Todavía permanecen enhiestos los sables de algunos generales destinados en Canarias, dicho sea en sentido democrático y absolutamente figurado. Ayer les contábamos que el general Francisco Martín Alonso no se constituyó en los fastos policiales para no tener que recoger una distinción que ni le apetecía recoger ni a la Policía le apetecía imponer. Un caballero, proclamamos. Pero este martes hemos dado con unas imágenes del sábado que nos han reabierto las heridas y que nos han recordado que en Instrucción 3 de Las Palmas de Gran Canaria se estudia ahora mismo una querella de la esposa del mentado general por detención ilegal. El querellado es un inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía que ordenó la detención de la señora por un delito contra la seguridad en el tráfico y que acabó con una condena por conformidad de cuatro meses de prisión. La dama no ha tenido que ingresar en prisión por ser su primera condena, pero la brecha abierta entre el jefe de la Guardia Civil y el resto de la humanidad se parece al Gran Cañón del Colorado. Como las ocasiones las pintan calvas, hoy les acercamos la misma medicina, pero tomada por donde no era. En este vídeo podrán ustedes apreciar una detención producto de un incidente de tráfico, pero contrariamente a lo ocurrido en Gran Canaria, donde la Guardia Civil se puso de parte de la detenida, es un agente de ese cuerpo quien produce la detención. ¡La detención de un coronel del Ejército! Mira tú qué cosas.