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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

En los aledaños del maletín

Álvaro Arvelo en el tramo final de su mandato al frente de CajaCanarias, cuando transitoriamente pasó a llamarse Banca Cívica.

Rodolfo Núñez se limitó a decirle al periodista de El Confidencial que, lista Falciani en mano, lo telefoneó el viernes, que él no tiene ni ha tenido nunca nada que ver con el BSHC ni, por lo tanto, con ninguna cuenta abierta en esa entidad en Suiza. Pero la ficha del banco lo delataba: su nombre, sus dos apellidos, domiciliado en Santa Cruz de Tenerife, de profesión “banquero”, incluía además un número de teléfono móvil al que el periodista llamó. Al otro lado se oyó la voz de Rodolfo Núñez que educadamente se sacudió el tranque como pudo. Aparecer en la lista Falciani no equivale necesariamente a haber cometido un delito o a ser evasor fiscal. Puede ser que los clientes del HSBC hayan depositado en sus cuentas dinero procedente de actividades lícitas que han tributado sus impuestos en sus respectivos países de residencia. En el caso español, puede incluso que esos impositores hayan podido regularizar su situación con el fisco acogiéndose a la generosa amnistía fiscal que el PP promulgó nada más llegar al poder. Pero en el caso de Rodolfo Núñez, la operativa de la cuenta que aparece en la lista Falciani es de la que los expertos llaman circunstancial, es decir, abierta para un asunto muy concreto en el tiempo. De hecho, siempre según la lista, Rodolfo Núñez abre su cuenta en Suiza en 2001 y cinco años después sólo tiene en ella unos exiguos 4.300 dólares, importe infrecuente para las pretensiones que se persiguen con este tipo de cuentas. No se sabe a estas alturas cuál fue la cantidad de apertura ni los movimientos que experimentó a lo largo de estos años, ni siquiera cuál es su saldo actual, porque la lista del informático se detuvo en el momento que se detuvo. Pero sí se conoce un dato trascendental: fue abierta en 2001 el año del pelotazo de la playa de Las Teresitas en la que el titular de esa cuenta aparece mencionado por la Policía insistentemente como “el cerebro” de la operación.

Fraguado desde 1998

Con los datos que esa ficha de la lista Falciani proporciona, es imposible evitar un ejercicio de reconstrucción de lo que ocurrió en aquellos floridos años del poder absoluto de ATI en Tenerife, con Miguel Zerolo gobernando el Ayuntamiento de Santa Cruz con mayoría absoluta; con el Gobierno de Canarias en manos de Manuel Hermoso (1993-1999), y con la impunidad campando a sus anchas entre los empresarios más destacados del régimen, verbigracia, Ignacio González Martín y Antonio Plasencia. Fue en 1998 cuando empezó a fraguarse todo con el préstamo de 5.500 millones de pesetas (33 millones de euros) a un testaferro de González Martín, sentado en el consejo de administración de CajaCanarias, cuya presidencia estaba en manos de Rodolfo Núñez, con Álvaro Arvelo de eficaz mano derecha. Prestaron el dinero para el pelotazo de Las Teresitas sin los mínimos miramientos bancarios y en la víspera de que se conociera una sentencia del Supremo que otorgaba más valor urbanístico que el que tenía a ese frente de playa que, ahora en este siglo, ya sabemos que era propiedad del mismo Ayuntamiento que lo compró. Cuenta el letrado de la Comisión de Control de CajaCanarias (y lo cuenta ante la juez instructora del caso Las Teresitas, Carla Bellini) que a él y a los demás miembros de ese órgano les llamó la atención que a la reunión en la que debía abordarse el asunto acudieran Rodolfo Núñez y Álvaro Arvelo, que nunca se habían interesado tan vivamente por un préstamo de la entidad. Y menos en aquellos años en los que las cajas eran un auténtico coladero de operaciones ruinosas. Ni que decir tiene que la Comisión de Control, sin ni siquiera acreditar quién estaba detrás de la empresa solicitante, informó favorablemente y el préstamo se concedió a un obrero que ganaba apenas 120.000 pesetas de salario al mes, y con la única garantía de un suelo con unas expectativas urbanísticas más que discutibles. Núñez sostuvo que la operación fue “impecable”.

Que le pregunten a Plasencia

Fue más tarde, en 2001, el año en que Núñez abrió su cuenta en el BSHC, cuando ese dinero regresó a CajaCanarias gracias a la venta del frente de playa, por 8.750 millones de pesetas (más de 52,5 millones de euros). Lo pagó el Ayuntamiento de Santa Cruz tras un convenio que, en ese momento, todavía no estaba definitivamente aprobado. Eran tantas las prisas de los agentes en presencia que ni siquiera se dignaron contestar las alegaciones presentadas en la vía administrativa para, acto seguido, llevar a pleno la aprobación definitiva. Con el dinero de los vecinos de Santa Cruz, Ignacio González y Antonio Plasencia devolvieron los 5.500 millones a CajaCanarias, sin que a día de hoy se sepa con exactitud el destino de los 3.250 millones de margen que dejó la operación, cantidad a la que luego hubo que unir el grueso del pelotazo, la recalificación de los terrenos de Valle Huertas, que elevaban las ganancias de los dos empresarios a los 90 millones de euros. Y es en esos 19 millones de euros (3.250 millones de pesetas) donde debería estar el misterio que no supieron desentrañar ni la fiscal anticorrupción de Canarias, María Farnés Martínez, ni la jueza instructora, Carla Bellini, para verificar si hubo o no sobornos. ¿Se quedó ese dinero en la misma cuenta de CajaCanarias desde la que se liquidó el préstamo? No, al menos así lo explicó en su día a varios interlocutores el empresario Antonio Plasencia, que habló de siete lotes de 400 millones de pesetas (2,4 millones de euros) y de repartos de calderilla para los más tontos del lugar. El delito de cohecho, cuyo grado mayor prescribe a los 10 años, ya no es de aplicación en este caso, pero sería muy recomendable, para darle una satisfacción a esta sociedad tan desanimada y un chute de credibilidad a la justicia, que se hiciera una investigación sobre la cuenta en Suiza de Rodolfo Núñez, porque de repente puede despejar alguna incógnita.

Santiago Pérez, otra complicación para el PSOE

No es oficial, pero ya pueden ir dando por hecho que el ex dirigente socialista Santiago Pérez encabezará la lista de Nueva Canarias al Parlamento de Canarias por Tenerife. Lo dejó casi casi dicho para la posteridad en la magnífica entrevista que este domingo publicó Diario de Avisos de manos de Carmelo Rivero (con muy buenas fotos de Fran Pallero, que siempre nos olvidamos de esos otros reporteros). A la candidata Patricia Hernández y a todo el PSOE se le abre un nuevo flanco que sumar a la quiebra interna, a los desalmados que quieran asaltarla, a la levedad de la candidatura, a las presiones sureñas y al robo de tostada procedente del flanco izquierdo de Podemos que, por cierto, acaba de elegir a la mejor candidata de cuantos se presentaron a la secretaría general, Meri Pita. Pero volvamos a Santiago Pérez. Su abandono del PSOE en 2011 tras perder unas primarias contra José Miguel Pérez, secretario general, supuso que muchos lo dieran por perdido definitivamente para la política, pero este mandato discreto pero contundente de concejal de oposición en su ciudad, la de La Laguna, le ha mantenido la musculatura lo suficientemente caliente como para aceptar el reto que durante muchos meses de insistencia le ha venido planteando Román Rodríguez. No, Santiago Pérez no es nacionalista, más bien cabría decir que muy al contrario, que deplora los nacionalismos, a los que atribuye muchos males políticos y sociales, y así queda claro en la entrevista. Pero del presidente de Nueva Canarias, además de su perseverancia, admira que a pesar de todas las vicisitudes, se haya mantenido fiel a los principios de izquierdas que de él conoció hace 40 años en la Universidad de La Laguna, cuando lo defendió en un pleito de persecución política, asunto del que es un experto. Santiago Pérez es la excepción que confirma la casta, por mucho que algún desafortunado izquierdista de salón lo haya querido equiparar a ella precisamente por el miedo, que se entrecruza desquiciadamente con admiración, que esa izquierda le tiene. Es admirador a partes iguales del papa Francisco, del expresidente uruguayo José Mugica y del ya fallecido Nelson Mandela porque, como él, “demuestran que se puede ser mayor y tener frescura renovadora”. Es maestro de Patricia Hernández, y es muy oportuno que entre en el Parlamento para que termine de impartirle el máster. En el nuevo y todavía incierto escenario que se abrirá en Canarias tras las elecciones de mayo, que pueda haber tipos como Santiago Pérez resulta ciertamente tranquilizador.

Un momento muy especial

Que el Diario de Avisos haya elegido el primer domingo de la nueva era Lucas/Zerolo para dar el máximo protagonismo a Santiago Pérez es un gesto que hay que valorar en su justa medida. No porque el entrevistado sea socialista y un redomado antinacionalista con el que han topado muchos de los compadres del ex senador, sino porque es el denunciante del caso de Las Teresitas y bestia parda de todo lo que haya tenido que ver con esa vergonzosa operación. Fue Santiago Pérez el que, al frente del PSOE de Tenerife, trató de imponer sin éxito a sus concejales en Santa Cruz que votaran en contra del convenio, el que presentó alegaciones para tumbarlo y el que lo recurrió por la vía contencioso-administrativa sin éxito porque sus abogados olvidaron añadir la famosa valoración que la arquitecta municipal Pía Oramas hizo del frente de playa, comprado por una cifra absolutamente irreal a los empresarios González y Plasencia. Y fue, finalmente, el redactor de la querella de 2006 que tiene ya al borde del banquillo al nuevo co-editor del periódico, a los dos empresarios (uno de ellos también muy cercano a la familia vendedora) y a unos cuantos imputados más. No hay que ser muy listo para concluir que ese trato a Santiago Pérez no ha pasado desapercibido ni a los socialistas ni a los nacionalistas, ni por supuesto al resto de adversarios políticos del entrevistado ni a la clase dirigente tinerfeña, que andará fumando en pipa. Pérez ha sido el más feroz (pero civilizado) opositor que en La Laguna ha tenido Fernando Clavijo, al que no deja precisamente en buen lugar en esta entrevista que comentamos, y el mero hecho de que haya de tenerlo como contrincante en esta inminente campaña electoral, cuando ya había dejado de soñar con él, no debe hacer muy feliz al candidato nacionalista. Y qué decir de la oligarquía tinerfeña, ésa a la que no gustaron nunca los comportamientos del tándem López Aguilar-Santiago Pérez, hasta el punto de lograr defenestrarlos por separado con la ayuda impagable (o no) de algunos que todavía andan por ahí de cuerpo presente. O como almas en pena.

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