A quien lea

El tabú de la transición

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“Els vencedors oblidaren ser pietosos,

els derrocats traspuaren fel i creu,

els innocents feren de sac terrer a la barricada,

els herois pagaren per tots.

Així nasqué, dins foc, el llampec primerenc

i el riu inesgotable de les llàgrimes“. 

Matilde Lloria. ‘Altíssim Regne’; València, 1960

La Transición Valenciana es reciente aunque permanece lejana. Es un punto y aparte más de la larga noche de los valencianos, de todos, que se prolonga desde la Guerra Incivil que se inició en julio de 1936. Cuyas secuelas se prolongan hasta nuestros días. Los valencianos tienen un compromiso pendiente con su historia. Mientras la sociedad valenciana siga ignorando sus raíces, su señas de identidad y de donde viene, difícilmente resolverá los serios interrogantes que se ciernen sobre su porvenir. El País Valenciano permanece en la ignorancia y el delito capital de la desinformación tiene culpables entre nosotros. Los primeros y principales nuestros políticos que pasan de los cimientos para centrarse en la conservación del poder a cualquier precio. No son los únicos. El reducto de la cultura tuvo instituciones y figuras de primer rango. La Universidad en València fue el reducto principal del saber durante siglos. Si la política valenciana adolece de precariedad e inmediatez, la urdimbre cultural es un desierto que se ha ido acrecentando después de décadas y de reincidir en la ausencia de iniciativas que la reanimen. Bibliotecas, librerías, editoriales, artes gráficas, foros, ateneos, academias, tertulias y otras entidades que malviven y perecen ante la impasibilidad de quienes pretenden liderar la vida pública de los valencianos.

Homenots

Antes de morir Josep Lluís Domènech Zornoza ( Alberic,1952- 2016) miembro de la Academia Valenciana de la Llengua y cronista oficial de Alberic,Tous y Jérica, creó e hizo funcionar la asociación cultural ‘Obres o Trobes’. Domènech era un activista impagable de las causas valencianas apreciado en el PSOE y en UGT. Un ‘almogaver’ ejemplar de partido y sindicato especializado en trabajar y ser eficaz sin que su mano derecha supìera lo que hacía su mano izquierda. Inteligente, avezado, perspicaz en sus fichajes personales y psicólogo infalible de profesión y acierto. Josep Lluís era un intelectual con vocación didáctica de los que enaltecen a un país como el valenciano, ausente de vocaciones. Espoleador, generoso, motivador y con capacidad de aglutinar a gente diversa que lo admiraba. Vivió y conoció la Transición Valenciana. Sabía que la razón de ser de los valencianos sólo se asume desde la libertad y la pluralidad. El día de su entierro en septiembre de 2016 se congregaron en Alberich bastantes factótums del socialismo valenciano que supieron hacer acto de presencia en sus exequias pero pasaron página sin proseguir con su labor de intensa trascendencia en el campo de la cultura y de la política auténtica y desinteresada que tanto necesitamos los valencianos. En el País Valenciano si su idiosincrasia y sus fundamentos han de prevalecer se conseguirá con la participación y la involucración de todos los ciudadanos, de todas las sensibilidades, de todos los territorios, de todos los intelectuales y de todos cuantos se sientan partícipes en un proyecto definible. Realizable como resultado de la voluntad de ser de sus habitantes bien nacidos.

Rehacer la historia

Contaba Joan Fuster que no entraba entre sus intenciones en 1962 escribir ni publicar la obra por la que es más conocido: ‘Nosaltres els Valencians’ (Edicions’62). Ya que nadie se animaba a redactar un libro que espoleara con su contenido la conciencia de los lectores valencianos, se lanzó a la aventura en paralelo al encargo de la editorial Destino, de Barcelona, para dar a luz el compendio descriptivo del ‘País Valenciano’, que apareció en castellano. Dos piezas fundamentales de la bibliografía valenciana, que más tarde deberían ser completadas con ensayos y monografías que ayuden al público, doméstico y foráneo, a entender el significado, las características, la cultura, la lengua, la literatura, el arte, la economía y la historia que nos había hecho ser como somos y que iba a condicionar nuestro futuro. De aquellas simientes fusterianas fructificaron: ‘La Vía Valenciana’ de Ernest Lluch, ‘País Perplex’ de Josep Vicent Marqués, ‘Impura Natione’ de Damiá Mollá y José Eduardo Mira y otros libros de Joan Reglá, Enric Sebastiá, Manuel Sanchis Guarner, Manuel Ardit, José Vicente Mateo, Sebastiá Garcia Martínez, Francesc Pérez Moragón, Alfons Cucó, Ferrán Archilés, Vicent Flor o Joan Valls, entre otros muchos. Todos ellos y muchos más, piezas valiosas e insustituibles de una idiosincrasia maltrecha y desvaída por la desidia y la mala fe.

Hijos de la transición

Las monografías introspectivas que estudian y reflejan con honestidad y veracidad documentada las diferentes épocas y la forma de ser de los valencianos, constituyen eslabones que afirman y recomponen el pasado de un pueblo que necesita saber de donde viene para afrontar el porvenir con garantías. La labor hasta ahora en menos de un siglo ha sido ingente. No cabe duda de que la reciente publicación de ‘UNA HISTORIA DE VIOLENCIA. La transición valenciana (1975- 1982)’ de Borja Ribera, editada por Tirant Humanidades, constituye una pieza angular en la reconstrucción de una época reciente que marcó los comportamientos y las actitudes presentes ante el futuro. La incertidumbre, la vacilación, los miedos, las amenazas, la extorsión, el chantaje, las palizas, la connivencia del aparato coercitivo del Estado, la sublevación militar–con trama civil nunca desvelada– del 23-F, la legislación franquista, las reticencias centralistas, las bombas y los asesinatos violentos modularon los comportamientos y amedrentaron la vida política valenciana y la de sus líderes de convicciones democráticas que tuvieron que protegerse, salvar la piel y velar por sus intereses amenazados desde décadas atrás.

Renuncias y censuras 

Es triste que aún hoy los valencianos vivamos inmersos en renuncias y censuras que no sólo imponen las fuerzas retrógradas e involucionistas que perviven entre nosotros. Investigar la Transición valenciana también conlleva restricciones documentales y coacciones que impiden trabajar libremente a los estudiosos e investigadores. Desde 2015 el País Valenciano, a través de los gobiernos del Botànic en la Generalitat y de la Nau-Rialto en el Ayuntamiento de València, ha vivido una primavera cívica, política y de libertad que ha supuesto una entrada de aire fresco para las instituciones y para los ciudadanos que han visto el desarrollo de nuevos proyectos con novedosas perspectivas. Pero como decía Fuster los miedos son muchos e infinitas las inquisiciones. Quienes pensamos y escribimos sabemos lo que cuesta expresarse sin autocensuras ni restricciones. Por eso vamos cambiando de medios de comunicación y de periódicos que nos permitan publicar con y en libertad. Es lamentable que se ejerza un control férreo en los contenidos de los medios audiovisuales de titularidad pública. Las radios y las televisiones que están al servicio de todos los valencianos no pueden convertirse en cotos cerrados controlados por camarillas de aprendices de periodismo sectario al servicio de su pervivencia teórica cuando a partir del próximo 28 de mayo los electores valencianos decidan su futuro en las urnas. Se equivocan quienes maquinan el trasiego de profesionales del periodismo desde cargos políticos a los puestos de mando en los medios de comunicación, con la pretensión de asegurarse su futuro en empresas públicas y privadas de afinidad con las coordenadas maestras del bipartidismo: PSOE y Partido Popular.

Todo más claro

Desde los periodistas veteranos hasta los jóvenes intelectuales, que aún creen en la majestad de los principios, conocen las muy graves restricciones a las que se ve sometido su trabajo. La dificultad a la hora de consultar e informarse en bibliotecas públicas. Las instituciones (Cámara de Comercio de València, Consell Jurídic Consultiu de la C,V. Sindicaturas de Cuentas y de Agravios), las entidades económico empresariales (Feria València, confederaciones empresariales(CEV), Autoridad Portuaria de València, federaciones y asociaciones), ayuntamientos y consellerias, se han olvidado de los tiempos en que sus titulares y protagonistas trabajaban desde la marginalidad de la oposición o se empeñan en mantener un cerco de colas e impedimentos con la excusa de exigir citas previas que ni en sanidad ni en ningún otro servicio público tienen sentido alguno. La Transición valenciana fue un tiempo en que la sociedad arriesgó a brazo partido para recuperar las libertades. Lamentablemente la Transición para los valencianos no ha culminado con éxito las reivindicaciones por las que se luchó. Se seguirá porfiando para alcanzar la claridad y la transparencia en libertad. La guerra por la democracia que se inició en 1975 aún tiene duras batallas por culminar. Los medios de comunicación, lejos de ejercer opacidad distractiva, tienen el compromiso y la responsabilidad de clarificar y cooperar en la vieja y conocida causa de la libertad.