No abandonamos Mogán, aunque nos acerquemos un momento a la zona de Tauro, porque queremos referirnos a la ampliación de la autopista del sur a esa altura. A lo peor va a tener razón don Carmelo Suárez, ese señor que representa en Puerto Rico los intereses de Oriente y de Occidente sin que nos conste que represente específicamente a nadie. Y decimos lo de tener la razón porque en este asunto de la carretera podría haber gato encerrado. Pero no por lo que decía, debemos matizar, sino porque un convenio que, al parecer, estaba a punto de caramelo, se ha encontrado con la oposición de los técnicos de la Consejería de Obras Públicas por un asunto que les va a sorprender: por un asunto de patas. Que qué son las patas, pues el número de viales que confluyen en la rotonda en cuestión. A los técnicos les parecen muchas, quizá porque no se han fijado en las que florecen en la carretera de Tafira o en la circunvalación, donde hay rotondas que más parecen garrapatas. Una evidencia que nos lleva a pensar que el licenciado Berriel no controla a sus cabras. Pero ya veremos cuando le digan al consejero Castro Cordobez, el hombre tranquilo, que la cosa no se inaugura cuando se debe porque se metió la pata. O porque no se quiere meter la pata. ¡Anda!, ¡qué mala pata!