Una de esas senadoras desconcertada (o supuestamente desconcertada) es Meluca Suárez, elegida por Gran Canaria dentro de esos pactos extraños del PP con el CCN. Nunca se pudo imaginar que su plácida vida de senadora por sorpresa, con sueldazo y contactos jamás soñados, iban de repente a sufrir un brusco giro hacia el mosqueo del PP, pero ya se sabe que donde manda capitán no manda marinero. Y el capitán ordenó hacerle un feo a Soria que ya veremos cómo acaba, porque a los de CC se la trae al pairo literalmente. Y para marineros, su señor esposo de ella, el consejero tránsfuga del Cabildo de Gran Canaria, Juan Domínguez, que está que no para el hombre haciendo alta política en clara competencia con Lucas Bravo de Laguna. Compiten, claro, en ver quién de los dos consigue hacerse más fotos con dinerito público, ese que se gastan en las empresas de comunicación que contrata el Cabildo a mayor gloria de sus consejeros más dicharacheros. Domínguez lleva toda la semana sin dar un timbalazo, dándose paseos al sur de la isla, ora para ver cómo va el montaje de los escenarios, ora para retratarse con los modelos? pero siempre con su comidita, su cafelito? su buena vida, que son dos días. Por eso le preocupa que su mujer trabaje más que él, como pudimos leer en su Twitter hace dos días, justo cuando el Senado debatía las enmiendas a los Presupuestos del Estado: “Qué barbaridad! Llevan todo el día sin parar en el Senado, ¿no ponen límite al horario?” Pues debe ser que no, que cuando hay que ganarse el sueldo público hay quien se lo gana, aunque sea de vez en cuando.