La extinción del lagarto altera el funcionamiento de los ecosistemas canarios
La reducción de las poblaciones de los emblemáticos lagartos gigantes de Canarias compromete la supervivencia de flora que solo existe en las islas, según ha comprobado un estudio de la Estación Biológica de Doñana, que advierte de hasta qué punto el hombre cambia los ecosistemas.
Los investigadores Néstor Pérez-Méndez, Pedro Jordano y Alfredo Valido publican en el último número de la revista Journal of Ecology un trabajo en el que analizan de qué manera influye la reducción de las poblaciones de lagartos gigantes (incluso su extinción en algunos casos) en las plantas que depende de estos reptiles para que dispersen sus semillas por el medio.
“Desde la llegada de los primeros colonizadores a las islas (en el siglo XV) y, sobre todo, de especies invasoras asociadas a los humanos, como pueden ser los gatos, se inició un proceso de extinción de los lagartos gigantes en Canarias hasta nuestros días”, explica Alfredo Valido, director de este proyecto de investigación de la Estación de Doñana, en un comunicado difundido por el CSIC.
En este caso, los biólogos han comprobado que la orijama (Neochamaelea pulverulenta), un arbusto endémico de las islas Canarias, depende exclusivamente de los lagartos de mediano y gran tamaño que comen sus frutos para dispersar sus semillas.
Mediante el empleo de datos ecológicos y genéticos, este equipo del CSIC ha demostrado que la desaparición de los lagartos gigantes canarios ha provocado una reducción drástica en la conectividad genética en las poblaciones de esta planta, alterando además sus características genéticas a lo largo de su área de distribución.
El trabajo demuestra que en aquellas islas donde los lagartos gigantes han desaparecido, la conectividad desciende bruscamente, provocando aislamiento y cambios genéticos en las poblaciones de orijama.
Los resultados del trabajo alertan sobre la necesidad de conservar a las especies de frugívoros de mayor tamaño que además son los más vulnerables a la actividad antrópica, remarca el CSIC.
“Su extinción supone no sólo un duro golpe al patrimonio natural de Canarias, sino que además provoca múltiples efectos en cascada en el funcionamiento de los ecosistemas, a veces tan poco evidentes como los que reportamos en este estudio”, concluye Valido.