Estamos esperando a David, para cuya fiesta de despedida hemos subido a la sala Palau i Fabre de La Seca-Espai-Brossa. Entre otros invitados, una amiga de la familia se excusa por el retraso del homenajeado. “No se preocupe, señora, con las palomitas, la sangría y la música estamos entretenidos”. Es una fiesta. Como tantas: la casa se ha engalanado con globos y guirnaldas y una bandera de México preside el salón. David va a cruzar el charco para trabajar en el DF. Cosas de la crisis. Todo es cercano, todo es reconocible, todo es real. Estamos en nuestra casa... Es el sello de la compañía TeatrodeCerca.
Acostumbrados a los pequeños espacios, Jorge-Yamam Serrano, autor y director del montaje, Carmen Flores y Jorge Cabrera se mueven entre los invitados (el público, por si no ha quedado claro) con complicidad pero con total discreción: nadie se siente avergonzado, ni se tiene que esconder, no vaya a ser que lo saquen al escenario (¡no hay escenario!). Se sirven su sangría, descorchan la botella de vino de la que después bebemos todos o se atiborran de palomitas como cualquiera. Y desplegan recursos actorales que les permiten insertar actuaciones musicales (un clásico, “¿te acuerdas?: Ioaaa, ioaéee...” y Jorge se arranca a lo Manhattan Transfer), o “congelar la imagen” para mostrar lo que están pensando (lo contrario de lo que dicen: ¡qué real, por Dios!): es inevitable que los trapos sucios cocinados en la mente se escapen por la boca.
Son los efectos del alcohol. Los tres hermanos están borrachos. David suda, Pedro camina a trompicones y Catalina se sincera entre llantos. Y, como en el dicho, van transcurriendo algunas fases de la borrachera: cantos regionales (rancheras, más bien), exaltación de la amistad, negación de la evidencia... Toda familia tiene sus trapos sucios. A veces en forma de bragas (sucias); a veces, en forma de un padre recluido en un asilo (“perdón, residencia geriàtrica”); a veces, en forma en un marido/cuñado déspota y odiado por todos menos (inocente, ella) por la esposa sumisa pero fiel.
El aroma de cogorza destapa traiciones, pasiones, alegrías y recuerdos. Da voz a las conciencias que cada uno arrastra (arrastramos) en su interior. Pero no esconde el buen trabajo realizado por esta compañía. Un trabajo ya rodado, que empezó en el Laboratori de Creació de la Fira de Tàrrega, donde fue premiado. Dan ganas de que la fiesta dure más, de que los tres hermanos sigan despotricando los unos de los otros y, a la vez, abrazándose. Porque nos sentimos identificados y sufrimos sus desgracias y disfrutamos de sus buenos recuerdos. Pero no. Las fiestas tienen un final: “Vosotros no tenéis casa?” Es cierto. Es una pena, pero toca irse.