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Mallorca desde las alturas: la Sierra de la Tramuntana

Cala de Sa Calobra.

Viajar Ahora

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Mallorca es la isla más grande de España. Y da para mucho. Uno piensa en la mayor de las Baleares y se imagina la grandeza monumental de Palma (una de las capitales de provincia más hermosas de España), esas imágenes de campiñas feraces, los pueblecitos blancos y los playazos. Playazos de todos los tamaños (desde los arenales kilométricos a esas calas maravillosas) en los que el pinar mediterráneo se encuentra con el mar a través de aguas limpísimas y tranquilas. Pero, como decíamos, Mallorca es enorme (más de 3.600 kilómetros cuadrados), y cuenta con una variedad de paisajes y ambientes increíbles. En eso se parecen todas las islas españolas pues esa misma capacidad para sorprendernos se encuentra en las Islas Canarias. Y el norte mallorquín es como un punto y aparte con el resto de la isla. Aquí nos topamos con un paisaje montañoso y abrupto que llega a alturas de casi 1.500 metros para desplomarse hacia el mar formando algunos de los trozos de costa más hermosos de todo el Mediterráneo español.

Una excursión por La Tramuntana es encontrarte con una Mallorca diferente. Una Mallorca de roquedos imponentes; una Mallorca de valles encantados y bosques tupidos. Pero también una Mallorca marítima marcada por el cantil en la que la propia sierra se encuentra con el mar en calas idílicas. Así que Tramuntana no sólo es montaña (aquí se alcanzan las mayores alturas de todo el Archipiélago). También es mar. Pero un mar muy distinto al de otras zonas de la isla. Aquí no hay hoteles. Aquí hay naturaleza pura y dura. Pero también una cultura humana muy marcada. Esta es una tierra de pueblos donde manda la piedra desnuda; una comarca en la que las mujeres y hombres crearon un paisaje agrícola muy singular donde manda la terraza. Cada metro de tierra fértil se ganó al abismo a través del trabajo. Y por eso el lugar forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la Unesco. Y lo merece.

La ruta que te proponemos parte de la mismísima Palma y se introduce en esta comarca a través de Valldemosa (Acceso por Ma-1110 -19 kilómetros del centro de la capital) donde nos incorporaremos a la Ma-10, la carretera que ejerce de espina dorsal de la sierra y que conduce hasta Pollensa, en el extremo nororiental de la isla camino ya del mítico Cap Formentor (uno de los lugares más lindos que vimos jamás). Pero en esta excursión nos limitaremos al tramo que va desde Valldemosa y Pollensa. La distancia que media entre estos dos lugares es de 74 kilómetros. Pero aprovecharemos la ocasión para visitar algunos lugares fuera de la ruta por lo que la suma total rondará los 100 kilómetros. ¿Se puede hacer esta ruta en un día? Sí. ¿Es mejor dedicarle más tiempo? También. Lo ideal es hacer este camino en dos y hasta tres tramos (si queremos dedicarle una jornada completa al entorno de Sóller).

Pueblos, lugares, paisajes.- La primera parada es Valldemosa, el pueblo en el que se refugió el inmortal Chopin para tratar de aliviar su maltrecha salud en el invierno de 1838/1839. Se alojó en una celda de la Real Cartuja de Valldemossa (Plaça Cartoixa, sn) y hasta se hizo traer un piano del que salieron buena parte de sus ‘Preludios’ (incluido el de La gota de agua, uno de los más famosos). Valldemosa es un ‘preludio’ interesante de lo que nos depara la ruta. Pueblos muy bonitos colmados de imponentes casonas de arquitectura tradicional e iglesias de corte monumental rodeados por un paisaje donde se combinan las terrazas de cultivo con grandes manchas de bosque. Un paraíso. Un paisaje de montaña que está a dos pasos del mar y que permite pequeñas ‘escapadas’ hacia abajo como la que nos lleva hasta Sa Foradada, un pequeño cabo rocoso desde el que se ve una panorámica sublime de todo el litoral mallorquín. En este primer tramo de ruta hasta Sóller podemos alternar con facilidad el interior y la costa. Tenemos otro pueblo precioso como Deià (aquí puedes ver la casa donde vivió el escritor Robert Groves y el Castillo de Son Bauçà de la Torre Redona) y darte un chapuzón en Cala Deià, una de las más lindas de esta parte de la costa. Aquí hay de todo: masías impresionantes, viejas torres vigía, paisajes aterrazados impresionantes… Sólo esta parte de la Tramuntana podría demandar un día de tranquilo deambular si eres de los que gusta ver en vez de mirar.

Sóller, la ‘capital’ de la Tramuntana.- Sóller y su puerto ya son una población de importancia. Si vas con tiempo pasa de largo y aprovecha un día para visitar la ‘ciudad’ y su costa usando el famoso Tren de Sóller y sigue hacia adelante por la maravillosa Ma-10. Si vas con poco tiempo haz una parada en el centro histórico de Sóller (ver el entorno de la Plaza de la Constitución, entrar en la Parroquia de San Bartomeu –de un gótico elegantísimo- e internarte por las callejuelas del pueblo para ver sus casas de piedra-. Si vas con tiempo no dejes de ver alguno de sus museos (en la Estación de Tren hay una pequeña sala de exposición con obras de Miró y Picasso o aprovechar la oportunidad para ver por dentro una casona tradicional en el museo Cap Prunera –Sa Lluna, 86-). El otro punto de interés del municipio es Port Sóller, antiguo ‘barrio’ portuario y pescador del casco histórico en el que puedes ver un auténtico playazo, el Museo Marítimo de Mallorca (Santa Caterina d'Alexandria, 54), calas, paseos costeros que quitan el hipo y algunas torres defensivas de época medieval. Aquí sucede lo mismo que con el primer tramo de ruta. Hay muchísimo que ver.

El Tren de Sóller.- Este tren histórico conecta la ciudad de Palma con la localidad de Sóller. El convoy parte del centro de Palma (la estación está en el Carrer d'Eusebi Estada, 1) y recorre 27 kilómetros hasta el pueblo de Sóller a las puertas de la Sierra de Tramontana en un viaje que tiene una hora de duración y que es de una belleza paisajística brutal. El precio del billete ida y vuelta es de 25 euros (18 euros un solo trayecto) y tiene tres únicas paradas: Palma; Bunyola y Soller (el precio desde Bunyola es de 15 euros ida y vuelta o 9 euros por trayecto). Este tren electrificado es una verdadera joya histórica. La línea se construyó a principios del siglo XX como servicio de pasajeros y carga y conserva el material rodante de aquellos años (entrar en sus vagones es hacer un viaje en el tiempo hasta los tiempos de la Belle Epoque). El trayecto es precioso y más allá de los paisajes (de montaña y litoral) también incluye la posibilidad de ver verdaderos alardes de la ingeniería de principios del XX (túneles, puentes y viaductos). Desde Soller puede tomar un tranvía que te llevará hasta el Puerto de Soller (precio combinado 32 euros) donde podrás disfrutar de paisajes costeros idílicos. Es caro, la verdad, pero merece la pena. Es una muy buena opción para visitar Sóller si no vas a seguir por la sierra o sólo por la experiencia de tomar el tren (esta parte de la isla es preciosa y se deja ver varias veces durante un viaje largo a la isla. Para volver a Palma en transporte público puedes tomar la Línea 204 de los autobuses públicos de Mallorca (2,5 euros).

De Sóller a Pollença: las alturas de Puig Major y las calas más brutales de Mallorca.- El tramo de la Ma-10 que conecta Sóller y Pollença apenas tiene 55 kilómetros de longitud. Nos encontramos con la ‘alta montaña’ en Fornalutx, otro de esos pueblos maravillosos en los que hay un par de casonas más que interesantes en las que detenerse. A partir de aquí, la carretera pica hacia arriba buscando las mayores alturas de la isla en los alrededores de Puig Major (1.445 meros sobre el nivel del mar). En este tramo podrás ver las manchas de bosque nativo más grandes de Mallorca y paisajes ‘alpinos’ en los que los embalses de Cúber y Gorg Blau dan una imagen magnífica. Pero también este lugar es el punto de acceso a dos de las calas más bonitas de toda la isla. Aprovecha para visitar Cala Tunent y la maravillosa Sa Calobra. En esta última deja el coche y camina un poquito hasta el Torrente de Pareis (tendrás que atravesar un túnel excavado en la roca). Aquí te vas a encontrar con un lugar mágico. Una playa ‘fluvial’ que ocupa un profundo cañón de piedra dónde las aguas que bajan desde las alturas de Puig Major se encuentran con el mar en un entorno surrealista (la playa se interna unos dos kilómetros tierra adentro enclaustrada por paredes de roca verticales).

La ruta hasta Pollença (una vez de regreso en la Ma-10) nos lleva hasta la Basílica de la Mare de Déu de Lluc, un monasterio medieval que nada tiene que envidiar a los grandes centros monásticos peninsulares. Aquí no sólo te vas a encontrar con arquitectura monumental en mayúsculas y una acumulación brutal de obras de arte; aquí se encuentra la imagen de la Virgen de Lluc, una talla del siglo XIV que es el centro de las devociones de los creyentes de la isla. En el museo de este monasterio puedes encontrar verdaderas joyas del arte medieval incluidas dos tallas medievales que formaban parte del camino de peregrinación que conducía hasta este lugar antes de que se construyera el camino carretero. Desde aquí bajamos entre pinares y roquedos hasta Pollença, otra de las grandes poblaciones históricas de Mallorca. Aquí vas a encontrar una cantidad de patrimonio brutal (incluyendo grandes edificios religiosos, un castillo de origen árabe conocido como Castell del Rei –en un entorno espectacular- y, muy cerca, los restos de Pollentia, una antigua ciudad romana). Si nos ceñimos a la ruta serrana, deberías terminar en Cap Formentor, otro paisaje litoral brutal plagado de calas y rincones maravillosos.

Fotos bajo Licencia CC: Nils H.; Marco Verch; Random_fotos; Edgar Jansen; Hywell Martinez; MARIA ROSA FERRE

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