A grandes males, grandes remedios. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, terminó por aceptar todas las peticiones de entrevistas que le fueron formuladas por tres de los periódicos impresos canarios (nosotros no hemos tenido tiempo aún de solicitársela) para que todas se publicaran este domingo al alimón. En realidad fueron cuatro en total, si tenemos en cuenta que la que le hizo Rubén Acosta para La Provincia se publicó también en su fraternal colega, La Opinión de Tenerife. Soria necesitaba ese baño de plomo (antes no había bites sino moldes de ese metal que caían en unas cajas que a su vez componían las páginas) para recomponer de alguna manera su controvertida imagen tras una semana en la que ha protagonizado los más desairados desplantes a Canarias, bien en forma de plantones al viceconsejero de Turismo, o bien con sus ultimátum sobre las explotaciones petrolíferas cercanas, sin olvidar su sostenella y no enmendalla ante las bonificaciones aéreas y la supresión de las primas a las renovables. Si les somos sinceros, el líder del PP canario no aportó nada especialmente sustancial en esas entrevistas, aunque hemos encontrado algunos destellos noticiables en la que le hizo Carlos Acosta en El Día. En ella vemos a un Soria sofista, como siempre, tratando de envolver en contundentes y orondas palabras falsedades del tipo “yo garantizo que no habrá ni el más mínimo resquicio de riesgo medioambiental” en las extracciones petrolíferas. Una frase para la posteridad, desde luego.