La martingala de Megaturbinas de Arinaga se consumó el 17 de noviembre de 2004, cuando se reunió su consejo de administración para desarticular la empresa y dejar el camino libre al casero de Soria. Estaban en ese consejo Arnáiz, Miguel Jorge Blanco (presidente), Esteban del Nero, Lorge de Lorenzo Ramos, Gonzalo Piernavieja y el referido Francisco Cabrera. Actuaba de secretario el por todos conocido Ángel Cervantes, el fontanero legal que tenía Arnáiz para las chapuzas y componendas. Aquella reunión, según relata Cabrera, fue un infierno, con fuertes discusiones entre él y Arnáiz por los intentos de cargarse la compañía. Miguel Jorge Blanco, que llegó tarde, tuvo que salir para recibir instrucciones telefónicas (previsiblemente de Larry Álvarez) y finalmente se votó no concurrir al negocio eólico, que era lo que pretendía el PP. Pero el acta dice otra cosa.