Nos preguntábamos cómo el hermanísimo había logrado que el ministro Montilla lo recibiera en su despacho ministerial. La comunicación desde luego no es fluida. Lo intentó vía Mauricio y el conseguidor no lo consiguió, habrá que ir cambiándole el sobrenombre en breve tiempo. Es que ni se puso al teléfono. Por mucho que él lo cuente al estilo Gila -“¿Está Montilla? Que se ponga”-, lo ciertísimo es que al otro lado del aparato no resonó en ningún momento el cloquío del ministro de Industria. Ése es el predicamento del que goza en la actualidad el súperconsejero. Agotada esa vía, Soria II sacó el manual de supervivencia. Al delegado del Gobierno, José Segura le preocupa, y así lo ha dicho en infinidad de ocasiones, que en Madrid se conozcan al dedillo las necesidades que apremian a Canarias. No es amigo personal de Montilla, pero sí lo es de otros socialistas más cercanos al ministro y no dudó en pedir el favor a un tercero. Y el tercero terció.