Liquidez
Luisa poseía la especial habilidad, como casi todos los niños autistas, de memorizar cosas sin parar. Sabía recitar con la misma facilidad que la tabla del 5 una página del BOE con el listado completo de aprobados a las oposiciones de Auxiliar Administrativo de Salud: nombres, apellidos y hasta su correspondiente puntuación final en las pruebas. Se había convertido en una obsesión insoportable para ella.
Al llegar a la página 289 de las páginas amarillas de aquel año le sobrevino un brote psicótico. Entre gritos y después de casi un mes de silencio dijo basta con un alarido que buscaba oxigenar su asfixia. Se metió en la piscina del chalé y, como queriendo exorcizarse y liberar ese pesado yugo, se sumergió con el listín telefónico pegado al pecho, ignorando que justo ahí sus padres escondían, al principio de la letra B, el sobre que cada mes recibían religiosamente del tesorero del partido.
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