Arribes del Duero: un paseo por la frontera más imponente entre España y Portugal

Las paredes verticales dominan los paisajes ribereños del Duero en la comarca de Arribes. Vitor Oliveira

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Al lugar lo llaman, desde el lado de España, Las Arribes del Duero. Del lado portugués Douro Internacional. El río Duero recorre buena parte de la Península Ibérica de este a oeste marcando una especie de frontera ficticia de la España verde, al norte, y la España seca, al sur. El tercer río de la Península Ibérica en longitud sigue su paso hacia el oeste de manera más o menos tranquila hasta que se topa con las grietas de la meseta dando un giro dramático hacia el sur. En este tramo de algo más de 120 kilómetros de largo, el río sirve de frontera natural entre España y Portugal. 120 kilómetros marcados por la verticalidad de los cañones que encajonan al Duero conduciéndolo hacia el sur antes de retomar el camino hacia poniente y buscar las aguas saladas del Atlántico. El resultante de estos 120 kilómetros son, como decíamos antes, Las Arribes, un parque natural de gran belleza paisajística e importancia ecológica e histórica que abarca las provincias de Zamora y Salamanca, del lado español, y los territorios de Tras Os Montes y Alto Douro en el flanco luso. Es uno de los mejores destinos de turismo rural de ambos países.

Los arribes son mesetas elevadas sobre los cauces de agua que, en estas comarcas del noroeste peninsular pueden llegar a los 400 metros con cañones sobre el agua por encima de los 200. No es cosa pequeña. Y aunque algunos venden el destino como el Gran Cañón hispano luso, el lugar cuenta con atractivos más que suficientes para reivindicarse por sí mismo. El estrecho cañón excavado por el Duero es el eje de una comarca dónde se suceden las sorpresas en forma de pequeñas localidades con mucha historia, paisajes alucinantes, cascadas, buenas porciones de naturaleza intacta y hasta huellas de los primeros seres humanos que pisaron estas tierras en la lejana era de los hielos.

Fermoselle es el pueblo más grande de los que se sitúan en el interior del Parque natural. Esta población zamorana fue plaza fuerte de importancia del Reino de León y en su imponente castillo se retiró la famosa Doña Urraca. El pequeño casco histórico se aúpa sobre un afloramiento de roca que mira hacia el cañón del Duero y se adapta al terreno en un pequeño laberinto de callejuelas con viejas casonas y piedras muy antiguas que, en casos como la Ermita de La Merced, se remontan al siglo X. El patrimonio histórico del pueblo también se interna en la roca. La llaman la ciudad de las 1.000 bodegas. Pero no se ven. Hay que bajar a las profundidades de la roca para verlas ya que muchas son subterráneas y algunas tan viejas como la Iglesia de la Asunción, que muestra trazas románicas y góticas y se levantó allá por el siglo XIII. Otra razón para visitar Fermoselle es la Casa de Arribes (San Juan, 89; Tel: (+34) 980 614 021; E-mail: cp.arribes.fermoselle@patrimonionatural.org) antiguo convento franciscano reconvertido en centro de interpretación de este espacio natural increíble que, según Unamuno, era el más bello de España.

LOS MIRADORES SOBRE EL DUERO .- Uno de los atractivos de visitar la región es asomarse al cañón excavado por el Duero. La cantidad de lugares que se asoman al abismo es tan abundante que daría para uno o dos días de idas y venidas. De norte a sur te sugerimos una pequeña lista que te va a permitir ver los lugares más espectaculares del cañón. Los miradores de Picón de Felipe y El Fraile están antes del Salto de Aldeadávila, una de las centrales hidroeléctricas que España y Portugal comparten en la región. Al sur de la represa y hasta la central de Saucelle el río muestra sus mejores vistas en atalayas como La Code, La Peña del Águila y La Cantera del Salto . Muy cerca de este último, pero del lado luso, podemos completar la vista desde Penedo Durão, el mirador más famoso y visitado de la orilla portuguesa.

Desde los miradores no sólo podrás ver los paisajes excavados por el río. El parque es Zona de Especial Protección para las Aves. Las cigüeñas negras, los buitres leonados, las águilas reales y los alimoches son sólo algunos de los vecinos ilustres de los cielos y las peñas. Ya en tierra, el habitante más ilustre es el esquivo lobo aunque es más que difícil verlo –aún más al sur del Duero- por ahí anda mezclándose con jabalíes, zorros, gatos monteses o lirones. Dicen que aún sobreviven los últimos linces y en las orillas del río pueden verse nutrias con relativa facilidad. La mayoría de los miradores quedan incluidos en una tupida red de senderos para todos los gustos. Si tienes que elegir sólo uno y sencillo escoge el circular que parte desde Fermoselle y baja hasta el Mirador de Las Escaleras (4 kilómetros).

EL POZO DE LOS HUMOS .- El Río de las Uces es un pequeño afluente que desagua en el Duero cerca de Aldeadávila. Es un río modesto, pero protagoniza una de los saltos de agua naturales más imponentes de España. El Pozo de los Humos es una cascada de poco más de 50 metros de altura enmarcada entre paredes verticales que crean un paisaje sencillamente brutal. Muy cerca de la cascada se encuentran las pinturas rupestres de Pella Rubia, que datan del Neolítico y que nos hacen pensar en una sacralización de este imponente espacio natural. Para visitar las pinturas hay que solicitar permiso al Ayuntamiento de Pereña de la Ribera (Tel: (+34) 923 573 016; E-mail:aytoperena@gmail.com) ya que el acceso es difícil y requiere de un guía.

UN CRUCERO POR EL DUERO.- Ver el río desde abajo es otra de las posibilidades. Hay varios puntos de embarque en el lado portugués y el español. Los paseos suelen durar entre una y media y dos horas y permite ponerse a ras de agua para verlo todo desde la perspectiva contraria a la de los miradores. Hay embarcaderos en la Playa del Rostro (Corazón de Arribes); Vilvestre (Freixo de Espada a Cinta) o Miranda del Duero – Portugal – (Crucero Ambiental).

LOS GRABADOS RUPESTRES DE SIEGA VERDE .- Los Grabados rupestres de Siega Verde (Acceso: SA-V-88 –Villar de la Yegua (Salamanca)-; Tel: (+34) 653 78 10 71; Ver Horarios) Hasta el momento se han localizado más de 600 representaciones de animales y signos esquemáticos repartidos por 94 paneles en los que dominan cérvidos, bóvidos y caballos junto a otros animales ya extintos en la zona como renos, bisontes o rinocerontes lanudos, lo que pone de manifiesto que fueron realizados durante el Paleolítico Superior, en plena era glacial. A pocos kilómetros, más allá de la frontera lusa, se encuentra el Yacimiento de Foz Côa, que forma un conjunto rupestre unitario que se encuentra entre las manifestaciones históricas prehistóricas más importantes de la Península Ibérica. Ambos han sido incluidos en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

LOS PUEBLITOS EN LA ORILLA ESPAÑOLA .- Los pequeños pueblos se suceden a lo largo de las dos orillas. Hay muchos lugares dónde vale la pena pararse, pero destacamos una localidad: San Felices de los Gallegos. Este pequeño pueblo responde al tipo de población fortificada de frontera. Su construcción más importante es su castillo que alterna un corazón medieval y sus murallas exteriores con forma de baluarte para la artillería. Desde la torre del homenaje, una imponente construcción tardomedieval de 30 metros de altura, se ven impresionantes vistas y también podemos conocer la historia de la frontera a través de una entretenida exposición con maquetas, dioramas y paneles explicativos . El casco histórico de San Felices de los Gallegos fue declarado Conjunto Histórico Artístico con recias casas de piedra al más puro estilo castellano leonés que van desde el gótico civil al barroco pasando por el renacimiento. Un ejemplo del impacto de las diferentes escuelas arquitectónicas europeas es la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora entre dos Álamos, que tiene zonas románicas pese al dominio de las trazas góticas y algunos añadidos barrocos. Frente a la Ermita del Cordero se encuentra el ‘ burro de San Antón’, uno de los escasos verracos celtíberos (Edad del Hierro) que sobreviven en la Península Ibérica. Otro punto interesante es su Museo del Aceite de Oliva (Pozos, 31; Tel: (+34) 656 446 364), que aprovecha una antigua almazara varias veces centenaria.

LA CIUDAD FORTIFICADA DE ALMEIDA.- En la pequeña ciudad de Almeida no toma verdadera conciencia del carácter fronterizo de estas tierras. La población queda al resguardo de una magnífica fortaleza en forma de estrella con doce baluartes perfectamente conservados y un perímetro que supera los dos kilómetros de longitud. La fortaleza se construyó en el siglo XVII para disuadir cualquier intento español de recuperar el control sobre Portugal y guardar esta parte de la frontera. El pueblo que se encuentra protegido por los muros es relativamente nuevo, ya que el antiguo saltó literalmente por los aires durante un asedio francés en el marco de las guerras napoleónicas; pero la sólida fortaleza quedó intacta y es digna de visitarse. Puertas adentro, Almeida es la típica población portuguesa con casitas pequeñas y calles empedradas. En la localidad hay varios museos y los restos del antiguo castillo medieval.

Fotos bajo Licencia CC: peru, lili eta marije; Antramir; Frayle; Marta Arias López; Vitor Oliveira

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