Más en lo doméstico, el istmo concitó muchísimas presuntas unanimidades empresariales con el empleo de técnicas muy poco ortodoxas. Por ejemplo, los empresarios y comerciantes adscritos a la asociación Portoluz, prometieron apoyo inquebrantable a tan magno y fastuoso proyecto de La Gran Marina a cambio de que por parte del Ayuntamiento se ejecutara un ansiado proyecto, el de la peatonalización de la calle de La Naval y el relanzamiento de la zona comercial portuaria con inversiones en alumbrado, amueblamiento urbano, etcétera. Les dijeron que sí, que no se preocuparan, que con las perritas de Bruselas (tararí, que te ví) todo se paga. Veremos.