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Documentos originales ‘escondidos’ en los archivos municipales: “Permiten distinguir leyendas de la historia verídica”

Carmen Bachiller

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La Universidad de Alcalá (UAH) se implicó hace ya casi 25 años “en la recuperación de los documentos y contribuir a la divulgación de la historia europea durante la Edad Media y el Renacimiento”, a través del Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros, creado en 1996, y la Diputación de Guadalajara y que ha permitido la publicación de varios libros.

De los primeros coloquios, seminarios o exposiciones sobre la provincia de Guadalajara en los primeros momentos, se pasó después a asesorar a los ayuntamientos a la hora de organizar sus archivos municipales y la documentación histórica de la que disponen. “Se empezaron entonces a publicar colecciones de los archivos municipales. A lo largo de los años se ha publicado una decena de libros, empezando por el relacionado con el Archivo Municipal de Guadalajara”, explica Plácido Ballesteros, profesor asociado del departamento de Historia y Filosofía de la UAH y jefe de Servicio de Cultura en la Diputación de Guadalajara.

En la capital, el primer documento medieval que se conserva data del siglo XIII. “Se reunieron todos los documentos hasta el siglo XV en cinco libros”. Almonacid de Zorita, Pastrana, Atienza, Molina de Aragón, son otros de los proyectos abiertos. “También se trabaja en la publicación de documentos de la provincia que se encuentran en archivos estatales. Son varios ya los publicados con los que conserva el Archivo General de Simancas, en Valladolid”.

Ballesteros comenta que, entre estos libros, hay “uno muy especial que tiene que ver con el fuero de Molina de Aragón. Estamos muy orgullosos. Está editado para los especialistas, pero también para todos los públicos”. Se publicó en el año 2013 tras un estudio previo que repasa la evolución del territorio desde la conquista cristiana hasta la concesión del fuero.

“Fue un proceso de repoblación general en todos los territorios entre el valle del Duero y el valle del Tajo, entre mediados del siglo XI y mediados del siglo XIII”. En el caso del fuero de Molina se pudo documentar cómo fue el conde Manrique Pérez de Lara, con el consentimiento tácito de Alfonso VII, quien comenzó a restaurar y a repoblar aquel territorio hacia el año 1136.

Terminó firmando un fuero que, explica Ballesteros, “tiene una cronología discutida, pero tras los estudios de la profesora Dolores Cabañas quedó bastante aclarado. Se otorgó entre 1143 y 1148. El hecho de que se haya conservado un documento original ha permitido distinguir leyendas y tradiciones de la historia verídica”. 

El documento muestra los detalles de los “privilegios” concedidos al territorio, por ejemplo, en cuanto a su organización y gobierno local. Por aquel entonces la hoy ‘Molina de Aragón’ aparece en los pergaminos medievales como ‘Molina’ o ‘Molina de los Caballeros’. “La Academia de la Historia eligió el actual ‘apellido’ Aragón cuando en realidad el Señorío perteneció durante muy pocos años a la Corona aragonesa”.

El fuero de Brihuega

Otro de los fueros sobre los que ha trabajado la Universidad de Alcalá es el que se conservaba en los archivos de Brihuega. Desapareció durante la guerra civil y fue recuperado por la Guardia Civil hace justo un año. El códice tiene más de 70 páginas y data de 1242, cuando el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, concedió el fuero a la villa de Brihuega.

Este documento, ahora recuperado, se reconoce gracias al trabajo realizado por el catedrático de Arqueología, Juan Catalina García, quien pudo estudiarlo antes de su desaparición, y publicar un libro en el que lo describía por completo. “Su trabajo necesita una actualización” que ya están realizando Dolores Cabañas y el propio Plácido Ballesteros.

“Había un proyecto para consolidar el señorío episcopal en el entorno de Brihuega”. La iglesia y en concreto el primer arzobispo de Toledo, Bernardo de Cluny, había conseguido del rey Alfonso VI, tras la conquista de Toledo, que se le otorgasen distintos territorios. En aquel entonces el Arzobispado se extendía desde Toledo, pasando por Madrid, hasta llegar a parte de las provincias de Guadalajara, Albacete y Ciudad Real.

“Las aldeas pasaron a formar parte de las propiedades de los arzobispos. Una de ellas fue Brihuega y en torno a ella se creó un amplio señorío con más poblaciones. A mediados del siglo XIII el fuero vino a regular el gobierno local en el territorio”. Era el segundo que tuvo, tras el conocido como ‘fuero breve de Brihuega’, del que se conserva una copia en el Archivo Catedralicio de Toledo. “Queremos incorporarlo al estudio que realizaremos”.

“Privilegios” en las fronteras árabe-cristianas para atraer pobladores

Los fueros eran “privilegios” que otorgaban los reyes o los señores feudales al Concejo, la institución encargada de gestionar las ciudades e incluso el territorio. “Solían conceder la capacidad de autogestión, organizaban la vida política con ventajas fiscales o de otro tipo. Se otorgaban a lugares fronterizos para dotarles de atractivo y que pudieran llegar nuevos pobladores”, explica Plácido Ballesteros.

Por eso, los fueros avanzaron en la misma medida en que los territorios iban siendo conquistados por las tropas cristianas en una Península Ibérica ocupada en gran medida por los musulmanes.

Los documentos que recogen los privilegios de los concejos -hoy podríamos equipararlos con los ayuntamientos o las diputaciones- han llegado hasta nuestros días en desigual estado de conservación.

Existe una veintena en la provincia de Guadalajara. “Los hay muy bien conservados y se encuentran en los archivos municipales. Es el caso del fuero de Molina de Aragón o del fuero de Brihuega. Otros como el fuero de Zorita de los Canes se guarda entre los fondos manuscritos de la Biblioteca Nacional”.

Juan Catalina, uno de los creadores de la historia científica a nivel nacional

Muchas de las poblaciones con privilegios hoy no tienen la misma importancia que hace siete u ocho siglos. Alcocer, Uceda, Alhóndiga, Molina de Aragón, Atienza, Fuentes de la Alcarria, Sigüenza o la propia ciudad de Guadalajara, entre otros, fueron plazas destacadas siglos atrás.

El estudio de sus archivos y de los fueros otorgados a esas poblaciones ha ofrecido a los investigadores algunas ‘sorpresas’. “La provincia de Guadalajara es un territorio bien estudiado desde que la Historia empezó a se considerada Ciencia en el siglo XIX”, señala Ballesteros, quien destaca la labor del cronista provincial y miembro de la Real Academia de la Historia, Juan Catalina García. “Fue uno de los creadores de la historia científica a nivel nacional, y un estudioso de la provincia de Guadalajara”, a cuyos estudios siguieron los de otros muchos historiadores.

“Afloraron muchos documentos hasta que se organizaron los archivos municipales. Citaría el ‘Privilegio del mercado de Tamajón’. Se sabía que existía y apareció en los años 90 del siglo XX. Lo concedió Alfonso X El Sabio”, comenta Ballesteros.

Uno de los últimos hallazgos tiene que ver con la historia de otra población de la provincia, Yunquera de Henares. Fundación, Origen y Linajes de la Villa de Yunquera, lugar del Reino y Arzobispado de Toledo, en la provincia de Guadalajara es el nombre del manuscrito que ha sido cedido por un particular al Ayuntamiento. Lo escribió un franciscano natural de este municipio, Fray Bartolomé Garralón, en 1658, y narra la historia desde los orígenes del municipio, hasta el siglo XVII.

“El Ayuntamiento ha adquirido el manuscrito y ha solicitado su estudio a la Universidad y a la Diputación. Será el siguiente proyecto que posiblemente abordaremos el año que viene”.  

 

La Universidad de Alcalá (UAH) se implicó hace ya casi 25 años “en la recuperación de los documentos y contribuir a la divulgación de la historia europea durante la Edad Media y el Renacimiento”, a través del Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros, creado en 1996, y la Diputación de Guadalajara y que ha permitido la publicación de varios libros.

De los primeros coloquios, seminarios o exposiciones sobre la provincia de Guadalajara en los primeros momentos, se pasó después a asesorar a los ayuntamientos a la hora de organizar sus archivos municipales y la documentación histórica de la que disponen. “Se empezaron entonces a publicar colecciones de los archivos municipales. A lo largo de los años se ha publicado una decena de libros, empezando por el relacionado con el Archivo Municipal de Guadalajara”, explica Plácido Ballesteros, profesor asociado del departamento de Historia y Filosofía de la UAH y jefe de Servicio de Cultura en la Diputación de Guadalajara.