Los colores del barrio de Arenales se estudian desde Roma

Ejemplo de vivienda objeto de estudio.

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

Las Palmas de Gran Canaria es color. Sus pintorescas calles y su multiculturalidad la hacen una ciudad llena de vida que despierta interés en todo el mundo. Su encanto y sus singularidades arquitectónicas fue lo que llevó a una restauradora del municipio de Santa María de Guía a estudiar uno de sus barrios. Isolina Ramos consiguió transportar la magia de Arenales a la Real Academia de España en Roma, con el objetivo de poner en valor el mortero y las pinturas originales de los edificios de un barrio que fue uno de los accesos a la capital grancanaria. Es la tercera canaria que consigue ser becada por la institución. La precedieron los artistas tinerfeños Francisco Borges y Juan Bethencourt.

La Real Academia de España en Roma surge a raíz de la época del romanticismo, cuando existía el llamado ‘viaje a Roma’. Todos los artistas querían ir a la ciudad italiana para impregnarse de la cultura clásica. A partir de ese momento nacen este tipo de instituciones por parte de los países europeos. Un lugar donde artistas tuvieran un campo de estudio, un lugar de recogimiento y ensayo. Con un proyecto sobre el estudio del color de edificios históricos, Ramos consiguió una beca para llevar a cabo su investigación desde la capital europea del arte.

Arenales fue uno de los barrios que marcaron el principio del arte neoclásico en la ciudad. Se construyó a finales del siglo XIX y principios del XX, en un momento histórico para la capital grancanaria. Se comenzaba a dar la apertura económica con la construcción del Muelle de La Luz y de Las Palmas y se derribó la muralla que durante siglos había puesto el límite entre la zona urbana y la rural, englobando principalmente los barrios de Vegueta y Triana. Además, coincide con la época en la que aparece la figura del arquitecto que, hasta ese entonces, no existía en las Islas. “Muchos de los edificios de Arenales están bajo el estilo neoclásico que importan esos arquitectos de Madrid”, detalla Ramos.

Por aquellos años también se veían este tipo de construcciones en los barrios más pudientes de la ciudad, Vegueta y Triana. La idea que nacía en Arenales era la de barrio residencial, de familias de clase media-obreras que trataban de seguir ese gusto estético. En el neoclásico prima la horizontalidad, las aberturas, las puertas y las ventanas bastante altas. Los elementos de madera en las carpinterías y se comienzan a ver los trabajos de forja, de metal en los balcones, explica. Asimismo, comenzaba a construirse en La Isleta el tipo de vivienda que vemos en la actualidad, casa terrera de planta baja.

Con estos antecedentes, Ramos se acercó a Arenales y contactó con varios vecinos de la zona que le permitieron extraer restos de sus revocos. Se hizo con 98 muestras de nueve viviendas con las que se fue a Roma para comenzar su investigación en el mes de octubre. El objetivo era analizarlas a través de medios químicos. Una vez allí las englobó en resina y las miró a través de un microscopio óptico para ver las secuencias de capa de color y el tipo de mortero original que tenían. “En base a eso están los resultados. Los colores que han aparecido tienden entre ocres y rojos”, precisa, aunque también “hay verdes muy bonitos”. Los resultados de su investigación se encuentran en Roma hasta el mes de septiembre y el próximo año se expondrán en Madrid.

La rehabilitación de muchos edificios y los cambios que está sufriendo la ciudad fue lo que condujo a esta guiense a comenzar esta investigación. “Ahora está de moda quitar todo el revoco de edificios del siglo XIX hacia atrás, quitar todas las capas de pintura y dejar el inmueble desnudo”, explica la restauradora a la vez que resalta la importancia de que tenga esas capas que le ayudan a perdurar en el tiempo. “Eso protege al edificio de la intemperie y que no tenga problemas de conservación en futuro”, asegura.

“Hay un edificio en la calle Senador Castillo Olivares, una vivienda particular, en la que aparecen hasta 32 capas de color, eso es muy interesante”, ejemplifica. “Conocer la historia cromática de un edificio, siguiendo modas, siguiendo gustos estéticos con cada capa diferente, a mi me resulta muy atractivo”.

Ramos cree que se están perdiendo muchos elementos que son patrimonio de la ciudad y que la hacen singular. “Soy una enamorada de la capital grancanaria y cada vez que veo que se está derribando un edificio para construir uno de hormigón lo siento como una pérdida”, lamenta. La restauradora no se define como una “radical conservadora”, pero deja claro que debe existir una forma y una estética similar.

“Lo que sorprende al que viene de fuera es que nuestra arquitectura es muy local, singular, que no se ve en el resto de Europa gracias a nuestro clima y nuestra cultura”, insiste. Por ello considera que el color es un elemento más de nuestra historia para poner en valor y rescatarlo, algo que se está haciendo en otros puntos de España como Valencia o Granada. “Cuando se rehabiliten edificios antiguos o históricos se deben tener en cuenta los estratos de color. Nunca deben desaparecer porque es una fuente de información de cómo se construía antes”, recalca.

La piedra, los morteros de cal y la arena que se empleaba en esa época despiertan la curiosidad de la experta. “Los morteros de Arenales tienen un amplio contenido en arenas muy similar en todos los edificios analizados”, destaca, lo que viene a decir que la cogían a pie de obra. Es la arquitectura anterior a la Escuela de Arquitectura Las Palmas, a la Revolución Industrial y al boom turístico, que a Canarias llega un tiempo más tarde.

Ramos estudió Bellas Artes, se especializó en Restauración y se doctoró en Arquitectura por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Desde entonces se ha movido por todo el mundo haciendo lo que le apasiona: trabajar con el arte. Aunque la mayor de su carrera profesional la ha desarrollado fuera de Canarias, se considera una amante de las islas y siempre tiene ganas de volver. Sobre la posibilidad de trabajar en las Islas, reconoce que su vida es muy nómada pero, a diferencia del exterior, en las Islas es muy difícil encontrar trabajo. “Aquí hay que esperar a que salgan cosas y yo no puedo sentarme a esperar”.

A falta de las últimas pinceladas, su investigación se encuentra prácticamente en la fase final, terminando el proceso para hacer públicos los resultados del color del barrio de Arenales.

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