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‘Big data’ como herramienta para lograr una mayor sostenibilidad económica, social y medioambiental en Canarias

El 'big data' es el conjunto de técnicas que sirven para analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, según el profesor de la ULL José Luis Roda García

Canarias Ahora

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El big data (los macrodatos o la inteligencia de datos) puede ayudar a conseguir una mayor sostenibilidad. Eso es al menos lo que piensan desde la Cátedra Cajasiete BOB (Big data, Open data y Blockchain, por sus siglas en inglés) de la Universidad de La Laguna (ULL), desde donde se contribuye a la implantación del big data y de sistemas de inteligencia artificial en las empresas y administraciones públicas de Canarias.

Como señala el titular de la Cátedra, José Luis Roda García, profesor del Departamento de Ingeniería Informática y de Sistemas de la ULL, se da asistencia tanto a “empresas de agua que buscan una mayor sostenibilidad analizando dónde se gasta más agua y por qué” como a las máquinas que interpretan el “lenguaje natural” de los ciudadanos cuando usan el programa Asista del Gobierno de Canarias, o a los mismos responsables de medioambiente interesados en optimizar la recogida de basuras minimizando la contaminación de los camiones.

En palabras de Roda García, “el big data es el conjunto de técnicas que nos sirven para analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, algo que para la sostenibilidad es importantísimo, desde la previsión de desastres hasta los recursos naturales, la producción y el uso de la energía, entre otras aplicaciones”.

Pero tal vez uno de los ejemplos más claros sea el de la empresa de transporte público de Tenerife TITSA, dependiente del Cabildo insular, en la que la creación de un departamento interno de Big Data & Data Science ha permitido optimizar las rutas de las guaguas cumpliendo con el triple criterio de la sostenibilidad: social, medioambiental y económica, justo como está previsto en la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible, también conocida como Agenda Canaria 2030.

“Hemos desarrollado un algoritmo que testea todos los días los viajes y que propone cómo debe hacerse la planificación para dar un mejor servicio al ciudadano, aumentando el número de guaguas donde haga falta y quitando donde sobran, por ejemplo”, explica Ginés León, responsable del departamento de Big Data & Data Science de TITSA. “Si solo hubiera dos líneas, esto lo podría hacer una persona, pero, teniendo en cuenta que son más de cinco mil viajes al día, solo lo puede hacer una máquina de alta computación. No solo afecta a las líneas en las que quitas y pones guaguas, sino que todo tiene lo que se llama un efecto mariposa muy grande, pero la inteligencia artificial también analiza el impacto que tienen las decisiones que ella misma propone”.

Si una guagua medio vacía (con una ocupación inferior al 30%) es poco sostenible medioambientalmente y una abarrotada (con una ocupación superior al 85%) atenta contra la sostenibilidad social, el big data lo que permite es llegar a la sostenibilidad económica sin desatender las dos anteriores. ¿Pero qué pasará entonces con los lugares poco poblados donde sea imposible ocupar una guagua hasta su capacidad óptima? Según sostiene León, el big data también tiene una respuesta para eso por su utilidad para la planificación y el desarrollo de modelos alternativos de transporte.

En Tenerife se han hecho pruebas para llevar a las zonas de poca densidad poblacional un nivel de servicio de transporte público similar al de la ciudad de Santa Cruz. La clave está en la flota existente de taxis y su posibilidad de acercar a los vecinos hasta las paradas de guagua. “Nosotros hemos apoyado al Cabildo con analítica del dato. Solo en Arico y en Fasnia se llegaron a recoger entre 180 y 200 personas al día”, explica León. “El servicio recoge al usuario cuando lo demanda y lo lleva a una parada de TITSA, en vez de tener guaguas que no llevan ni a 15 personas por viaje”, argumenta.

Soluciones más sostenibles para la población alejada

Los vehículos, prosigue León, pueden ser de bajas emisiones o directamente eléctricos. De nuevo, un proyecto que contribuye a las sostenibilidades económica, social y medioambiental. “La prueba piloto fue un éxito. No hubo que construir más carreteras ni fomentar el uso del vehículo, se ayuda a los taxistas y se da movilidad a una parte de la población aislada, la que normalmente tiene que gastar de 50 a 60 euros de su pensión para ir al médico”.

Las ventajas del big data son muchas, pero también hay que tener cuidado. Como dice Roda García, detrás siempre tiene que haber personas que sepan qué datos están utilizando. “Con el asunto del género, si se usan datos del pasado y no hay personas revisándolos, el riesgo es repetir sesgos machistas”, explica. Si se cuidan estos peligros, añade, el futuro es prometedor. “No hay que olvidar que esto del big data no ha hecho más que empezar. Una de sus principales características es su gran variabilidad: sirve para analizar datos en un formulario, sí, pero también para analizar sonidos, videos o casi cualquier cosa, con los límites bien definidos, como están en Europa para proteger la privacidad. Es un mundo que está empezando y va a llegar muy lejos”, tiene claro el especialista.

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