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'Al harafish', una revista a contraluz

Distintas portadas de la revista 'Al harafish'. (Eva González)

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

¿Un paso erróneo en la danza?, ¿un soldado que se sale del pelotón?, ¿un girasol que mira a la luna?, ¿un volcán que enciende pero no arrasa ni destroza? Cualquier cosa que, como las que suelen crear los poetas, va en contra de dividir todo en error y verdad. Al margen de esta idea simplista y dicotómica, en la que nos basamos muchas veces, se puede considerar el error como otro templo, como decía Saint-Exupéry en su novela Ciudadela, otro templo construido con las mismas piedras. Ni más verdadero ni más falso, sino otro. La revista objeto Al harafish es un espacio donde “equivocarse” y crear con total libertad, así lo consideran sus creadores. Sus contenidos, lejos de ser un error, están cargados de aciertos y sensibilidad al señalar las emociones y sentimientos de una parte de la sociedad que pretende escapar a los dogmas y paradigmas establecidos bajo intereses, no siempre propiamente deliberados. Una revista que ha optado por la autonomía artística.

Roberto García de Mesa comisarió la última exposición realizada bajo el título Al harafish (1997-2018) revista-objeto. Se mantuvo desde el 11 de enero al 17 de febrero de este año 2018 en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife. La revista de periodicidad irregular, desde su nacimiento en julio de 1997 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria hasta la actualidad, ha sacado a la calle treinta y tres números que mantienen la calidad y ejercen la denuncia social, asegura Roberto Garcia de Mesa, dando lugar a curiosidades, imágenes y reflexiones capaces de conmover al destinatario.

Hoy en día es más fácil encontrarse manifestaciones de este tipo pero, si hablamos del año 1997 y de una revista objeto que se ha mantenido viva durante dos décadas, sabiendo además que no se ajusta al idioma de la globalización, al formato aceptado y que da cabida a toda expresión artística sin cortapisas, podemos decir entonces que afrontamos un caso inusual, un inesperado triunfo. Además del carácter lúdico, crítico, formativo y del efecto despertador que poseen cada uno de los números, ha sumado unos cuantos ladrillitos, que conforman los pilares de una edificación que no separa, que no vemos ni podemos palpar, que no divide ni tapa la luz, y del que poco a poco muchos nos vamos sintiendo parte. Ahora que ha pasado el tiempo, se puede hablar de la evidencia de un modelo ideal puesto en práctica. Al harafish no es la única iniciativa que ha soplado en esta dirección, en oposición a la idea de que todo tiene que ser sometido a un formato determinado y una única manera de “hacer que avanzamos”, pero sí de las pocas que al soplar fuertes vientos no ha sido derribada. Tras veinte años de existencia, aún hoy se mantiene como referente.

Un modelo ideal puesto en práctica

Esta serie de documentos culturales colectivos tiene valor por sí misma, difiere de cualquier revista al uso, no sólo en formato y contenido, sino además en la ejecución y la organización a través de la cual van dando a luz a los diferentes ejemplares. Cada número tiene un continente y un contenido diferente. En la última muestra, se expusieron todos los números junto a alguna obra de arte más de los artistas colaboradores. Una funda para ropa es, por ejemplo, el continente del número 28, cuyo tema es la Protección o una braga calzoncillo, formato del número 24 que se editó bajo el título Intimidarte. Un jabón con sus palabritas haciendo referencia al tema forman parte del contenido. Así, infinidad de expresiones artísticas capaces de movilizar emociones, balancear criterios y a veces incluso, desmontar “verdades”. Claro que habría que observar la obra en su conjunto. Pocas veces se hacen revistas que exijan profunda lectura.

En el fondo, los directores de esta revista, Macarena Nieves Cáceres, José L. Luzardo y Jero Maldonado, así como todos los participantes y colaboradores tratan de poner en cuestión algunos parámetros e ideas a las que nos sometemos sin pararnos a reflexionar. Pues igual no hace falta que haya una minoría de sillas al sol y el resto a la sombra. Se podría plantear incluso otra manera de organizarnos en la que haya más sillas cálidas y no venga impuesta la manera de sentarse. Un modo en el que todos construyamos las sillas, cuidemos de ellas y opinemos sobre su uso. Esta idea, frente a la que muchos clamarán “ya estamos con las utopías”, lleva fraguándose desde hace mucho tiempo. En la revista Al harafish se pueden reconocer comportamientos y procesos, muchas veces tildados como descabellados, que han ido conformando los elementos necesarios para poder hablar hoy de procesos participativos o prácticas colaborativas, relaciones horizontales de poder, colaboración versus competencia…

No fue nunca el objetivo de Al harafish ir más allá de ser plataforma y espacio para las expresiones artísticas. Pero tras el tiempo transcurrido y habiendo salido a la luz libros como, por ejemplo, Arte y procesos democráticos. Hacia una estética horizontal, de Equipo PSJM (Ediciones TEA, 2018), se pueden establecer paralelismos y conjeturas mediante las que se percibe un impulso social que se extiende a lo ancho más que a lo alto. Arte y Procesos Democráticos es una tesis editada por el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) y en ella se habla ya de algunas acciones llevadas a la práctica en las que el arte tiene un papel transformador. El equipo de creación PSJM reflexiona sobre lo siguiente: “Tornar la competencia en cooperación; que instaure en los cuerpos patrones que perseguir, intereses comunes y no egoístas, requiere una educación de la sociedad. Por eso las prácticas artísticas participativas y cooperativas se comprenden como procesos formativos donde la didáctica horizontal y el aprendizaje colectivo funcionan como un modelo ideal que se pone en práctica. Quizá haya que partir de la igualdad para conseguirla, aunque nos incomode esta lógica de Ranciere y hacer ”como si“ hubiera una simetría total, como si todos estuviéramos en las mismas posiciones horizontales de participación en el diálogo, sin sesgos de autoridad”.

Este mismo colectivo, PSJM, ya participó en el año 2012 en la elaboración de Papel engomado, otra revista-objeto creada por artistas residentes en el Centro de Arte La Regenta, que aborda las paradojas del sistema capitalista, en el que los valores se encuentran invertidos y todo se contabiliza según parámetros de monetización y no según valores humanos, éticos o sociales. Un sistema en el que priman la producción y el crecimiento económico por encima de todo, olvidando la imposibilidad física de mantener un crecimiento infinito dentro de un mundo finito.

De esta forma y sin tener en cuenta la “autoridad” de las ideas que imperan, a veces mayor que la propia ley, Al harafish ha conseguido la colaboración y participación de más de trescientos colaboradores de distintas partes del mundo: España, México, Portugal, Suiza, Alemania, Nicaragua, etc. Logrando, si no anticipar, al menos si señalar y hacer imaginables modos de relacionarnos más justos, libres y humanos.

Desde que surgió la revista Al harafish en 1997, hasta la publicación de la tesis del colectivo PSJM han pasado más de 20 años y los responsables de ambos proyectos no tienen absolutamente nada que ver, pero si observamos a nivel sociológico, hay pautas que podríamos considerar, que aunque nacen de diferentes lugares señalan a puntos comunes. ¿No es una buena tendencia social? Unir y aunar sin borrar las particularidades, escuchando y teniendo en cuenta distintas voces para poder avanzar entre todos. Esto al menos, si lo comparten. Por eso parece preciso señalar el trabajo teórico que llevó a cabo PSJM, poniendo ya nombre y dejando evidencia de cambios que ayer se situaban en un horizonte lejano, que colectivos y particulares han defendido con esfuerzo y que hoy son una realidad, al margen de que algunos se empeñen en que parezca lo contrario.

No hay cambio sin disenso

Muchos de los derechos humanos que se han conseguido no han sido a partir de una constitución, sino entrando en conflicto con ella. Esta cita de Muguerza, que señala el colectivo PSJM en su tesis Arte y procesos democráticos, refleja una realidad que a veces amenaza a los amantes de la armonía y la paz. Pero no hay más que darle una vuelta a la idea para ver que esa paz que evita el cuestionamiento y el conflicto fácilmente queda en bragas. Nada existe sin su contrario. Formalidad e informalidad, planificación e incertidumbre. ¿Censurar la idea o dejarla vivir?

Roberto García de Mesa asegura que Al harafish es una voz única en Canarias y una de las más importantes de la historia de las revistas en España. Entre manos tiene datos y estudios comparativos de los cuales deduce que podría estar entre las revistas más importantes de las últimas décadas. Ello también se ha debido, comenta Roberto, al carácter clandestino que ha caracterizado a la revista.

Roberto destaca las peculiaridades formales que dan cabida a todo tipo de expresiones artísticas y la libertad con la que ha ido surgiendo. Señala, como curiosidad, que la revista nació desconectada del contexto que hoy se formula y se trata de materializar al que hemos llamado “contexto horizontal o colaborativo”, más bien, explica Roberto, nació de la necesidad de participación de los propios artistas, que al ser de variadas disciplinas (escultores, músicos, escritores, artistas plásticos, etc…) necesitaron salir del formato cuadernillo o fanzine para poder dar cabida a las distintas expresiones. De ahí surgen continentes o formatos varios como puede ser una caja de puros, una caja de pizza, un táper para llevar, etc… Al harafish supera la revista o el fanzine como formato límite. Los contenidos van desde un CD hasta un jaboncillo o un texto.

Los directores o coordinadores plantean un tema y quien considera que tiene una obra que puede encajar colabora. Cada uno de los artistas envía su aportación el número de veces que corresponda a la cantidad de ejemplares que se editan, por ejemplo, si la tirada es de 50 ejemplares, habrá 50 objetos o elementos artísticos de cada colaborador. Cada uno de los elementos artísticos se incluye en cada una de las revistas que conforman la tirada. Esto es así salvo con los textos, que si van encuadernados u organizados bajo decisión de los coordinadores. La mayoría de los números se Foto de público en la sala pueden consultar en la biblioteca del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) en Las Palmas de Gran Canaria. La web www.alharafish.org también dispone de los números publicados en formato pdf.

¿Anarquía o el surgimiento de otro sistema?, ¿la estética idónea o la autonomía artística en un mundo globalizado? Son preguntas que se mezclan y ante las que cabe reflexionar, opinar y ¿por qué no?, errar si fuera necesario. Todo menos censurar.

Su diversificación vulnera la usual linealidad que propone la historia, la cual supone que las revistas poseen necesariamente una dirección, sentido y formato determinados. En este caso, Al harafish sólo ha demostrado un amplio sentido de libertad formal y discursiva y deja en ascuas tantas formalidades y preceptos con los que evitar las críticas, junto a las que también se pierden tantos análisis…

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