Un par de días en Babia. Un paseo por los cotos de caza de la realeza leonesa
Cuando uno se distrae o se ensimisma sin prestar atención a lo que sucede alrededor se dice que uno está en Babia. El dicho no es nuevo; ni mucho menos. Esta expresión popular hunde sus raíces en los orígenes del antiguo Reino de León. Estamos hablando del siglo X, cuando los antiguos reinos cristianos recluidos en Asturias se desbordan hacia el sur recuperando la iniciativa de la guerra contra el islam. Con la corte ya en la preciosa ciudad de León (uno de los mejores lugares para hacer turismo patrimonial en toda España) los reyes se refugiaban en los montes y valles de Babia cuando querían descansar de los ajetreos del gobierno. Y estar en Babia se convirtió en sinónimo de apartarse del mundo. No exageramos cuando decimos que puede ser el eslogan turístico más antiguo de Europa. Estar en Babia. Estar, literalmente, en otro mundo.
La provincia de León cuenta con una de las colecciones de reservas de la biosfera y espacios naturales protegidos más interesantes del país para escaparse y disfrutar de la naturaleza a lo bestia. Esta comarca histórica sirvió durante siglos como coto de caza real de los gobernantes de León y en sus valles se empezó a gestar el poderío ganadero castellano mucho antes de que la propia Castilla existiera. Porque esto es León. Y no hay que olvidarlo. Los leoneses son muy celosos de su historia y aunque la oveja merina se identifica con la Mesta castellana, la especialización ganadera hacia la oveja merina en el norte del país empezó aquí (la especie ya antes de la llegada de Roma se concentraba al sur de la Península). La Mesta empezó aquí. En los Barrios de Luna (acceso por AP-6), que sirve de entrada al parque natural puedes aprender un poco más de esta historia de ovejas viajeras en el Museo del Pastor (Carretera Vieja, 33), donde se explora la relación de estas tierras con la famosa lana merina.
Empezar la visita en Riolago.- El Palacio de los Quiñones (Real, sn) ocupa lo que debió ser en sus tiempos un castillete medieval. Lo que puedes ver hoy es una soberbia casona nobiliaria del siglo XVI que hoy sirve como sede de la Casa del Parque, donde se explican las particularidades geológicas, ecológicas, históricas y culturales de esta Reserva de la Biosfera de Babia. Aquí se pone de manifiesto la acción conjunta de las dos grandes fuerzas que han modelado estos paisajes: los hielos de la glaciación y las pezuñas de las ovejas. Riolago se encuentra en el extenso valle excavado por el Río Luna, corriente que forma el eje este oeste de la reserva. Llegar hasta aquí es ya una aventura. Los paisajes son brutales y la ruta anima a parar sin cesar para hacer fotos o disfrutar de rincones muy bonitos.
La mayor parte de las poblaciones de la reserva se encuentran en este eje. Sobresalen la propia Riolago y Piedrafita de Babia, las mejores opciones para alojarse e ir explorando el espacio en satos que, en ningún caso superan los 25 kilómetros. La única opción de llegar a todos los lugares propuestos es con coche.
Desde Riolago se domina una buena porción de la reserva de la biosfera y algunos de los enclaves más importantes de la misma. Como el entorno Robledo de Babia y Torre de Babia, dos aldeas de origen medieval a los pies de las primeras alturas de consideración que conducen a los picos cantábricos. Desde estos dos pueblos (donde puedes ver ejemplos notables de la denominada arquitectura de la pizarra) puedes acceder, mediante sendas y pistas forestales, a lo que queda de los bosques que formaban ese coto de caza de la realeza leonesa de antaño. En Torre de Babia puedes visitar, además, el Museo Etnográfico de la Trashumancia (La Villa, sn), la Iglesia de San Vicente (Pedrera, 30) a la que se le conoce como la Catedral de Babia y la Torre de Babia (Serna, sn), una vieja atalaya medieval que servía para guardar uno de los escasos pasos naturales que conducían a la fachada norte del gran muro que forma la Cordillera Cantábrica.
El Lago ‘grande’ de Babia y las primeras aguas del Río Sil.- Como te decíamos con anterioridad, la segunda gran población de estos pagos es Piedrafita de Babia, la más grande del valle y otro lugar estratégico donde podemos establecer el campo base si queremos pasar un par de días por la comarca. En Piedrafita nos topamos con el otro ‘gran’ monumento del valle: la Iglesia de Santa María Magdalena (El Campo, 36), un templo sencillo del XVIII que es otro buen ejemplo de esa arquitectura popular de la pizarra que tanto abunda en esta zona de España. En Piedrafita hay otros ejemplos preciosos de esta arquitectura popular de alta montaña.
Y desde aquí podemos acercarnos al tramo alto de uno de los ríos más importantes del tercio norte del país: el Sil. La primera parada de esta excursión es el Desfiladero de Las Palomas (CL-626), un lugar donde el principal tributario del Miño se encajona entre paredes verticales y ruge con fuerza en un paraje de gran belleza. Desde aquí seguimos hacia el norte buscando la pequeña aldea de Vega de Viejos para ver el tercer hito patrimonial de la comarca: la Casona de los Flórez, una casa fuerte del siglo XVII. Este pequeño pueblo es una verdadera joya donde puedes ver un par de lugares muy interesantes: la Iglesia de San Bartolomé; un viejo molino harinero de aguas que se reconvirtió en central hidroeléctrica y, sobre todo, un curioso Arco de Ánimas. Este arco situado junto al puente que salva un Sil aún recién nacido, es una pervivencia de las religiones montañesas prerromanas que continuaron con ritos y supersticiones vinculadas a fenómenos populares como la ‘Santa Compaña’. Los caminantes se encomendaban aquí a los santos protectores antes de salir a los caminos.
El tercer punto de interés es el entorno de la Laguna Grande. Si te apetece caminar toma la carretera de las Fuentes del Sil y deja el coche junto a la bonita Ermita de Nuestra Señora de las Nieves de Cacabillo para bajar hasta las orillas de esta laguna glaciar siguiendo el trazado de la antigua Calzada Romana del Alto Sil (su estructura aún puede verse con claridad en varios tramos. Si no quieres caminar hay que dar un pequeño rodeo siguiendo la CL-626 desde Piedrafita de Babia y tomar la LE-3404 pasando la aldea de Lago de Babia (donde puedes ver varios hórreos tradicionales). Llegar hasta la Laguna grande merece muchísimo la pena.
Subir hasta Torrestío y los Lagos de Saliencia.- El nombre lo dice todo. Torrestío es un pueblo de alta montaña situado a los pies de un sistema de valles glaciares que ocupan las alturas que sirven de divisoria entre las comunidades autónomas de Castilla y León y Asturias. Como decíamos, el nombre del pueblo obedece a su papel tradicional de estación pastoril veraniega (1.387 metros sobre el nivel del mar). El pueblo es un pequeño ‘museo’ al aire libre de la arquitectura popular de la pizarra típica de la zona. Junto a las casas puedes ver hasta once hórreos, lavaderos de piedra y una bonita iglesia rural. A las puertas del pequeño casco urbano puedes ver la Cascada de Foz, otra de las fotos paradigmáticas de la comarca.
Los Lagos de Saliencia ya se encuentran en territorio asturiano (en la órbita del vecino parque Natural de Somiedo) pero el acceso más cómodo se hace desde el lado leonés. Lo más notable de este paraje de origen glacial de gran belleza es que son de muy fácil acceso y llegar hasta los valles donde se asientan los lagos es sencillo. Aquí se acumulan cuatro grandes lagunas de origen glacial (Lago Negro, Cerveriz, Laguna de Almagrera, y La Cueva) en un entorno de picos de origen calizo (estamos en un paisaje típicamente cantábrico). Estamos en las alturas de Somiedo, con lo que ello representa: en los lagos puedes ver tritones alpinos y hasta nutrias. Para poder observar a las grandes joyas naturales del parque (el oso y el lobo) hay que ‘bajar’ hacia la zona asturiana (estamos a 22 kilómetros de Pola de Somiedo).
Fotos bajo Licencia CC: Torpe; Roteiros Galegos; Juanjo; David Castañón; Pedro Cambra
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