica funciona, el Servicio Canario de Salud (SCS) debe responder a estas reclamaciones en tiempo y forma y algunos pacientes han conseguido recortar los tiempos de espera sensiblemente, “puse la reclamación la semana pasada y ya me han llamado”, afirma una enferma que ha utilizado este sistema y tiene confirmada su cita.

Desde el Sindicato de Médicos de Las Palmas advierten que este no debe convertirse en el mecanismo para lograr la reducción de la demora. Existen otras fórmulas para mejorar el sistema sanitario como los buzones de sugerencias. Un método poco utilizado por los pacientes que podría aportar luz desde otro punto de vista y que, reconocen, podría explotarse y obtener “muy buenos resultados para el funcionamiento de la Sanidad Pública”.

Pero no todos los casos son de personas que se saltan el procedimiento. Algunas reclaman porque realmente ha habido inconvenientes en las pruebas y ha sido necesario repetirlas. Es lo que le ocurre a una señora que supera los 70 años y acude con su nieta a una nueva cita en especialidades. Hablan con hartazgo de su situación después de esperar más de siete años para encontrar el remedio que cure la infección de orina que padece. La solución pasa por hacerle una ecografía pero la prueba se dilata, “como no era suficiente el tiempo que he esperado por la ecografía para la infección, ahora espero por otra que me solucione otro problema que padezco”, y concreta, “tenemos que esperar, es lo que nos toca, pero no hay derecho a que me esté cayendo y no me reciba un especialista, al final, tenemos que acudir a los médicos privados para que nos curen”.

No es la única que habla de médicos privados. En otra de las especialidades, una señora recuerda los problemas dermatológicos que sufrió hace un tiempo asociados a un proceso depresivo, “sentía pinchazos como si me clavaran agujas”, mientras recorre con sus manos la zona de la cara donde se produjeron las erupciones, “tuve que ir a un médico privado y seis meses después de iniciar el tratamiento me llamaron para la cita con el especialista del SCS, cuando las erupciones ya habían desaparecido”. “Al final, tenía dos tratamientos diferentes para un mismo problema porque el médico no me pudo recetar el mismo específico que me había mandado el médico de pago”, concluyó.

Tiempos de respuesta a la patología

Los datos hechos públicos recientemente por la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Brígida Mendoza, en los que se cifra en un 8,46% la reducción de la lista de espera en intervenciones quirúrgicas han crispado los ánimos del Sindicato de Médicos de Las Palmas que prefieren hablar de 'tiempo de respuesta a la patología'.

Según el Sindicato, el principal problema de las estadísticas publicadas es que solo tienen en cuenta a los pacientes que ya han llegado hasta el cirujano y esperan por una operación. Insisten en que lo correcto sería contabilizar desde que el paciente presenta los primeros indicios de tener un problema de salud. Denuncian que cuando esto ocurre, el enfermo empieza su permanente espera, primero por la cita con el médico de familia en su centro de salud, luego por la analítica o la radiografía complementaria y posteriormente por el especialista del hospital o del Centro de Atención Especializada (CAE) que frecuentemente manda a repetir las primeras pruebas porque ya no son representativas del estado actual del paciente, después de haber transcurrido un tiempo prolongado desde que se efectuaron.

“La información que ofrece el SCS es pobre, no dicen mucho de lo que está pasando en el sistema sanitario” sentencia Nuez quien cree que debería distinguirse entre las listas de espera médicas, desde que aparece la dolencia hasta que el enfermo llega a cirugía, y el tiempo de espera quirúrgico, que son los datos que se ofrecen actualmente que computan únicamente la última fase del proceso.

Los datos actuales “no desmenuzan el meollo de la lista de espera, no dan una idea justa de lo que está pasando”, asegura Nuez quien recuerda que “se desconoce el número exacto de personas que atiende del SCS después de que muchos inmigrantes perdieron su derecho a la atención no urgente”. Un dato que podría explicar, según Nuez, la reducción de la lista de espera porque “atendemos a menos gente, aunque no concuerda con la reducción de personal que han sufrido los servicios”.

Desde el Sindicato se muestran sorprendido con algunos datos que arroja el informe emitido por la Consejería de Sanidad por la disparidad entre centros hospitalarios. De las 4.862 personas que esperan por rehabilitación en el Archipiélago en torno a 500 pertenecen a la provincia de Santa Cruz de Tenerife y más de 2.400 a la isla de Gran Canaria, cifras que califican de “totalmente desproporcionadas”. Otras de estas cifras que llaman la atención es el incremento de la lista de espera en digestivo que superan las 2.000 personas en todo el Archipiélago como consecuencia de los problemas para llevar a cabo las pruebas diagnósticas.

A la hora de conocer mejor las patologías a las que se enfrentan, los médicos especialistas disponen de dos herramientas fundamentales, la historia clínica y la entrevista con el paciente, aunque posteriormente tienen que corroborarlo con una serie de pruebas diagnósticas que la mayoría de las veces, ni el mismo médico sabe cuánto tiempo van a tardar en realizarse. En ocasiones, el tiempo de espera de varios meses puede alargarse sin que tenga consecuencias negativas para el paciente pero puede resultar definitivo cuando se trata de una patología grave. Por ese motivo, las consejerías de sanidad de algunas comunidades autónomas se han comprometido a cumplir unos tiempos máximos de espera en pruebas relevantes como las colonoscopías.

La atención primaria, pieza clave en el sistema sanitario

El proceso de detección de patologías comienza en las consultas de los centros de atención primaria. Los médicos de familia tienen la responsabilidad de descubrir en primera instancia el problema del paciente para derivarlo en caso de necesidad al especialista. Durante el tiempo de demora hasta que son recibidos por el médico especialista y este les prescribe un tratamiento, los enfermos acuden sistemáticamente al centro de salud en busca de una solución analgésica que les permita soportar los dolores que les provoca su afección.

En los centros de salud reconocen que demoran sobretodo las rehabilitaciones pero al mayor problema al que se enfrentan es, al igual que en los CAE, la lentitud a la hora de realizar las pruebas diagnósticas. “La demora provoca que en algunos pacientes tardemos en hacer un diagnóstico con certeza”, afirma un facultativo, “al tardar tanto los centros de segundo nivel, los pacientes vuelven a nosotros porque tienen dolores y no acaban de mejorar, nosotros ponemos tratamientos sintomáticos pero no llegamos un juicio definitivo porque no disponemos de los resultados de las pruebas”.

Los pacientes encuentran en los Centros de Atención Primaria el acceso directo a la Sanidad que no les ofrecen los especialistas. Con una sola llamada tienen la posibilidad de acudir a una cita con su médico de cabecera al que solicitar la solución terapéutica. Pero existen patologías que requieren de un mayor número de pruebas diagnósticas que los médicos de familia no están autorizados a realizar, las resonancias magnéticas o las ecografías están vetadas para estos facultativos, tan solo los especialistas pueden solicitarlas previo estudio del caso y siempre que sean necesarias para la valoración del mismo.

En especialidades como dermatología, donde las lesiones en la piel se parecen mucho entre ellas, los estudios necesarios son más detallados, en estos casos, admite este médico de familia, “se pueden mandar los pacientes por urgencias pero no podemos hacerlo así porque estaríamos privando de su cita a un enfermo que realmente lo necesite” y apunta a que la solución pasa por redistribuir los recursos que se emplean y que no satisfacen las necesidades actuales.

Desde los centros de atención primaria se apunta a los escáneres y las ecografías como principales aliados de las listas de espera para hacer que éstas crezcan sin parar. Los primeros pueden tener una dilación de unos siete meses, en el caso de las ecografías, a pesar de ser una prueba más barata y rápida, la reducción de los conciertos con clínicas privadas ha provocado que el número de especialistas que realizan estas pruebas disminuya y afecte de forma negativa a las listas de espera.

El Sindicato de Médicos de Las Palmas señala directamente a la atención primaria como el lugar donde deben resolverse el 80% de los problemas de los pacientes, explotando el carácter preventivo de los centros de salud. El objetivo es evitar que la población de riesgo pueda convertirse con el paso de los años en pacientes crónicos, con el coste que esto supone en primera instancia para el enfermo por la merma en su calidad de vida y, posteriormente, por el coste económico que puede acarrear para el sistema sanitario si la patología del paciente se agrava y son necesarios tratamientos como amputaciones, diálisis o cirugías vasculares.

Sin embargo, la falta de comunicación entre centros hospitalarios y los de atención primaria es, a juicio del Sindicato, el talón de Aquiles del sistema. “Primero deberíamos sentarnos y relacionarnos, saber quién tiene la competencia y enviar los pacientes al hospital ya estudiados, con las pruebas diagnósticas hechas”, sugiere Nuez, quien augura que el futuro pasa por dotar a la atención primaria de más medios y dejar el hospital para los casos más complejos, haciendo un trabajo complementario entre ambos niveles asistenciales.

“La crisis ha provocado que con la reducción de personal en los centros de salud los roles de médicos, enfermeras y administrativos se hayan solapado, en la actualidad no conocemos perfectamente qué corresponde a primaria y qué a especialidad” lamenta Nuez. Un problema que se traduce en el descontento del personal sanitario que sufre la falta de coordinación y de los pacientes, principales damnificados con la ralentización del sistema sanitario con el perjuicio a su salud que esto les puede provocar.

Mientras la Administración sigue buscando la fórmula para reducir el tiempo de demora de los pacientes, miles de personas seguirán llenando las salas de espera canarias cada día, aguardando en sus casas la llamada que les permita acceder a una prueba diagnóstica que solucione sus dolencias y sonriendo con sarcasmo cada vez que alguien les pregunte sobre su experiencia en la sanidad pública.

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