¿Cómo disfrutar del verano sin terminar en Urgencias?

Limpieza de hortalizas antes de ser preparadas.

D.M.

Santa Cruz de Tenerife —

La alimentación sirve para nutrir a las personas de manera saludable, pero, ¡ojo!, a veces también es el camino que conduce a enfermar y por ello a tener que acudir, por ejemplo cualquier día del mes predilecto para disfrutar de las vacaciones (agosto), a un centro de salud o incluso a Urgencias de un hospital. Si no se respetan y aplican unas recomendaciones mínimas de higiene y conservación alimentarias, junto a la “responsabilidad y coherencia” que hay que aplicar en lo que se sirve a la mesa, la bióloga Maite Hernández Álvarez lo tiene claro: pueden darse problemas en la salud de las personas.

Como señala la bióloga, “existen en esta época más peligros que acechan en las comidas veraniegas del chiringuito de playa, del restaurante, de la cafetería o del campamento. Esto ocurre porque las bacterias, que conviven con nosotros dentro y fuera de nuestro cuerpo y además a diario, pueden pasar de ser esos vecinos con los que colaboramos a convertirse en agentes patógenos que nos arruinan las vacaciones, e incluso pueden generar serios problemas de salud”. Algunas de esas bacterias son bien conocidas por todos: Salmonella, Escherichia coli, Bacillus cereus, Listeria monocytogenes…

La población de alto riesgo

Los grupos de bebés, niños, mujeres embarazadas y ancianos constituyen la denominada población de alto riesgo. Son las personas que pueden verse más afectadas, ya que los primeros no tienen bien desarrollado su sistema inmunitario frente a esos microbios. Además, las mujeres embarazadas pueden transmitir al feto ese tipo de patógenos y que ello derive en malformaciones y anomalías en el desarrollo.

Para evitar las temidas toxiinfecciones alimentarias, más habituales en estas fechas, dice la especialista que, ante todo, “hay que ser responsables y conscientes, y también ser exigentes a la hora de proceder a la alimentación propia y de la familia. Hay que hacer esta reflexión básica: todos somos manipuladores de alimentos”.

Maite Hernández afirma que “la época de verano es idónea para que microbios y bacterias disfruten multiplicándose por doquier. La temperatura ideal para ellos es de 37º centígrados. Si hay una temperatura ambiente entre 30º y 40º, la propia de estas fechas, es estupendo para ellos. Si luego añadimos que hay humedad suficiente y nutrientes (como en las paellas, ensaladillas…), pues tenemos todos los elementos para la multiplicación que puede ocasionar una toxiinfección alimentaria”, explica la bióloga del Colegio Oficial de Canarias.

Conductas aptas para eludir los problemas

Para prevenir problemas de salud y así poder vanagloriarse de que las vacaciones se desarrollaron sin tener que acudir al médico o al hospital por una intoxicación o similar, lo más sensato, tal y como expone Hernández, es llevar a rajatabla la siguiente tabla de recomendaciones:

-Hay que estar atentos a cualquier olor extraño que pueda indicar que un alimento está contaminado.

-Se debe vigilar el aspecto y la presencia de mohos o colores no habituales.

-No hay que comer helados con escarcha o que se vea con claridad que han sido descongelados y vueltos a congelar.

-No debe aceptarse vajilla sucia o rota.

-No hay que tomar bebidas que no sean abiertas en presencia del consumidor.

-Ante cualquier duda con los alimentos, siempre es preferible desecharlos y advertir al restaurante, la cafetería o el lugar donde se han solicitado.

Para el caso de los restauradores o de oficios equivalentes, que en todos los casos deben disponer del carnet de manipulador de alimentos, las cuestiones básicas a tener muy en cuenta son:

-La temperatura de cocinado. Las temperaturas superiores a 75º centígrados matan a la mayoría de patógenos y, a partir de 100º, a todos. De ahí que, a pesar de la mala manipulación en algunos casos, el cocinado de los alimentos salve a los consumidores de contraer toxiinfecciones alimentarias.

-Condiciones de almacenamiento. Nunca se puede dejar los alimentos a temperatura ambiente, menos en verano. La conservación debe realizarse en nevera o congelador. A temperaturas entre 4º y 6º, los bichitos dejan de multiplicarse; a -18º centígrados, están en estado latente y no se multiplican, aunque despiertan durante la descongelación. Por esto es tan importante descongelar en la nevera a temperatura controlada.

-La higiene de manos, utensilios y superficies. Todo el trabajo de control de las materias primas y su procesado puede comprometerse por una contaminación cruzada; es decir, cuando los alimentos preparados se contaminan por unas manos sucias o unos cubiertos, la vajilla o las superficies contaminadas.

-La responsabilidad personal. Es el ingrediente esencial en la seguridad alimentaria. Se debe pensar que la salud depende de nosotros mismos; luego, no hay que servir alimentos de los que no se esté seguro de su inocuidad.

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