La matraca vuelve a sonar en Santa Ana

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La “Matraca” de la Catedral de Santa Ana ha vuelto a sonar este domingo ante la curiosidad de numerosos fieles que se han acercado a ver este instrumento litúrgico de más de 300 años, que ha sido restaurado de forma altruista por el maestro matricero Jacobo González Velázquez.

González Velázquez ha señalado que la recuperación de esta pieza, la más grande de Canarias, se debe a una visita que efectuó a principios de este año a la catedral para revisar el estado del campanario, donde halló en mal estado y abandonada en el suelo este instrumento, y rescató con ayuda de una cuerda y de un imán dos de sus martillos caídos en la cornisa del edificio.

Tras solicitar permiso al canónigo José Lavandera, director de Patrimonio Histórico de la Diócesis, González trasladó el instrumento al taller de su casa, en Santa Brígida, donde pacientemente ha logrado su restauración, para la que ha contado con la ayuda de la Iglesia, que sufragó los 1.000 euros necesarios para reponer las piezas que faltaban.

Se trata de una matraca de madera de tea canaria, que dispone de cuatro alas en cruz, dieciséis yunques y ocho martillos que golpean las alas cuando se hace girar el instrumento mediante una manivela, ha explicado este maestro de 67 años, ya jubilado, hijo adoptivo de Santa Brígida y natural de Garachico, en Tenerife, lo que ha relevado con orgullo.

Tras las dos misas que se han oficiado este domingo en la catedral se ha hecho sonar la matraca después de que dejara de usarse en torno a 1950, según ha indicado Lavandera, quien ha informado de que será colocada de nuevo en el campanario para cumplir su función: llamar a los fieles en Semana Santa, entre los gloria del Jueves Santo y de Resurrección.

Lavandera ha explicado que el nombre de matraca es de origen árabe y significa martillo o también golpear, y que se introdujo en Europa, a través de Alemania, en la Alta Edad Media. Este instrumento litúrgico también se empleó para acompasar el pisado de las uvas, así como para otros menesteres, y en el orden religioso suplió a las campanas en Semana Santa porque no se permitían tocar en esos días para llamar a los fieles, ha indicado el canónigo.

En cuanto a la antigüedad de la matraca ahora restaurada, Lavandera ha manifestado que se trata de la más grande de Canarias y posiblemente la más antigua.

Así mismo, ha comentado que la primera referencia que se tiene es de 1701, cuando el campanero Bartolomé Sánchez pidió soga y jabón para emplear en ella, y, entre otras anécdotas, también se ha referido a que la iglesia de San Agustín quiso en su día tener una, lo provocó la protesta del cabildo catedralicio porque solo podían disponer de estos instrumentos las catedrales.

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