El frío extremo aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón

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El frío extremo -como el que ha tenido en alerta a una buena parte de España en las últimas semanas- puede matar. Y no solo por generar hipotermias: también aumenta el número de muertes por otras razones, como los problemas cardiovasculares, que constituyen la principal causa de muerte en todo el mundo.

Un estudio reciente ha llegado a la conclusión de que, en los días de frío extremo, el riesgo de muerte en las personas con insuficiencia cardíaca aumenta hasta un 37% en comparación con los días de temperatura óptima, es decir, los días en que se registran los mínimos de mortalidad en cada sitio en particular.

No solo el frío. También los días de calor extremo incrementa el riesgo de muerte en las personas con insuficiencia cardíaca, aunque en este caso el peligro es algo inferior: alcanza el 12%.

El trabajo también explica que por cada mil muertes por causas cardiovasculares, los días de frío extremo se produce una media de 9,1 decesos “adicionales”. Una cifra que es mayor en España, donde llega a 11,3. En el caso del calor, en tanto, esas muertes “adicionales” son 2,2 a nivel global y 4 en nuestro país.

La investigación analizó datos de más de 32 millones de muertes por causas cardiovasculares, ocurridas en 567 ciudades de 27 países en los cinco continentes entre 1979 y 2019. Es decir, se trata de un estudio global y de largo plazo, lo cual ha permitido obtener datos significativos.

El cambio climático, un problema de salud pública

Estos hallazgos “subrayan la necesidad urgente de desarrollar medidas que ayuden a nuestra sociedad a mitigar el impacto del cambio climático en las enfermedades cardiovasculares”, ha señalado Haitham Khraishah, experto de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y uno de los coautores del estudio.

Los resultados permiten afirmar que, en términos generales, una de cada cien muertes cardiovasculares están relacionadas con los días de temperaturas extremas. Y los efectos de estos días son más pronunciados en el caso de las personas con insuficiencia cardíaca, una enfermedad que afecta la capacidad del corazón de bombear la sangre y hacer funcionar al organismo.

Khraishah indicó que no está clara la razón por la cual estos pacientes sufren más las consecuencias del frío y el calor muy pronunciados, pero arriesga que “podría deberse a la naturaleza progresiva de la insuficiencia cardíaca como enfermedad”. 

Y añadió que “una de cada cuatro personas con insuficiencia cardíaca es readmitida en el hospital dentro de los 30 días posteriores al alta, y solo el 20% de los pacientes con insuficiencia cardíaca sobreviven diez años después del diagnóstico”.

Stephen N. Davis, otro coautor del trabajo (que involucró a casi medio centener de científicos de diversos países) y también docente de la Universidad de Maryland, aseguró que “este documento histórico es un llamado a considerar el cambio climático como un problema creciente de salud pública y destaca la necesidad de investigarlo como una posible causa de disparidades en la salud”.

La insuficiencia cardiaca, un riesgo no solo en adultos mayores

Hay que tener en cuenta, además, que la insuficiencia cardíaca es un riesgo cada vez mayor entre la gente joven. A esa conclusión llegó un estudio de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, publicado en 2019, que ponía énfasis en el aumento pronunciado de muertes por esta enfermedad en menores de 65 años.

Durante los cuarenta años anteriores -entre 1970 y 2010-, las tasas de mortalidad por insuficiencia cardíaca se habían reducido, pero la tendencia se revirtió en la última década.

Aunque las razones no están claras, Sadiya Khan, una de las autoras del trabajo, señaló que es probable que se deba al aumento en los índices de obesidad y diabetes.

Aunque existe una tendencia a creer que las enfermedades cardiovasculares o las temperaturas extremas afectan casi en exclusiva a los adultos mayores, las estadísticas demuestran que no es así.

De hecho, una de cada tres personas fallecidas en España por olas de calor en el último cuarto de siglo tenían menos de 65 años, según un estudio publicado semanas atrás por dos investigadoras navarras.

Más allá de que en estos días se sufra el frío, España es el país europeo con más riesgo de muerte por calor extremo, según el informe científico The Lancet Countdown, difundido en octubre.

Efectos de las temperaturas extremas

Ya hace una década, un estudio desarrollado en Australia había hallado una asociación entre las temperaturas extremas y un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular prematura. El cálculo arrojó que cada día, por cada millón de habitantes, se perdían unos 72 años de vida por causa de problemas cardiovasculares.

Esa investigación, basada en datos recogidos en la ciudad australiana de Brisbane entre 1996 y 2004, comprobó que los niveles muy elevados de frío y de calor pueden provocar cambios en la presión arterial, el espesor de la sangre, el colesterol y la frecuencia cardiaca.

El mayor número de muertes registradas por este trabajo se debió no solo a los efectos directos de la temperatura sobre la salud, sino también -según uno de los coautores del estudio- “a los sistemas de salud desbordados y a que las ambulancias tardan más en llegar a los casos de emergencia”.

Adaptarse al cambio climático

El caso es que la población española lleva décadas adaptándose de forma progresiva a temperaturas cada vez más extremas, tanto de frío como de calor. La aclimatación al frío de hecho comenzó antes, hacia finales de la década de 1980, mientras que para el calor el punto de partida estaría en el año 2009.

Así lo detalla un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, publicado este mes en la revista especializada Environmental Health. El trabajo apunta que desde 1989, la mortalidad debida al frío se redujo casi tres veces. La disminución del riesgo de mortalidad atribuible al calor, en tanto, fue mucho menor.

En la misma línea, otra investigación ha comprobado que la mortalidad cardiovascular atribuible al frío en España entre 2002 y 2016 fue un 30% menor en las mujeres y casi un 45% menor en los hombres, en comparación con el período 1980-1994.

Por otro lado, en el caso de las muertes cardiovasculares vinculadas con el calor extremo, el descenso entre ambos lapsos temporales fue del 36% en las mujeres y el 42% en los hombres. En las mujeres es mayor la mortalidad cardiovascular asociada al calor, mientras que los hombres son más vulnerables al frío.

Está claro, en definitiva, que el frío y el calor extremos aumentan el riesgo de muerte en personas con insuficiencia cardíaca y otros problemas cardiovasculares, por lo que conviene tomar todas las medidas que sean posibles para reducir los efectos de tales variaciones climáticas.

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