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Una herencia de megaproyectos en La Laguna

El concejal de Unid@s se puede en La Laguna, Rubens Ascanio.

Rubens Ascanio

Fernando Clavijo y Ana Oramas no solo dejaron una deuda de 105 millones en las arcas de La Laguna; también dejaron un reguero de proyectos faraónicos y millonarios difícilmente realizables. Hoy me gustaría hablarles de dos de los más sangrantes.

El primero es el proyecto ganador del concurso de ideas para el nuevo mercado municipal, valorado en más de 10 millones de euros (que es más o menos lo que La Laguna gasta en un año en su capítulo de inversiones reales). A ese proyecto anunciado en 2012, que los portavoces de Coalición Canaria dijeron que iba a ponerse en marcha en 2013, también se deben sumar cinco millones más por el encauzamiento del barranco de La Carnicería.

Lo hemos dicho en varias ocasiones: hace falta un proyecto de recova adaptado a nuestra realidad económica y a las necesidades de los recoveros y recoveras, un proyecto que desde este colectivo han diseñado, pero al que se les dice que no con la falsa excusa de que el proyecto ganador no se puede cuestionar.

El segundo ejemplo es casi igual de disparatado. En las ruinas de la antigua iglesia de San Agustín, la alcaldesa Ana Oramas puso en marcha un concurso para un gran espacio cultural y auditorio. El proyecto ganador incorporaba ideas “luminosas” como cubrir de tea el techo caído de la antigua iglesia, derruir la edificación anexa catalogada y poner una fachada también cubierta de tea... El coste de esta megalomanía era de ocho millones de euros. Un auténtico disparate que ni siquiera tenía en cuenta que la edificación que pretendía derruir está protegida en su fachada.

Recientemente, Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, dejaba un curioso comentario en redes sociales donde explicaba que no piensa tragar con ese tipo de proyectos millonarios encargados por los antiguos gobernantes y que piensa adaptarlos a la realidad económica de su institución. El suyo no es el único ejemplo. Esa misma lógica se está imponiendo en muchas administraciones donde los aires nuevos han pasado por racionalizar los gastos, aprovechar los recursos disponibles, pensar más en el interés de la ciudadanía y menos en los grandes fastos del pasado.

Los megaproyectos del mercado y del centro cultural de San Agustín siguen ahí, debajo del brazo de los herederos de Oramas y Clavijo, que tienen los mismos sueños fatuos de siempre, de tijeras doradas y cintas de seda que cortar.

Cuántas cosas podríamos hacer con muchísimo menos derroche de recursos públicos, aprovechando los conocimientos y las experiencias de nuestros propios técnicos municipales, poniendo en definitiva sobre la mesa necesidades reales de la gente. Qué ganas tengo de sacar el mercado de la jaima de plástico en la que lo han metido desde hace ya más de diez años, qué ganas de ver abiertas las ruinas de San Agustín, de que sean estudiados los restos de enterramientos centenarios de su subsuelo y con un edificio público anexo rehabilitado, el que pueda cubrir las numerosas demandas ciudadanas y materiales existentes en nuestro municipio, que a lo tonto sigue gastando cada año casi un cuarto de millón de euros en alquileres más que cuestionables.

*Portavoz de Unidos Se Puede en el Ayuntamiento de La Laguna

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