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Las urnas dan un portazo a Artur Mas

La cúpula de CiU, el domingo 25 tras conocerse los resultados electorales, en el balcón del hotel Majestic. / Efe

J. Ramón González Cabezas

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Se esperaba un terremoto y el terremoto llegó, pero por donde no se le esperaba. Artur Mas ha sido noqueado en las urnas en sus aspiraciones de liderar la “transición nacional” de Catalunya hacia el “Estado propio”. El estrepitoso fracaso de su osada apuesta compromete al propio proceso y sitúa inexorablemente a CiU ante la evidencia de un gran error de cálculo y de estrategia que afectará sin duda a la cohesión de la federación nacionalista. En un entorno de caras muy largas, Mas encajó anoche el duro revés y lanzó un llamamiento explicito para encabezar un Gobierno de coalición.

“La situación no será nada fácil”, declaró Mas tras admitir no haber obtenido “ni de lejos” la “mayoría excepcional” que reclamaba para lanzar el proceso de autodeterminación. Así y todo se comprometió formalmente a mantenerlo con apoyo de los grupos soberanistas de la Cámara, aunque en un tono muy menor a las innumerables soflamas de campaña.

El líder de CiU atribuyó el mal resultado al desgaste de la crisis a lo largo de dos años de Gobierno y, asimismo, al “programa diferente” asumido personalmente en su repentina apuesta soberanista. “No me arrepiento”, añadió sin embargo, apoyándose como argumento en el hecho de haber trasladado la voz de la calle a las urnas para verificar la opinión del pueblo. Una constatación amarga tras dos meses de infarto.

La fugaz ensoñación independentista de CiU solo ha servido para cebar literalmente a ERC y crear un escenario delirante para la buena gobernación de Catalunya en los próximos años, en el que CiU dependerá más que nunca de terceros para poder seguir en el poder. Un sarcasmo de extrema crudeza para el navegante a Ítaca. La crisis planteada por el súbito fin de la legislatura y la convocatoria de elecciones de carácter plebiscitario se han vuelto contra el propio Artur Mas y ha agudizado de forma imprevisible la crisis interna de Catalunya.

El PSC resiste el envite

El brutal fiasco electoral de la federación nacionalista, unido al relativo aguante del PSC como principal partido de la oposición de la izquierda no independentista, abre contra todo pronóstico un escenario político sustancialmente distinto, pese a la persistencia de una heterogénea mayoría soberanista en el Parlament. El suceso es de tal envergadura que obligará a revisar los postulados de los sondeos y, sin duda, los elementos que configuran la acción de los medios públicos y privados de referencia como actores de privilegio en la formación de la opinión pública. Ahora veremos cómo reniegan de lo ocurrido muchos de los que lo celebraron.

La extraordinaria movilización del electorado ha clarificado el debate soberanista y ha arrojado una radiografía mucho más precisa de la realidad del país y la posición de los ciudadanos sobre el futuro. Al margen de cualquier especulación sobre la incidencia del escabroso affaire del “borrador” policial en el último tramo de la campaña, estaba cantado que el carácter plebiscitario de la convocatoria electoral despertaría al electorado dormido y animaría la participación de toda la ciudadanía. Sobre todo los jóvenes.

El veredicto de las urnas no es en absoluto menor. Artur Mas no sólo no ha conseguido la “mayoría indestructible” que necesitaba para dirigir el proceso de autodeterminación, sino que ni siquiera ha podido repetir ni de lejos los resultados de las elecciones de hace solo dos años. El portazo a sus aspiraciones ha sido particularmente severo, a la vista de la enorme sangría de escaños con respecto a los comicios de 2010. Había razones para dimitir, pero solo se hizo esperar para comparecer ante los medios y capear el temporal.

ERC, el gran ganador

Como estaba prácticamente cantado, ERC, el histórico partido de Macià, Companys y Tarradellas, ha sido el gran beneficiario directo de la institucionalización de la independencia como la gran meta de Catalunya y el objetivo prioritario de la acción de gobierno, según la hoja de ruta asumida con riesgo por Artur Mas a raíz de la Diada del 11-S. En el lado opuesto del arco parlamentario, Ciutadans es el otro gran ganador del envite electoral, al actuar de refugio del voto españolista que no comulga con el Partido Popular.

Las urnas han confirmado tibiamente la mayoría soberanista que ya existía en el Parlament, pero han pulverizado la osada apuesta del presidente de la Generalitat para asumir el liderazgo de este bloque con poderes casi plenipotenciarios para negociar de tú a tú con el Estado. El clima de alivio y hasta de euforia que reinaba anoche en la sede del PP de la calle Génova anticipa sin duda la posición que adoptará Mariano Rajoy frente a un debilitado Artur Mas.

Las hipótesis se moverían tal vez entre una operación para “salvar al soldado Mas” reconstruyendo puentes mediante concesiones que desactiven el bloque soberanista y aíslen a ERC, o una estrategia de desgaste que ahonde las fisuras y contradicciones de CiU y cave la tumba política del líder de CDC. Imposible saberlo de momento.

Vistos los antecedentes, es previsible que la reacción del poder central sea de una magnitud acorde con el desenlace del enorme envite lanzado por Artur Mas hace dos meses. La número dos del PP, María Dolores de Cospedal, libró anoche la primera entrega con su habitual crudeza expresiva.

Pluralismo y cambios

Sea como fuere, casi nada será como Artur Mas tenía previsto. Cabe recordar, sin embargo, que CiU no solo sigue siendo la fuerza más votada de Catalunya, sino que pese a su temeraria apuesta secesionista sigue siendo un partido “de Estado” en tanto que fue uno de los padres fundadores de la Constitución española. Nada, pues, será posible en Catalunya al margen de la federación nacionalista fundada por Jordi Pujol, pese a haberse precipitado en la cuneta de la mano de Artur Mas. El propio líder de CiU se encargó de subrayar anoche que no hay ningún gobierno alternativo que no sea presidido por él.

Lo cierto es que las urnas han devuelto a CiU a la realidad de un país donde el pluralismo se reafirma como réplica a las ambiciones hegemónicas de la federación nacionalista y el soberanismo se redistribuye y adopta nuevas expresiones políticas. El éxito de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) abre la vía parlamentaria a nuevas fórmulas alternativas del catalanismo de izquierdas y ya disputa el voto joven a los partidos institucionales como ERC e ICV-EUiA. Se avecinan tiempos apasionantes.

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