Ya metidos en arenas sureñas, soltamos un otrosí: deben quitarnos la condición de adivinos y excluir la posibilidad de que el empresario Eugenio Hernández quiera el bar-cafetería del Faro. No lo pensó así León y Castillo cuando lo dibujó, acuerdo por acuerdo. Además, no estaría mal que en ese municipio, tan sensible en momentos de bache económico, se puedan hacer cosas con la oposición. Allí, el popular Marco Aurelio Pérez no es de la saga energúmena del fini-Llarry-ismo. Porque Marco Aurelio sabe dialogar y quiere ganar las elcciones de 2007, y para entonces Larry Álvarez será una sombra china en la mente incluso de su jefe.