Coronavirus, la última epidemia en Canarias
El coronavirus es una enfermedad infecciosa generada por un nuevo tipo de coronavirus que hace su aparición en diciembre de 2019 en el continente asiático, y se oficializa el 11 de febrero de 202o, cuando la Organización Mundial de la Salud lo denominó oficialmente como COVID-19 y, exactamente al mes siguiente -el 11 de marzo- ,lo declara pandemia (1). Pero esta pandemia no es un fenómeno nuevo, ni mucho menos. Es una pandemia con antecedentes.
Desde hace mucho tiempo, desde la época de la Conquista de las Islas Canarias, tenemos noticias de las “epidemias”. Hay multitud de artículos y libros de investigadores que han escrito relatos de lo ocurrido entonces. Canarias, en aquel entonces, tenía un importante tráfico comercial y, por ello, su población se veía expuesta a un riesgo permanente de contagios procedentes del exterior. Cabe destacar la epidemia de peste que tuvo lugar en 1494 por la corrupción de los cadáveres, en el enfrentamiento de La matanza de Acentejo. Con el descubrimiento de América, Canarias igualmente se convirtió en una de las principales escalas para viajar al Nuevo Mundo. El comercio va a ser constante con el resto de Europa: los Países Bajos (Holanda, Bélgica y Luxemburgo), Inglaterra o Italia son solo alguno de los ejemplos. El importante movimiento en los puertos canario supuso que muchos barcos llegaran con enfermos que extendían sus epidemias por las Islas.
En el Archipiélago hubo casos de diversas enfermedades contagiosas: peste, fiebre amarilla, paludismo, vómito negro, lepra, tifus, viruela, etcétera. Las causas de estas epidemias acababan con la vida de más de un centenar de personas en muy poco tiempo sobre todo por la falta de higiene y por las malas condiciones de vida acompañando a la malnutrición de gran parte de la población, lo que favorecía que estas enfermedades infecciosas se extendieran con más rapidez. Así, se obligaba a aislar a los enfermos y se exigía a que hubiera un censo de la población afectada, al igual que ahora.
La primera epidemia de la que se tiene conocimiento tras la conquista se produjo en La Laguna (Tenerife), fue la de la Peste bubónica (1582), una bacteria infectiva capaz de transmitirse a partir de vectores (2) animales, como las ratas, que servían de reservorio; y las pulgas, que son el vector propiamente dicho. A partir de entonces, se impone una ley mediante la cual se obliga a cumplir una cuarentena por la que se prohibía desembarcar a los pasajeros de barcos sospechosos de llevar enfermos durante 40 días. La epidemia de peste que proliferó en la Baja Edad Media europea, la llamada «peste negra», corroboró que sólo las comunidades aisladas, como los monasterios o palacios, habían permanecido sin infección. Dos siglos más tarde, el médico italiano Girolamo Fracastoro demostró la eficacia del aislamiento para evitar el contagio. Aunque la peste siguió amenazando a Canarias ya a comienzos del siglo XVIII, acabó desapareciendo prácticamente de los puertos, tanto de las islas como de los europeos.
Otras plagas o epidemias que amenazaron Canarias fueron la fiebre amarilla, en 1703 y 1706, y la viruela, en 1780 y 1799. Terrible fue también el brote de cólera morbo que afectó al puerto de Las Palmas de Gran Canaria en 1851.
Otras epidemias afectaron a otras partes de España y el mundo. Las tres epidemias más importantes acabaron con casi 600 millones de personas, la viruela, el sarampión y la gripe española, el trío de la muerte. Estas tres enfermedades consiguieron acabar con más de 300, 200 y 100 millones de personas, respectivamente. La viruela se propagó fácilmente de una persona a otra por las gotas de saliva. Su propagación también podía darse por sábanas y ropa. Es más contagiosa durante la primera semana de la infección y puede seguir siendo contagiosa hasta que caigan las costras de la erupción. El sarampión se contagia mediante contacto directo y por el aire, a partir de las gotas de vapor que exhalamos al respirar. La gripe española es menos conocida, aunque consiguió acabar con la vida de entre el 3% y el 6% de la población mundial en apenas unos años, según las estimaciones. Estaba muy relacionada con la I Guerra Mundial, y su nombre se lo debemos a que España fue el primero de los países en informar de su existencia. El virus de la gripe se contagiaba de una persona a otra a través de las gotitas expulsadas al hablar, toser o estornudar y también al tocar objetos previamente contaminados por virus y tocarse a continuación la nariz, la boca o los ojos.
A pesar de que no son tan desastrosas, el tifus, el cólera, la “tercera pandemia” y la gripe de Hong Kong también se han llevado por delante a una nada despreciable cifra de 20 millones de personas. Algunas de estas enfermedades, como el cólera, de hecho, continúan afectando a la gente, incluso en la actualidad. Además, muchas otras epidemias a lo largo de siglo XX nos afectaron como la pandemia de gripe (H1N1), el brote de cólera en Haití (2010) y la epidemia de ébola (2014) en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Y la aparición de otros coronavirus como el (SARS-CoV) o Síndrome Respiratorio Agudo Grave que se detectó en el 2003 también en China, o el Síndrome Respiratorio Agudo Grave de Oriente Medio (MERS-CoV), detectado en Arabia Saudita (2012), o el virus del Zika, identificado en Uganda, en macacos, en 1947 y, posteriormente en el ser humano en 1952, y que azotó toda Latinoamérica con varios millones de infectados produciendo cuadros de microcefalia. En todas las epidemias pasadas, las medidas que se tomaban fundamentalmente eran las de aislamiento, confinamiento y cuarentena como terapia común, medidas esenciales para atajar la transmisión de los gérmenes.
Han pasado muchos años, incluso siglos, y todavía se siguen aportando estas soluciones para atajar estas epidemias que nos afectan, pero ahora estamos en el siglo XXI y nos preguntamos cómo la llamada revolución tecnológica no nos ha ayudado para avanzar y mejorar en el control de estas epidemias con el coste personal y humano que han tenido.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha dicho que las epidemias no se eliminan solo son “aislamiento, confinamiento y cuarentena”, hacen falta test rápidos y el contacto telemático para controlar los infectados. Además, con un sistema público sanitario acorde al nivel desarrollo que tiene el país y un equipo humano sanitario, formados en salud pública y epidemiología. Los brotes epidémicos se controlan en base de detectar precozmente los casos y tratarlos eficazmente, para lo cual son fundamentales las pruebas o test de detección. A lo largo de estas semanas las pruebas o test que se ha utilizado ha sido la “Reacción en Cadena de la Polimerasa” (PCR), que es una prueba que permite detectar un fragmento del material genético del coronavirus, con el inconveniente que tardan varias horas y no se pueden desarrollar en casa.
En la actualidad, y a diferencia de la PCR, estos test rápidos no identifican el ARN del coronavirus, sino que detectan, o bien anticuerpos producidos frente al virus utilizando una muestra de sangre, que es otra manera de conocer si el paciente está o ha estado infectado, o bien proteínas del virus presentes en las muestras respiratorias de exudado nasofaríngeo. Son pruebas que se pueden desarrollar en casa. Hasta ahora en España no se ha podido detectar un mayor número de casos por la vía rápida por la inexistencia de estas pruebas o test. Para su realización se deberían establecer criterios dando prioridad a los trabajadores sanitarios y sociales, así como a los servicios de seguridad como personas de mayor exposición o riesgo.
En Corea del Sur se ha introducido el sistema de alertas nacionales para teléfonos móviles que avisa a los habitantes de distritos o localidades cuando se ha detectado un caso en su zona y enlaza a información detallada sobre los últimos lugares por los que pasó el contagiado.
A nivel nacional, el gasto sanitario público consolidado en salud pública, llegó al 1,1% del total del presupuesto (2017), y en Canarias, también en dicha materia, al 0.9% (2017) y (2020) (3). Creo que son parcelas de la salud que se deberían tener más al día para responder a las posibles epidemias u otras emergencias sanitarias que pudieran ocurrir en Canarias
La infección viral del Coronavirus se produce por contacto directo o inhalación de las gotitas llevadas por el aire desde una persona enferma a una sana. En esta enfermedad tiene gran importancia la transmisión por contacto indirecto, por medio de las manos y los artículos recién contaminados por los exudados nasofaríngeos de las personas infectadas; esas manos contaminadas los transportan hasta las membranas mucosas de los ojos y de la nariz. Los síntomas pueden aparecer a los 2-14 días después del contagio, y son: Fiebre, Tos y Falta de aliento.
La medición básica es la tasa de ataque (4) es un tipo de incidencia acumulada y la tasa de ataque secundario será, así, el total de casos sobre el total de expuestos en cada una de las generaciones observadas en el interior del grupo de estudio. Su interés epidemiológico radica en que permite medir la capacidad de producción de casos secundarios entre los expuestos, a partir de un caso primario. Es, por tanto, una medida básica de la difusión de la enfermedad en la transmisión persona-persona como se presenta en el coronavirus.
Otra medida de la dinámica de la enfermedad transmisible es la tasa de contacto o parámetro de reproducción (r) (5). Su estudio permite conocer la potencialidad de la transmisión de la enfermedad mediante su aplicación al cálculo de la Tasa Básica de Reproducción (R0) (). Depende de la duración del periodo infeccioso, de la probabilidad de ser infectado un individuo susceptible durante un contacto, y del número de individuos nuevos susceptibles contactados por unidad de tiempo.
Su expresión matemática es: R0 = T * r. Siendo T, la población total y r, la tasa de contacto o parámetro de reproducción
Es un parámetro importante para medir la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en una población. A partir del valor umbral 1,0 nos puede indicar la dinámica de este. En estos momentos la tasa básica de reproducción, en España, se encuentra alrededor de dos-tres o sea que de cada caso primario se están contagiando dos o tres personas. Hay que lograr 1 a 1 para confirmar que estamos en vías de controlar la enfermedad.
En estos momentos estamos atravesando momentos difíciles, pero es conveniente saber, que esta epidemia pasara como han pasado las anteriores, pero, sobre todo, es importante que los gobiernos doten de recursos económicos y humanos en las diferentes disciplinas de la Salud Pública (epidemiología, higiene de los alimentos, sanidad ambiental y promoción de la salud) para que estás situaciones no nos vuelvan a coger sin una respuesta inmediata.
Bibliografía
- Lorenzo D. Las epidemias en Canarias. Revista Binter. 2016.
- Pérez P. La terrible epidemia de peste en La Laguna en 1582. Tagoror digital. 2019.
- Santana A. El cólera, la epidemia mas virulenta. La Provincia. 2013.
- Sanidad-Consumo y Bienestar social M. Estadística de Gasto Sanitario Público. Madrid: Sanidad, Ministerio; 2017.
- Prevention CfDCa. Sintomas y pruebas. Enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). Atlanta (USA): https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-nCoV/index.html; 2019.
- Ridenhour B, Kowalik J, Shay D. El número reproductivo básico (R0): consideraciones para su aplicación en la salud pública. Rev Panam Salud Publica. 2015;38(2):167-76.
3