Pequeña guía de Cartagena: más de veinte siglos de historia en diez manzanas

Cartagena desde el Castillo de la Concepción: en primer plano el Teatro Romano y, más allá, el puerto. Juan Sáez

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La ciudad está encajonada entre cerros ásperos cubiertos de pino y matorral. Montes que forman una de las mejores bahías del Mediterráneo. No es grande. Y aún más si se tiene en cuenta que la práctica totalidad de lo que hay que ver se apelotona en apenas dos o tres centenares de metros. Pero aún así es una de las abuelas de Europa; un lugar que ya era ciudad de importancia cuando la inmensa mayoría de las urbes del continente no existían. Se podría decir que Cartagena es todo lo que está en torno a su puerto. Hasta aquí llegaron los cartagineses en el siglo III antes de Cristo y fundaron Qart Hadasht, una colonia que sirvió de puerta de entrada al sur de la Península Ibérica. Posta para la extracción de las riquezas mineras de la zona y, a la vez, base de las operaciones militares del mítico Aníbal, el general cartaginés que puso en jaque a Roma con sus elefantes. Después vinieron los romanos, los bárbaros, los bizantinos, los árabes, los castellanos, los aragoneses, otra vez los castellanos… Y cada cual, a la par de añadir algo propio, supo aprovechar ese magnífico puerto que, aún hoy, es una de las grandes bases de la Armada Española.

Toda una vida, marcada por miles de historias, vinculada al mar. Por eso no es de extrañar que esta ciudad fuera la elegida para ser la sede del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Paseo Alfonso XII, 22; Tel: (+34) 968 121 166), en el que se explora la historia naval a través de cientos de restos encontrados en los fondos españoles. El puerto y el mar. Es el eje sobre el que pivota todo lo demás. Y si te gustan los barcos, este es uno de los mejores lugares de España para hacer una escapada. En el fantástico Museo Naval (Paseo Alfonso XII, sn; Tel: (+34) 968 127 138), por ejemplo, hay buenas maquetas, mapas y hasta el primer submarino de la historia. Tampoco es mal plan náutico acercarse hasta el pabellón del antiguo Club de Regatas (que ya es bonito de ver por sí mismo) para sentarse un rato y echar un vistazo hacia las instalaciones de la Armada para ver grandes buques de guerra. No es raro verlos entrar y salir: para un niño cartaginés ver un submarino es como para cualquiera ir al parque y ver palomas. El mar lo es todo.

UNA CIUDAD CON HISTORIA.- Como te decíamos antes, por este lugar pasaron la práctica totalidad de los grandes pueblos del Mediterráneo. Y cada uno dejó rastros de su paso. Algunos son simplemente brutales, como el imponente Teatro Romano (Plaza Ayuntamiento, 9; Tel: (+34) 968 504 802), auténtico símbolo de la ciudad y uno de los mejor conservados de España (aquí también puedes visitar las ruinas de una iglesia–antigua Catedral de Santa María). Otros son más modestos, pero no menos importantes, como los restos de la Muralla Púnica –cartaginesa- (Calle San Diego, 25; Tel: (+34) 968 500 093), un conjunto que tiene las piedras más antiguas de la ciudad. Aquí haces un agujero y te salen seis yacimientos arqueológicos de primer orden: están el Barrio del Foro Romano (Calle Honda, 11); los restos del Cerro del Molinete (Calle Pólvora, sn; Tel: (+34) 968 50 00 93), en el que hay casas romanas, unas termas, partes del foro, restos de los barrios musulmán y medieval, un molino del siglo XV, restos cartagineses y, aún anteriores; el Augusteum (Calle Caballero, 6; Tel: (+34) 968 500 093), que según parece era una especie de colegio de los tiempos de Cartago Nova (nombre romano de la ciudad); la domus romana de la Casa de la Fortuna (Plaza de Risueño, 14; Tel: (+34) 968 500 093); los restos de la antigua muralla bizantina (Doctor Tapia Martínez, 13)… Y no se aburre uno.

La empresa pública Cartagena Puerto de Culturas ofrece un abono de 22 euros que incluye la entrada a los espacios anteriormente descritos y al Castillo de la Concepción (a dos pasos del Teatro Romano), fortaleza del siglo XIII que también resume la propia historia de la ciudad ya que fue también fortaleza de cartagineses, romanos, bizantinos, musulmanes y cristianos –y es el mejor de los miradores sobre el casco histórico y el puerto-. Y ya para rizar el rizo, bajo los cimientos hay un refugio antiaéreo que ha sido habilitado como museo de los efectos de la Guerra Civil española (Calle Gisbert, 10; Tel: (+34) 968 50 00 93) en la ciudad. Y todo esto sin haber ido más allá de mil pasos del puerto. Todo concentrado. Piedra sobre piedra. Si aún te quedan ganas de más, no dejes de echar un vistazo a las salas del Museo Arqueológico (Santiago Ramon y Cajal, 47) que queda bastante a desmano del centro pero no sólo cuenta con colecciones a la altura de esta abuela que va a por su tercer milenio sino que también permite visitar la necrópolis romana que se encontró bajo el suelo.

LA CIUDAD MODERNA Y EL ASIÁTICO.- Una buena forma de encontrarse con la ciudad moderna es la Plaza de los héroes de Cavite –justo al lado del Teatro romano-. Allí, desde el arranque de la antigua Muralla del Mar, podrás ver el espectacular Palacio Consistorial. Las calles Mayor y Puertas de Murcia actúan de arterias principales de esta parte de la ciudad en la que abundan los edificios modernistas, como la Casa Aguirre Muram (Plaza de la Merced, 15) –sede del Museo de Bellas Artes-; el Gran Hotel (Jara, 13), la Casa Cervantes (Mayor, 13) o el Casino (Mayor, 15), entre otras muchas. La ciudad es prolija en casonas burguesas de principios del XX. Es un espacio de añadidos superpuestos en el que se pueden a cada rato ver los huesos de las sucesivas Cartagenas que fueron. Como sucede en la Plaza de la Merced, en la que unas obras dejaron al descubierto un tramo de calle romana, una casa del mismo periodo y restos púnicos -cartagineses-. Aprovecha que paseas por estas calles para probar el Asiático, un ‘carajillo’ cartagenero a base de café, brandy, licor 43, leche condensada y canela que hace furor entre propios y extraños.

PLAYAS, CASTILLOS Y BALUARTES.- Si optas por el bono turístico completo, éste incluye el bus turístico que recorre los principales atractivos de la ciudad y un paseo por la bahía. El puerto cartagenero fue, desde siempre, un punto estratégico de vital importancia para las potencias y países que fueron y son. Una pieza codiciada que obligó a fortificar sus dársenas y los puntos más destacados de la bahía. Por eso, los alrededores de la bahía están cuajados de viejos castillos, baluartes artilleros y baterías que abarcan varios siglos de ingeniería militar. El Barco Turístico te permite verlas desde el mar e, incluso, hacer una parada en el Fuerte de la Navidad, uno de los fortines que protegían la bocana del puerto cartaginés, y hacer algún recorrido por las diferentes baterías de las puntas de La Podadera y del Aire. Justo en frente se encuentra la Punta de Santa Ana, que ejerce de espejo con su buena porción de castillos. Pero aquí, además, puedes darte un chapuzón en la Playa de La Cortina.

COMER BUENO, BONITO Y BARATO EN CARTAGENA

LA UVA JUMILLANA LA UVA JUMILLANA (Jara, 28; Tel: (+34) 868 04 73 22) Otra de las mejores propuestas para tapear por el barrio histórico de Cartagena. La carta de tapas es brutal: excelentes frituras (pescados, croquetas…) y algo no tan habitual: platos tradicionales en formato tapa, algo para lo que hay que tener muy buena cocina. Para nosotros -ojo es subjetivo- es uno de los mejores bares de tapas de España que hemos visitado.

LA FORTALEZA LA FORTALEZA (Cañón, 7) Templo para los amantes de esa delicia española llamada croqueta. Aquí las hacen de casi cualquier cosa y todas están para chuparse los dedos. Un buen lugar para tapear y alternar unas cervecitas o unos vinos con esas pequeñas obras de arte tan típicamente españolas.

BODEGA LA FUENTE BODEGA LA FUENTE (Jara, 27; Tel: (+34) 619 683 698) Es uno de los locales más tradicionales y célebres de la ciudad; uno de esos sitios siempre frecuentado por el público local. En este caso, la estrella del menú es la anchoa, protagonista de un buen surtido de tapas, pintxos y montaditos. Muy buena carta de pescados.

LA TABERNA DE RAFAEL LA TABERNA DE RAFAEL (Floridablanca, 7; Tel: (+34) 868 063 472 ) Queda un poco a desmano del centro, pero es una buenísima opción para sentarse a la mesa y comer de mantel. Las carnes de primerísima calidad reinan en una carta dónde también tienen cabida los magníficos productos del mar y la huerta local. Para repetir. Merece la pena darse el paseo.

Fotos bajo Licencia CC: Santiago López-Pastor; Juan Sáez; Pablo Cabezos; Michael Gaylard

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