Cesky Krumlov: la joya medieval de Bohemia del Sur

La mole de la Iglesia de san Vito emerge sobre los tejados del casco histórico de Cesky Krumlov.

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La región de Bohemia del Sur es uno de los rincones más bonitos de Europa. La ruta que va desde Praga hasta la frontera austríaca es un rosario de ciudades, pequeños pueblos y castillos que forman uno de los conjuntos histórico artísticos más sobresalientes del viejo continente. Hay mucho que ver. Un viaje por estas tierras del suroccidente checo daría para un recorrido de varias semanas yendo y viniendo de un lado a otro. Pero casi todos los viajeros coinciden en una cosa: Cesky Krumlov es la joya de la corona en esta parte del país. Y lo es por varias razones. La primera es que es una ciudad bellísima; de las más de la región. Y la segunda es que sirve de centro para recorrer los hitos bohemios más interesantes. Cesky Krumlov está a 175 kilómetros al sur de Praga. Un paseo si vas en coche de alquiler. Y en un radio de no más de 50 kilómetros de su centro puedes ver casi todo lo que hay que visitar en Bohemia del Sur. Así que es la base de operaciones perfecta para recorrer la comarca.

Cómo llegar a Cesky Krumlov en transporte público.- La puerta de entrada tradicional al país es la capital; y desde Praga, la mejor forma de llegar hasta Cesky Krumlov es el autobús. Hay muchas conexiones diarias desde las dos principales estaciones de autobuses de la capital (Florenc –Estación Central- y Na Knízecí) que en las horas centrales del día tienen una frecuencia de una hora. El trayecto entre ambas ciudades demora dos horas y media y el precio ronda los 11 euros. Las principales compañías de autobuses que hacen este servicio son Flixbus, Regiojet y Leo Express. El tren es otra opción aunque es más lenta y un poco más cara. La empresa Czech Railways conecta Praga con Cesky Krumlov con varias conexiones directas al día (algo más de tres horas y entre 9 y 16 euros) aunque la mayoría de los viajes tienen transbordo en Ceske Budejovice.

Que ver en Cesky Krumlov.- Todo lo que hay que ver en la ciudad se concentra en su zona histórica: el barrio de Letrán y el centro. La ciudad es pequeña y se deja ver con facilidad a pie. Eso sí, el terreno, marcado por acusados meandros del Río Moldava, tiene algunas subidas importantes. Lo más normal es empezar la visita por Latrán, el ‘barrio nuevo’ de Cesky Krumlov aunque tenga más de cinco siglos de historia. El crecimiento del burgo medieval obligó a salir del meandro del Moldava y las murallas se desplazaron hacia el norte creando una nueva zona de expansión urbana que, por la cercanía del castillo, se pobló de instalaciones vinculadas a la defensa y administración. La Puerta de Budejovice (Latrán, 106) marca el límite norte de la ciudad histórica y formaba parte de las murallas del siglo XV que protegían esta banda hasta el Castillo (hoy los viejos muros son apenas un montículo de tierra junto al Arroyo Polecnice). Esta parte tiene bastantes cosas que ver. Las más notables son el Monasterio de Las Clarisas (Latrán, 50), los antiguos arsenales (Zámek, 57) y la Iglesia de San Jost (Latrán, 6) con su precioso campanario barroco. Pero es que cada casa de esta parte de la ciudad es una obra de arte (muchos de los viejos palacios están decorados con frescos medievales).

El Castillo (Zámek, 59) es, sin duda alguna, el gran edificio civil. Es enorme e incluye un gigantesco complejo de muros, dependencias, un espectacular Teatro Barroco, jardines y áreas palaciegas que forman parte (como conjunto monumental) del listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El actual castillo gótico empezó a construirse a mediados del siglo XIII por orden de los señores de la ciudad (la poderosa familia Rosemberg que fue dominadora durante siglos del Ducado de Krumlov); pero sus cimientos se asientan en una fortificación de la Edad del Bronce, algo que pone de manifiesto la importancia estratégica del lugar desde tiempos prehistóricos. Su dilatada historia se traduce en la superposición de estilos y funciones aunque dominan el gótico de sus inicios y los añadidos barrocos de los siglos XVII y XVIII. Aquí vas a encontrar otro de los hitos patrimoniales: El Puente de la Capa. Este impresionante puente de piedra cubierto (con un edificio de tres plantas adosado en su zona superior) sirve para conectar el área palaciega con el Teatro del Castillo (ese edificio barroco del que te hemos hablado antes) y el Jardín del Castillo, un verdadero bosque privado con fuentes ornamentales, pabellones lujosos y zonas ajardinadas a la francesa. Desde la terraza que está junto al Puente de La Capa tendrás una vista genial sobre todo el casco histórico.

Pasando a la ciudad vieja.- Yendo por la calle Latrán pasaremos junto a San Jost antes de cruzar el río por el Puente Lazebnický. En esta zona, el Río Moldava describe un arco cerradísimo que un pequeño canal antaño inundado convertía en isla: una buena zona para construir una ciudad que no necesitaba de muchos alardes para la defensa. Una de las actividades turísticas tradicionales de la ciudad es recorrer esta parte del río en barco. Y dejarse sorprender por las vistas. Las casas que forman un muro abigarrado; el imponente escarpe que magnifica el castillo; los puentes; las antiguas fortificaciones como el Rozmberská Basta (Bastión de los Rosemberg), que servía de centinela junto a uno de los puentes; los molinos de agua… Todo tan bonito y tan bien cuidado que parece que lo han puesto así para asombrar a los turistas.

La calle Horni y la Plaza Mayor (Nám Svornosti) ejercen de ejes principales de esta parte del antiguo burgo. Desde el puente de Lazebnický, el acceso hasta la plaza se hace a través de la calle Radnicní, otra maravilla llena de grandes casonas medievales que, tras un par de metros de apreturas se abre para formar la Nám Svornosti. Aquí vas a encontrar un conjunto arquitectónico de gran belleza con casas medievales, renacentistas y barrocas porticadas y un espacio abierto presidido por la omnipresente Columna de la Peste (un elemento muy común en las ciudades centro europeas que hace referencia a las epidemias de los siglos XVII y XVIII). Esta plaza mayor no tiene la monumentalidad de otros espacios similares de ciudades vecinas, pero la armonía del conjunto es insuperable. Alrededor de la plaza puedes encontrar varios museos, centros culturales y algunos puntos a mitad de camino entre lo singular y lo bizarro como el Laberinto de Los Espejos (Siroká, 50), el más grande de Europa e instalado en una casona del siglo XV; el curioso Museo 3D (Masná, 129), con montajes ópticos curiosos para hacer fotos graciosas, el Museo de las Marionetas (Kájovská, 68) o el típico Museo de la Tortura (Nám Svornosti, 1), tan habitual por estas tierras –morbo, morbo y más morbo-. Si quieres algo más tradicional tienes el Museo Regional Checo (Horní, 152) que ocupa un antiguo palacete barroco y exhibe interesantes colecciones arqueológicas, históricas, etnográficas y artísticas. El otro gran lugar que hay que ver antes de aventurarse por el antiguo barrio judío, la tercera de las piezas del puzle medieval de Cesky Krumlov, es la Iglesia de San Vito (Kostelní, sn), una maravilla gótica que no tiene nada que envidiar a las grandes catedrales de otras ciudades del país.

Al sur del Moldova.- Salimos del centro histórico por el Puente Sur que conduce hasta el Bastión de los Rosembergs (Rybárská, 4). A mano izquierda podrás ver un enorme edificio erigido junto a una pequeña represa y en una isla artificial separada del resto del centro por un canal: es uno de los antiguos molinos y batanes hidráulicos. Si te fijas, hay bastantes de estas viejas instalaciones industriales a lo largo del cauce del río. La orilla sur del Moldava era el lugar dónde estaba la judería de Cesky Krumlov. Aquí puedes visitar la Sinagoga (Za Soudem, 282), algunas calles interesantes repletas de viejas casonas (las principales son Linecká, Horská y Plaza Plesivecké), varios museos (como el Fotoatelier Seidel –Linecká, 272-, dedicado a un famoso pionero de la fotografía de la ciudad) y pequeñas ermitas muy bonitas como la del Calvario (Linecká, 60). Otro sitio en el que puedes pasar un rato es el Parque de la Ciudad, un extenso jardín junto al río con muy buenas vistas (y un monumento dedicado a la comunidad judía y a las víctimas del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial).

Fotos bajo Licencia CC: Herbert Frank; Donald Judge; Karen Blaha

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