Las primeras monedas canarias, marcadas con el Teide y hojas de palma

Moneda hallada en la Iglesia de la Concepción en Santa Cruz de Tenerife. Se trata de un maravedí de Carlos III en una emisión especial realizada para Canarias en 1774

EFE/ Ana Santana

Santa Cruz de Tenerife —

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Desde la Conquista y hasta el siglo XVIII las monedas que circularon en Canarias se diferenciaban de las de Castilla al proceder en su mayor parte, paradójicamente, de Portugal, e incluso se llegaron a marcar con símbolos de las islas: el Teide en Tenerife y una hoja de palma en Gran Canaria.

Estos son parte de los datos que han recopilado los investigadores Eduardo Almenara, Ana Rosa Pérez y Candelaria Martín del Río en su publicación Numismata Canariarum. La moneda de Tenerife, que edita el Instituto de Estudios Canarios con apoyo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno canario.

Eduardo Almenara explica en una entrevista a EFE que comenzó a investigar esta cuestión desde 2000 al apreciar que había “un vacío” en lo que se refiere a la moneda fraccionaria -la de cobre o de los pobres, bromea- que circuló por la islas desde los Reyes Católicos hasta Carlos III, quien impuso la homogeneización en este ámbito.

En su análisis los investigadores han recurrido a archivos estatales, entre ellos el de Simancas, que cuenta con la documentación de la Casa de la Moneda porque, precisa Almenara, los historiadores sabían que circulaban reales y maravedís, por ejemplo, pero no qué emisiones llegaban a la islas ya que en las fuentes de la época se prescinde de dar detalle sobre este extremo.

Tras la Conquista de las islas el Reino de Castilla se percató de que era muy costoso traer a especialistas en moneda al archipiélago, donde además no había metal para acuñar moneda, por lo que se optó por implantar en principio la misma moneda castellana pero resultó inviable por el costo.

Entonces se decidió “crear una moneda a la medida” de las islas con material más barato, esto es, los “ceutíes”, una pequeña pieza de cobre que toma su nombre de la época de dominio portugués sobre Ceuta y que en las islas se intercambió con los reales castellanos a partir de 1450 aproximadamente.

Esa fecha corresponde al hallazgo más antiguo de un ceutí, que apareció en Los Silos (Tenerife) y queda la duda de si llegó ahí por un intercambio comercial con barcos portugueses o con los castellanos en la isla.

También entre los hallazgos más antiguos se encuentran unas 50 piezas que aparecieron durante las obras de rehabilitación de la Iglesia Nuestra Señora de La Concepción en Santa Cruz de Tenerife, y otras once se localizaron recientemente durante la reforma de la Catedral de La Laguna.

Todas son ceutíes de diferentes fechas y esto revela que era la moneda de circulación más abundante al menos en Tenerife, aunque Almenara cree que esta afirmación puede ser extensiva al resto del archipiélago.

También en la década de los 60 del siglo XX una tormenta derribó un muro en el paseo de San Blas de Candelaria y sacó a la luz una moneda de este tipo, que recogió Diego Cuscoy y que hoy está expuesta en el Museo de Historia en La Laguna.

Los canarios llegaron a considerar a los ceutíes como su moneda propia pese a que su uso estaba prohibido en Castilla, donde “se hizo la vista gorda” con el circulante en el archipiélago.

Las autoridades se vieron en la necesidad de adecuar el sistema monetario castellano a sus propias circunstancias y de este modo un real o un maravedí tenían una diferente apreciación en las islas y en la Península.

Asimismo, además de la presencia en las islas de piezas portuguesas, circularon otras procedentes de México y Santo Domingo y la situación era tan compleja que ya en el siglo XVIII, con los Borbones, aún continuaba en curso moneda de los Reyes Católicos y de la dinastía de los Habsburgo, es decir, ejemplares emitidos 200 años antes.

Pero volviendo a los ceutíes, prosigue el investigador, para que las islas no se quedasen sin moneda por el comercio nació la idea de marcar las piezas en las islas para su uso local, y la unidades pequeñas se recortaron y marcaron con algo reconocible como propio, como una palmera en La Palma, una hoja de palma en Gran Canaria y el Teide en Tenerife.

Con la llegada del rey ilustrado, Carlos III, llegó la orden de acuñar una nueva moneda para todo el territorio de la corona española, incluida Canarias y América, de tal manera que el 93 por ciento de las monedas halladas en excavaciones arqueológicas a partir del siglo XVIII proceden de 1774, cuando incluso hubo una emisión especial de maravedís realizada para las islas.

Esta homogeneidad monetaria fue bien acogida en Canarias, pues sus habitantes se encontraron con piezas bien realizadas y fácilmente legibles, de tal manera que los cronistas de la época afirma que fueron recibidas con alborozo por la población.

Fue la caída en el olvido de la antigua “moneda canaria”, con piezas deterioradas que favorecían la falsificación, puntualiza Eduardo Almenara.

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