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Josep Martí Valls: “El principal determinante de la salud hoy en Barcelona es la pobreza”

Ha estado durante 6 años en la dirección asistencial del hospital más grande de Catalunya, el de Vall d'Hebron, entre el 2000 y el 2006, justo antes del inicio de la crisis. ¿Se desencantó con el sistema?

Sí, aunque también venía de antes. Hacía 45 años que estaba en Vall d'Hebron y antes de la crisis ya había problemas a los que los políticos giraban la cara. Por eso cuando me propusieron los últimos años ser el director asistencial no pude decir que no. El mundo de la gestión es mucho más cruel que el de la asistencia médica, que es mucho más agradecido. Puedes solucionar el problema de una persona, en cambio en la gestión no ves nunca los resultados netos de lo que te has planteado hacer. Todo ello, sin embargo, me ha dado bagaje.

Después se jubiló. Qué año era?

Fue en 2008.

Y desde entonces se ha involucrado en el activismo.

Yo estaba desde hacía años en el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) pero no fue hasta que me jubilé que pude dedicarme de pleno. Pensé que tampoco quería hacer sanidad privada porque si no tengo no tiene ningún sentido.

¿No tiene mutua privada quiere decir?

Sí, no tengo ni mutua privada ni clientela privada pero sigo haciendo de médico si se entiende por hacer de médico trabajar por la salud de las personas.

¿Cómo vivió los primeros años desde el otro lado?

Me indigné como mucha gente y me puse a hacer de activista. Empecé con la Plataforma pel Dret a la Salut y dentro de ésta con el SAP Muntanya. Primero nos indignábamos, protestábamos a las puertas del hospital. Al año siguiente nos manifestábamos, por ejemplo, contra el euro por receta, pero no nos hacían demasiado caso. El tercer año nos implicamos más y ocupamos varias plantas, también tuvimos varias reuniones con la gerencia de Vall d'Hebron. Se trata de no sólo protestar, también dialogar, exigir. Ocupamos la Conselleria y el CatSalut este verano durante toda una mañana y también hemos hecho cosas en Vall d'Hebron, en Bellvitge, el Clínic... Ha sido efectivo porque los hospitales y los CAPs se han sentido vigilados, por tanto, tenían que gestionar bien las listas de espera, etc. Hemos solucionado problemas de mucha gente concreta pero en el último año hemos visto que no era suficiente con hacer activismo de protesta y hemos pasado a la propuesta. Entre las diferentes plataformas hicimos un decálogo sobre qué sistema sanitario queremos y con ello constituimos la Marea Blanca de Catalunya.

¿Y qué le llevó a dar el salto a la política con Guanyem Barcelona?

Cuando hacemos una propuesta vemos que esto desde la calle no lo conseguiremos, que las leyes y reglamentos los hacen los gobiernos institucionales. Deberíamos convencer a los partidos que esto se lo pusieran como sus valores pero también vemos que los partidos tradicionales son los que nos han llevado hasta aquí. Por eso, cuando tenemos información de gente que había luchado con nosotros en la calle estos años, no sólo de la formación donde yo milito, y que crea formaciones nuevas decimos: quizás ahora es el momento, ya no de proponer, sino de ir a votar y que salga esta gente. Ya no creemos las palabras sino los hechos y los hechos que tenemos son los de los últimos cuatro años en que se ha recortado y han pasado dinero a la privada. Quizás nos equivocamos y lo vuelven a hacer mal pero los vigilaremos porque no nos desmovilizaremos de la calle. No dejaremos la Marea Blanca, continuaremos ayudándolos, pero que se pongan al servicio de nuestros valores.

¿Es importante que no todo el mundo haga este salto del activismo a la política? O dicho de otro modo, ¿es un peligro que todo el mundo lo haga?

Sí, es un peligro real que estos movimientos sean aprovechados para ganar votos o que alguien puesto en la administración también sea corrupto pero de momento los códigos éticos ya nos gustan. Costará mucho cambiar las cosas, eso sí, porque hay muchos intereses.

En pocas líneas, ¿cuál es el estado de salud del sistema?

Vivimos en un espejismo. En un ranking de la OMS España y Catalunya estaban en el puesto número 7 de entre todos los países porque era un sistema que no costaba mucho, era universal, etc. pero ocultaba cosas que no se valoraban. El sistema catalán, que es un sistema mixto en el que en un bloque unos hospitales son totalmente públicos y en otro bloque son concertados nos damos cuenta de que el modelo concertado, en el que pagas con dinero público a entidades privadas, se ha ido pervirtiendo a poco a poco y en este momento ya tenemos un 15% de dinero público que damos a entidades privadas. Hemos bajado los presupuestos, hemos cerrado camas y se ha favorecido el negocio privado. Pensábamos que teníamos un sistema excelente y hemos visto que el sistema mixto no ha acabado de resultar. Cuando las empresas no han sido sometidas a derecho público se han visto adjudicaciones a dedo, corrupciones, imputados... Consorcios y fundaciones que hemos descubierto y al que no queremos dar dinero público si hacen negocio con la salud.

¿La raíz de los problemas que hoy afectan al ámbito de la salud, como las privatizaciones, radica en el modelo sanitario construido durante los 80?

Cuando se hicieron las transferencias en materia de salud se decidió aprovechar hospitales ya existentes pero a la larga se ha visto que la ley de salud pública permitía conciertos un poco extraños. Y su modificación, cinco años después, con la sociovergencia, permitió que entrara el afán de lucro. Se ha visto que este era un modelo débil y poco transparente.

De hecho, uno de los puntos del programa de Barcelona en Comú es que “si es necesario” se auditarán y se revisarán los conciertos del Consorci de Barcelona. ¿Por qué conciertos debería empezar?

No sé si sería prudente ahora decir nombres. Revisaremos y auditaremos los conciertos de salud y si vemos que es necesario los revertiremos, los echaremos atrás. Evaluaremos conciertos y también resultados porque desde el Consorci de Barcelona, donde el Ayuntamiento tiene un 40% -frente al 60% de la Generalitat- propondremos auditar y haremos recomendaciones. No será cuestión de gastar más dinero sino de redistribuirlo.

La mayoría de competencias en salud las tiene la Generalitat, no los ayuntamientos. ¿Con un 40% frente a un 60%, por ejemplo, qué puede hacer el Ayuntamiento de Barcelona en este ámbito?

Puede hacer recomendaciones o decidir no renovar algún convenio. Quizás no podemos llevarlo a cabo por este 60% pero se puede llegar a cambiar si tienes mucha gente detrás. Desde el poder administrativo de un gobierno no se puede cambiar una realidad, porque el problema no está en el Ayuntamiento de Barcelona, está en las multinacionales. Tú puedes hacer presión social. Tendría mucha fuerza que una institución pública, como es el Ayuntamiento de Barcelona, se pronuncie en un tema determinado.

Un ejemplo reciente de polémica es el de Barnaclínic.

Barnaclínic es un tema emblemático de ir entrando el tema privado dentro del sistema público. Aquí, los conciertos y las derivaciones son una privatización muy sutil. Tanto es así, que la patronal de las mutuas y las clínicas ha denunciado el Clínic por competencia desleal, porque la luz, la limpieza o el catering lo tienen pagado por la pública. Y en este sentido tienen razón. Desde Barcelona en Comú creemos que no se debe ofrecer otro servicio pagando porque lo que tiene que ofrecer es calidad en lo público. Todo residente en el país debería ir al Clínico público, que ya lo tiene pagado. Ahora bien, lo que se podría hacer es un edificio aparte y con personal aparte, pagado por Barnaclínic, que sólo se ofrecería a extranjeros no comunitarios ricos. Quizá no habría que cerrar Barnaclínic pero debe estar totalmente diferenciado. Por ejemplo, podría hacerse en un pabellón de la Escuela Industrial. Se podría aprovechar el logo del Clínico pero sin pasar gastos de un lugar a otro o derivar pacientes.

Desde Barcelona en Comú apostáis por una sanidad 100% pública, tanto para la provisión como para la gestión de los servicios. En el Hospital de Vall d'Hebron, por ejemplo, se ha denunciado la privatización de algunos servicios, cada vez más en los últimos años. ¿Es malo que haya una parte de los servicios privatizada?

Los servicios de oferta sanitaria no se pueden privatizar porque la oferta crea demanda. Tú abres un hospital en el Pirineo y te aumentan, al cabo de dos años, las operaciones de prótesis o la medicalización. El privado se querrá ganar la vida e incluso te ofrecerá prestaciones innecesarias. En los sociosanitarios, a diferencia de los hospitales o la primaria, sí puede haber gestión más privada porque sólo te ingresan pacientes que te derivan. Ahora, externalizar servicios como la limpieza o la cocina, por ejemplo, porque hay una empresa que lo hace muy bien, no lo vería un disparate. Hay que mirar que en los concursos te ofrecen más calidad y que las condiciones laborales sean iguales que las que tú ofreces, que no sean precarias.

Otro ejemplo es la deriva de 17.000 pacientes, en 2014, a centros privados por “falta de camas”. En Barcelona 4000. ¿Como se revierte esta tendencia?

El Sagrat Cor, por ejemplo, ha recibido este año derivados del Clínic, de Vall d'Hebron, del Sant Pau, del Moisès Broggi y de Mataró, por eso a veces he bromeado diciendo que se deben llevar trabajo a casa. Revertir esta tendencia depende del CatSalut, que en Barcelona su dirección está traspasada al Consorci de Barcelona.

Otro de los puntos del programa implica reducir las desigualdades en salud por barrios, siguiendo el Plan de Barrios.

Sí, este es un punto muy importante. Cuando hablamos de sistema sanitario siempre nos imaginamos los enfermos y el sistema asistencial pero la salud está en todas las políticas públicas. La política de movilidad, de medio ambiente, de desahucios, de pobreza energética... Todo esto puede ir a favor o en contra de la salud. Por eso decimos que desde la administración pública de Barcelona, que tenemos todas las competencias, haremos un plan de barrios dando inversión en los barrios donde haya más desigualdad. El principal determinante de la salud hoy en Barcelona es la pobreza, más la genética, más el sistema público de salud. El principal determinante, sin embargo, es la pobreza. Por eso hay una diferencia de nueve años en la esperanza de vida de una persona de Nou Barris y una de Pedralbes. Debemos crear políticas transversales para trabajar en la salud.

Por último, ¿cuál es la política que defendéis por la Atención Primaria?

Se debe dar a la primaria la importancia que tiene. La Atención Primaria tiene ahora un 16% del presupuesto de Salut y en todos los países avanzados se considera que este porcentaje debería ser de un 25% para tener una primaria resolutiva y de calidad, que además, te ahorra mucho dinero porque te ahorra una cantidad de ingresos a los hospitales y a urgencias. Por lo tanto, se tendrá que hacer un plan de mejora de la primaria con participación ciudadana.

Ha estado durante 6 años en la dirección asistencial del hospital más grande de Catalunya, el de Vall d'Hebron, entre el 2000 y el 2006, justo antes del inicio de la crisis. ¿Se desencantó con el sistema?

Sí, aunque también venía de antes. Hacía 45 años que estaba en Vall d'Hebron y antes de la crisis ya había problemas a los que los políticos giraban la cara. Por eso cuando me propusieron los últimos años ser el director asistencial no pude decir que no. El mundo de la gestión es mucho más cruel que el de la asistencia médica, que es mucho más agradecido. Puedes solucionar el problema de una persona, en cambio en la gestión no ves nunca los resultados netos de lo que te has planteado hacer. Todo ello, sin embargo, me ha dado bagaje.