Mientras todas estas cosas tan singulares ocurren en el seno de La Caja, fuera va perdiendo cada día más renombre, más solera. Dan patadas a los clientes de toda la vida, llevan a cabo una política comercial más que sospechosa, apabullan a los trabajadores y encima ningunean a la entidad en casi todas partes, por no decir en todas. Por ningunearla, a La Caja la ningunea hasta su entidad fundacional, el Cabildo de Gran Canaria, que ya no la convoca a los comités directivos de la Institución Ferial de Canarias, de la que forma parte. A los directivos de la entidad parece darles lo mismo, y ni se han tomado la molestia de averiguar si se trata de un error (que no creemos), si es que no tienen peso social (y cada vez menos) o si es porque el representante de La Caja en Infecar es un socialista, Eduardo González, por más señas. Pero a ellos, como quien oye llover, de puro entretenido que están dándole a la calculadora para el pobre curriculum. Y haciéndole la pelota a Mauricio sin percatarse de los telecanarias que le quedan.