El 70% de las camareras de piso se automedica para reducir los dolores por el trabajo, según un estudio de CCOO

Integrantes de CCOO que este miércoles presentaron los resultados del estudio en Santa Cruz de Tenerife

María Fernanda Suárez

Santa Cruz de Tenerife —

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La lucha de las camareras de piso en Canarias por conseguir unas condiciones de trabajo dignas no se reduce a eliminar la brecha salarial en el sector hotelero. La carga de trabajo que estas empleadas soportan durante sus jornadas laborales es tan alta que termina pasando factura a la salud física y psicológica de ellas, lo que las lleva a consumir un elevado número de fármacos “para dar la talla”.

Un reciente estudio realizado por Comisiones Obreras (CCOO) para todo el país sobre la salud laboral de las camareras de piso así lo contempla, a la vez que afirma que el 70% de las mujeres que ocupan esos puestos usan medicamentos sin asesoramiento profesional para reducir los dolores que sufren. 

Ibuprofeno, paracetamol, tramadol, lyrica y enantyum son algunos de los fármacos más consumidos por las camareras de piso, “e incluso hay compañeras que se han puesto parches de morfina”, dijo Gladys Medina, sindicalista y camarera de piso, “pero no podemos esperar en casa a que nos atienda un especialista de la Seguridad Social en 2023”.

En una rueda de prensa celebrada este miércoles en el edificio sindical de Santa Cruz de Tenerife, con motivo de la presentación del proyecto Tus derechos, la mejor medicina, se analizaron los resultados de dicho sondeo, así como algunos datos sobre el turismo y el empleo en el archipiélago.

Desde el sindicato, pidieron un urgente plan de riesgos laborales y prevención destinado a estas trabajadoras, para disminuir el impacto de las malas prácticas en su salud y su calidad de vida. Con esto se busca que las camareras de piso sean protagonistas y participen en las actividades sindicales a favor de la salud para que aporten una buena información para la elaboración de materiales formativos de calidad.

José Rodríguez Valdés, encargado de Salud Laboral en la Confederación Sindical de CCOO, apuntó a la alarmante ingesta de sustancias hipnosedantes (pastillas para dormir, para atacar la ansiedad o para tratar depresión) entre la población laboral de la hostelería. Aumenta cada vez más frente a la disminución continua de drogas como el alcohol o el tabaco y ocupa el segundo puesto en la lista de sustancias más consumidas. En el sector hostelero, el consumo de hipnosedantes ha pasado del 5,4% en 2008 al 8,2% en 2014, “y si separamos este dato por sexos”, el 4% corresponde a consumo masculino y el 12% a consumo femenino.

La plantilla total de camareras de piso en Canarias fluctúa entre 15.000 y 20.000 personas, según las temporadas de más o menos turismo. Al ser un sector laboral muy feminizado, son ellas las que sufren la mayor parte de las consecuencias de la automedicación. Valdés apuntó que el 70% de mujeres sienten constantes dolores, al menos en cuatro partes del cuerpo, como pueden ser las cervicales, distintas zonas de los brazos, los hombros y los músculos dorsales.

Con este panorama y una apremiante agenda de habitaciones por limpiar en el menor tiempo posible, para que entren los nuevos clientes, pueden llegar a ingerir hasta cuatro analgésicos o antinflamatorios. “Pero de esta forma solo se tratan los síntomas, no la causa de las afecciones, y poco a poco hacen falta fármacos más potentes para que el dolor disminuya”, resaltó José Rodríguez.

Además, con el fin de cumplir el rendimiento exigido, echan mano de sustancias estimulantes como café o bebidas energéticas. Esto tiene efectos secundarios muy negativos, como daños hepáticos, renales, digestivos, trastornos del sistema nervioso y desajustes de tensión.

Una jornada laboral en los pasillos del hotel

Gladys Medina, camarera piso en hotel Palacio de Isora y miembro de la Ejecutiva de CCOO en la parte de Servicios en Canarias, lleva 16 años trabajando en distintos ámbitos de la hostelería y dejó claro que “tomar fármacos para rendirle a la empresa no es una opción de trabajo y no podemos perder nuestra salud a cambio de un salario que es indigno”.

Contó que entre compañeras de trabajo se recomiendan medicamentos que les funcionan bien y tienen un amplio conocimiento de la variedad que hay en el mercado, pero poco o nada se habla de los terribles efectos secundarios. Tampoco pueden permitirse la espera de las listas del Servicio Canario de Salud o acogerse a bajas laborales porque eso implica cobrar menos.

Durante un día normal de trabajo, aparte de limpiar a primera hora de la mañana las zonas comunes y hacerse cargo cada una de cinco salidas, se suma la constante presión que tienen por terminar las habitaciones en tiempo récord para que la ocupe un cliente que espera en recepción.

Así, el desgaste pasa también al plano psicológico y a la larga las consecuencias se llegan a notar incluso en sus ámbitos familiares. Gladys Medina puntualizó que cada hotel es distinto y no hay un número exacto óptimo para cada camarera de piso, pero lo que piden es que las empresas hoteleras planteen unas medidas acordes a los estudios ergonómicos y psicosociales que presentan desde el sindicato.

Los beneficios crecen y la inversión disminuye

Gonzalo Fuentes, coordinador federal de Hostelería y Turismo de Servicios CCOO, hizo especial hincapié en la falta de inversión por parte de las empresas en aumento de personal, así como en actualizar los materiales para que cumplan su trabajo de forma más eficaz.

Según dijo Fuentes, los últimos dos años fueron unos de los mejores en la historia del turismo, con 70 millones de ocupaciones en 2018 y 2019 continua en esa misma línea. De esta manera, las infraestructuras han mejorado para satisfacer las demandas de los visitantes, pero el capital humano que mantienen los edificios sigue siendo el mismo.

Este coordinador señaló además que esa estrategia ayudaría también a la economía y al desarrollo local, evitando la turismofobia que se da en zonas como Islas Baleares, donde el beneficio del turismo no se traduce en la mejora de los trabajadores hoteleros, que continúan en precario, ni de la economía del lugar.

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