Un aristócrata acorralado por sus acreedores
“Le he dicho a la señora de la casa que aquí en la calle no hay ningún chorizo”. Un agente de policía acaba de salir del número 18 de la calle del Castillo, en pleno corazón noble del barrio fundacional de Las Palmas de Gran Canaria. Desde primera hora de la mañana, un grupo de acreedores del conocido intermediario Giovanni Carenzio, emparentado con la aristocracia grancanaria, reclama su dinero en el domicilio familiar del broker desaparecido de la isla hace meses.“Tienen derecho a permanecer aquí, protestar y reclamar lo que quieran, pero sin ningún tipo de coacción a la familia”, informa el agente a los afectados.
Y todo se dispara. Los móviles de varios acreedores echan humo. “Hay que perder el miedo, ya está bien hombre, que dé la cara”, insiste uno de ellos para congregar a más gente temerosa de reclamar en público. Una señora que transitaba con su vehículo por la calle del Castillo se para, baja la ventanilla y pregunta: “¿Están por Carenzio?”. Su coche se pierde al doblar la esquina y al cabo de unos minutos se acerca al grupo. “A nosotros también nos debe dinero, lo hemos metido en el juzgado”.
No se conocen de nada y comparten, al principio con temor, sus historias para no dormir, sus ahorros invertidos pendientes de una promesa nunca cumplida. Son decenas los afectados por las operaciones financieras de este italiano de conocidas relaciones sociales con lo más granado de la sociedad canaria, y hasta en Tenerife se han movilizado ya como grupo para llevar sus casos concretos ante la justicia.
“Solo queremos que nos devuelva nuestro dinero, nos olvidamos de los intereses que nos prometió”, asegura uno de ellos, al que Carenzio le adeuda 240.000 euros. “Su esposa, María Dolores Inés Molina de Aguilar, era quien recogía el dinero en su propia casa, en presencia del marido. Ella también está implicada”, aseguran estos afectados.
Las cifras empiezan a brotar y asustan cuando a mediodía llega un señor mayor cuyos ahorros de toda la vida y los de su familia -casi dos millones de euros- los dejó en manos del broker que garantizaba operaciones suculentas a tres meses, con beneficios “de un 10, un 12, un 15 y a veces hasta un 20%”. Pero de un tiempo hasta parte, nadie ha visto un euro, solo excusas y hasta talones sin fondo y resguardos de transferencias falsas para calmar a sus acreedores, muchas de ellos con la firma de su esposa.
Los afectados que este miércoles decidían hacer ya pública su indignación con el conocido intermediario y su esposa cuentan cómo las presuntas inversiones de Carenzio y su familia se centraban en adquisiciones de propiedades, inversiones en bolsa y compra de acciones, con el fin de garantizar un beneficio inmediato a sus clientes, muchos de ellos temerosos de denunciar la pérdida de su dinero al no haber documentado la operación.
En muchos casos, decenas de afectados tenían “temor a Hacienda” por el origen desconocido y poco justificable ante Hacienda del dinero que se ponía en manos de Carenzio, explican a este diario también representantes de afectados en Tenerife.
Lo cierto es que solo en Gran Canaria los acreedores que protestaban este miércoles en la calle del Castillo calculan entre 35 y 40 familias las que todavía esperan por los dividendos prometidos por Carenzio. Y del baile de cantidades particulares se sobrepasa, de golpe, los diez millones de euros. “Puede haber 80 familias o más entrampadas” en lo que apunta a ser la típica estructura piramidal que se ha desmoronado.
Muchas de ellas simplemente no pueden reclamar ante la justicia porque nunca podrán acreditar la entrega del dinero, pero otras ya se han movilizado, al haberse asegurado algún tipo de documento acreditativo en el que se puede basar su reclamación de cantidades.
De momento, el broker ya tiene en enero una primera citación para un acto de conciliación por un préstamo no devuelto de 300.000 euros. Y de inmediato otros dos acreedores, por 700.000 y 240.000 euros, iniciarán acciones judiciales “hartos de perseguir a este hombre”, experto en dar esquinazo a sus acreedores ya sea en Nápoles o Madrid.
Los afectados prometen volver al número 18 de la calle Castillo. “Vamos a organizarnos de una vez, vendremos con pancartas, que todo el mundo sepa que este hombre no nos paga lo que nos debe, que su familia vive a lo grande con nuestro dinero”. Este miércoles dieron su primer paso.