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PP canario: Partido de purgas

Recortes y purgas internas en el Partido Popular. (CA)

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife —

Las últimas tres décadas de la historia del Partido Popular en Canarias, incluso cuando aún era Alianza Popular, están trufadas de purgas internas y guillotinazos perpetrados por la dirección entrante respecto a la saliente. El reciente y convulso proceso de primarias previo al XIV Congreso regional de los conservadores que se celebrará este tercer fin de semana de marzo en Las Palmas de Gran Canaria vaticina que la historia se repetirá, a menos que Asier Antona sorprenda con una manera distinta de dirigir al partido.

Obviando el período convulso de la pre autonomía, donde el cainismo se hizo dueño y señor de todo el espectro político, desde la ultraderecha a la ultraizquierda pasando por el centro, los últimos 30 años en el devenir del PP no han sido precisamente tranquilos ni de puertas afuera ni de puertas adentro. Ni siquiera en el largo período en el que José Manuel Soria llevó férreamente el timón.

Tres presidentes en dos años

El 20 de enero de 1989 el presidente regional de la entonces Alianza Popular (AP) era el tinerfeño Ángel Isidro Guimerá quien estaba al frente de un partido que incluso cogobernaba en Canarias y su número dos era el grancanario Felipe Baeza. El 3 de noviembre de 1990 ya no lo era y al frente fue elegido el entonces senador grancanario José Macías. En ese lapsus de tiempo, entre otras cuestiones, se producen las tensiones intestinas por la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y la salida de los conservadores del pacto de gobierno que presidía Lorenzo Olarte.

Los enfrentamientos entre Guimerá y Baeza llevaron al primero a dimitir, lo que obligó a convocar un comité ejecutivo extraordinario para cerrar momentáneamente la crisis abierta. Un cónclave en el que quedó de manifiesto que el partido estaba claramente dividido en dos mitades: Macías (respaldado por el entonces todopoderoso Francisco Álvarez Cascos) salió elegido por 15 votos frente a los 13 cosechados por el tinerfeño Pedro Acosta.

Aún no se sabe qué hubiera pasado si se hubiesen cumplido los acuerdos del partido, que aseguraban que la presidencia la debía ostentar un dirigente de la provincia tinerfeña, o si Guimerá hubiera decidido ir a la reunión o qué hubieran votado dos representantes de Gran Canaria que también se ausentaron.

Meses después, el presidente del PP canario era José Miguel Bravo de Laguna, que también obtuvo ese mismo año su acta como diputado regional y comenzó a descabezar la estructura de AP para convertir al partido en un referente céntrico, centrado y centrista, como quería José María Aznar para poder arañar los suficientes votos que le permitieran acabar con el felipismo y aposentarse en La Moncloa.

No lo tuvo fácil Bravo de Laguna para transformar a un partido casi testimonial en una organización de Gobierno, con implantación fuerte en las siete islas y que superara el tradicional pleitismo macaronésico y ultraperiférico idiosincrático de Canarias.

En las elecciones de 1995, el PP de Bravo de Laguna cosechó sus mejores resultados hasta entonces: 18 diputados, segunda fuerza en número de escaños (el PSOE cosechó 16 actas), lo que le permitió pactar con Coalición Canaria.

El camino para llegar a formar parte del Ejecutivo regional en 1996 lo hizo en tan solo cinco años, apoyándose en una mezcla de veteranía y renovación, pilotando el PP con la colaboración del propio Macías, María Eugenia Márquez, Antonio Luis Medina, Tomás Van de Walle, Rafael de León, Lorenzo Suárez, e Ignacio González. Incluso, fue el descubridor de Soria, que acabó siendo, por dos veces, su perdición.

Bravo vs. González

Pero antes de lidiar con Soria, Bravo de Laguna tuvo que vérselas con las ansias de su joven secretario general, un Ignacio González que tenía prisa por ser califa en lugar del califa y que acabó estrellado. Sin embargo, toda esa tensión y convulsión llegó a afectar al propio gabinete regional, pues González acabó siendo cesado como número dos del PP y destituido como consejero de la Presidencia del Gobierno canario.

No obstante, ahí no acabaron las cuitas de Bravo de Laguna…pues se abrió la caja de los truenos con la abogada Julia Bango, que recrudeció hasta límites insospechados la crisis del PP canario, cuando ésta denunció haber sido agredida mientras investigaba supuestas irregularidades urbanísticas en Tegueste.

Un caso en el que numerosos cargos populares se encontraron imputados, aunque posteriormente fue sobreseído por la justicia.

Bravo vs. Soria

Bravo de Laguna dimitió la misma noche de los comicios de 1999 (pese a haber obtenido 19 escaños, que Márquez ganara el Cabildo y Soria la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria), aunque pudo controlar el partido para manejar el pacto que suscribieron de nuevo con CC para investir a Román Rodríguez como presidente, dejando fuera de los acuerdos al futuro nuevo líder de los conservadores: Soria.

Aunque hay quien dice que no fue exactamente así. Según esa teoría intramuros todo empezó en 1996, un año después de que Bravo de Laguna escogiera a Soria para optar a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, tras las elecciones municipales de 1995.

Aquel año hubo otro Congreso regional y a su presidencia optó Soria, pero Álvarez Cascos frenó sus aspiraciones prometiéndole que su momento llegaría en la convocatoria congresual de 1999. Al parecer, Bravo lo sabía y dimitió esa noche electoral para no enfrentarse a un Soria en alza que había conseguido mayoría absoluta en el Ayuntamiento y arrasó en votos, superando incluso los que Bravo de Laguna obtuvo para el Parlamento.

Con ese enfrentamiento interno tuvo que batallar Román Rodríguez. Existían dos PP: el oficial que representaba Soria y el insurgente que dirigía el presidente del Parlamento y cuyos miembros se sentaban en el propio gabinete que CC había pactado y estaban repartidos por varios departamentos de la Administración regional.

Por ello, Rodríguez tuvo que implicar al propio presidente Aznar para intentar salvar las complicadas relaciones entre ambos socios.

Aznar se tuvo que reunir en La Moncloa con el entonces presidente de CC, Paulino Rivero, y con el diputado José Carlos Mauricio, para aplacar las voces críticas que desde los nacionalistas reclamaban la ruptura del acuerdo de gobierno en Canarias, pues era insostenible, lo que podría afectar al pacto de legislatura que existía en Madrid.

A la salida de esa cita, desde Canarias se confirmaba el cese como consejero de Agricultura de Guillermo Guigou, que abandonó la secretaría regional del PP para ocupar ese cargo, como respuesta de Rodríguez “ante las reiteradas deslealtades al pacto de gobierno” de Guigou y, sobre todo, después de la situación que se produjo en la Audiencia de Cuentas de Canarias, donde los dos auditores que representaban al PP votaron en contra del candidato a presidente del órgano presentado por CC.

Fuga de votos en Tindaya

Una crisis para el PP de Soria que continuó en el año 2000, con la fuga de votos en las filas del PP canario que provocó que el dictamen de la comisión de investigación del caso Tindaya fuese rechazado por el Parlamento y que responsabilizaba políticamente de algunas irregularidades detectadas en el expediente a todo el Gobierno anterior, presidido por Hermoso.

La fuga de votos en las filas populares (que provocó hasta siete votaciones para buscar un desempate, con aviso de bomba incluido en la Cámara regional) fue protagonizada por Bravo de Laguna (no hay que olvidar que presidía la Cámara regional), así como por dos consejeros del Gobierno (Lorenzo Suárez y Tomás Van de Walle), y por un ex consejero y ex líder del partido en Lanzarote, Rafael de León.

“Están intentando lincharme políticamente, aunque no creo que lo consigan. Hay determinadas situaciones de acoso, de persecución, y todo tiene un límite”, decía por entonces Bravo de Laguna.

El pacto con el PP se rompe a finales de 2002 y CC gobierna en solitario hasta el final de la legislatura con el apoyo externo de los conservadores.

Así que el paso de Soria por el PP no fue una balsa de aceite, sobre todo desde que en 2000 apostara firmemente por Australia Navarro para designarla senadora por Gran Canaria y secretaria de Organización del PP en Canarias, llegando en 2003 a consejera de Presidencia del Gobierno presidido por Adán Martín.

Navarro también fue presidenta del PP grancanario y sus rivales fueron fulminados por la ira de Soria. Víctor Jordán, que apoyó a Paulino Montesdeoca como candidato alternativo, tuvo que abandonar sus labores de gobierno en la Comunidad Autónoma. Montesdeoca, también.

Segundo defenestramiento

Quizá la más llamativa purga llevada a cabo por Soria fuese la que, en un alambicado movimiento, hizo por segunda vez a Bravo de Laguna.

En 2011, Soria decidió hacer las paces con muchos de los antiguos dirigentes y cargos públicos del PP que habían abandonado sus responsabilidades políticas por diferencias con la dirección.

La idea de Soria era cosechar el mayor número de votos posible para poder acceder a la Presidencia del Gobierno en su tercer intento. Era la única cima que se le resistía tras las mayorías absolutísimas obtenidas en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de la isla. Y fichó a Bravo de Laguna para que encabezara la lista a la Corporación insular.

Bravo de Laguna cumplió las expectativas electorales, presidió el Cabildo (Soria, pese a conseguir que el PP fuese la primera fuerza política en escaños, se quedó en la oposición hasta que Mariano Rajoy lo nombró ministro) y su gestión fue recompensada cuatro años después siendo apartado por el plenipotenciario líder regional de la carrera electoral, pues designó a Mercedes Roldós como candidata.

Una decisión que, según pulula por los pasillos del PP canario, se debió al temor de que la cada vez más creciente popularidad de Bravo de Laguna le estaba haciendo sombra como líder regional, lo que podía acabar con su idea de perpetuarse como presidente del PP canario a lo Manuel Fraga Iribarne.

Al final, el propio Soria acabó consigo mismo y con su dimisión el 15 de abril de 2016 como presidente del PP canario y ministro de Industria (tras saltar a luz su relación con los llamados papeles de Panamá y su participación en empresas familiares radicadas en paraísos fiscales) se abrió la etapa que culminará en el XIV Congreso regional que se celebra del 17 al 19 de marzo.

Bento denuncia al PP

Un cónclave cuya preparación ha sido polémica, con la presentación de tres candidatos alternativos (Cristina Tavío, Juan José Cardona y Enrique Hernández Bento) a Antona que han vuelto a poner el foco, con sus declaraciones, las desavenencias y vendettas que existen en el PP de Canarias.

Por lo pronto, Bento ha demandado al PP ante el Juzgado de Primera Instancia número 4 de Las Palmas de Gran Canaria por posibles irregularidades (“falta de neutralidad” y “uso ilegítimo del censo electoral”, entre otras) en la organización Congreso regional y de las primarias para elegir a su presidente, una elección que ha ganado Antona.

De los compromisarios que se reúnan en el cónclave, de la nueva dirección que salga del mismo, depende que el PP canario siga escribiendo su historia con tinta de purga o no.

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