¿Estoy quemado del trabajo?: claves para reconocer el síndrome 'burnout'

Foto: Pexels

Cristian Vázquez

La expresión “estar quemado” por el trabajo se usa con bastante frecuencia cuando alguien está agotado desde un punto de vista mental o emocional. Pero no se trata solo de una frase coloquial o una sensación pasajera, sino que la psicología lo reconoce como un verdadero problema en determinados entornos laborales. El síndrome de desgaste profesional o de 'burnout' es una realidad, yla sufren muchos trabajadores.

El concepto fue acuñado en 1974 por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger, quien lo definió como “la extinción de la motivación o el incentivo, especialmente allí donde la dedicación a un objetivo o a una relación fracasa en conseguir los resultados deseados”. La obra de referencia de Freudenberger es un libro de 1980, titulado Burnout: The High Cost of High Achievement (“Estar quemado: el alto costo de los altos logros”).

Desde ese momento hubo decenas de intentos de definir con mayor precisión qué es el 'burnout', pero ninguna se impuso como definitiva. En general, los investigadores coinciden en que es mucho más sencillo describir el problema que definirlo, aunque hablan básicamente de una suerte de “cansancio emocional”. Un agotamiento que produce una pérdida de motivacióny suele progresar hacia sentimientos de inadecuación y fracaso.

Los síntomas: cómo saber cuándo estás “quemado”

En un principio, el síndrome de desgaste profesional fue estudiado sobre todo en el campo de las profesiones asistenciales (médicos de atención especializada, cuidadores de pacientes geriátricos, etc.) y de servicios (como atención al cliente). De un modo más reciente, los investigadores no lo restringieron solo a esas profesiones.

Lo consideraron como el “agotamiento mental, físico y emocional producido por la involucración crónica en el trabajo en situaciones emocionales exigentes”. Un estado no necesariamente producido por profesiones que implican el contacto directo y constante con otras personas. Así lo explicaron Cristina Ortega Ruiz y Francisca López Ríos, psicólogas de la Universidad de Almería, en un estudio dedicado al 'burnout'.

Los expertos han destacado las dificultades que existen para diferenciar los síntomas de los efectos del 'burnout'. Pero hay consenso en que los principales síntomas para advertirlo se dividen en tres categorías, enunciadas por las psicólogas sociales Cristina Maslach y Susan Jackson:

Agotamiento emocional. Cansancio y fatiga, tanto mentales como físicos. La persona experimenta la sensación de que no puede dar más de sí misma a nadie más.

Cinismo y despersonalización. Aparece un conjunto de sentimientos, actitudes y respuestas negativas, que en conjunto hacen que la persona permanezca distante y fría hacia los demás, en particular hacia los receptores del propio trabajo (pacientes, clientes, etc.).

Baja realización personal o insatisfacción de logro. Se caracterizan por una desilusión dolorosa hacia los logros personales. Disminuye la autoestima, aumenta el estrés y se puede llegar a la depresión, con sensaciones tan fuertes como la falta de sentido hacia la propia vida. 

Maslach y Jackson desarrollaron un test, conocido como el Inventario de Maslach, que se considera el instrumento más válido y fiable para la detección del 'burnout'. Consiste en una serie de 22 enunciados, como por ejemplo:

“Me siento cansado cuando me levanto por las mañanas”

“Al final de la semana me siento agotado”

“Siento que estoy haciendo un trabajo demasiado duro”

“En el trabajo siento que estoy al límite de las posibilidades”.

Ante cada una de esas afirmaciones -que abarcan las tres dimensiones de síntomas: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal-, quien realiza el test debe responder con qué frecuencia se siente identificado con ellas: nunca, alguna vez al año, una vez por mes, varias veces por mes, una vez a la semana, varias veces por semana o todos los días. Cada respuesta recibe un puntaje y, al final, se puede establecer en qué grado la persona está “quemada” o no. 

Consecuencias en la salud

Más allá de que algunos efectos pueden confundirse con señales de 'burnout', hay otros que son claras consecuencias de este síndrome, y que pueden resultar muy perjudiciales para la salud de quien las sufre, como elevados niveles de estrés, cansancio, ansiedad, insomnio, depresión e irritabilidad.

A menudo tiene lugar además un descuido de la propia salud, que se manifiesta sobre todo en un consumo excesivo de alcohol, tabaco u otras sustancias, y en trastornos en la alimentación, que pueden causar pérdida de peso en algunos casos y sobrepeso y obesidad en otros. Ese camino conduce a complicaciones de mayor envergadura, como:

dolores musculares

migrañas

alteraciones en los ciclos menstruales

alergias, úlceras

problemas gastrointestinales

colesterol

diabetes

problemas cardiovasculares

infarto cerebral

Factores de riesgo para el 'burnout'

En general, la aparición del síndrome de desgaste profesional no se debe a una sola causa, sino a la convergencia de múltiples factores, relacionados tanto con el entorno laboral como con la propia persona que padece el problema. En este último sentido, trabajadores con baja tolerancia a la frustración y al estrés pueden ser víctimas de 'burnout' con mayor facilidad.

Entre los factores de riesgo, uno de los principales es un ambiente laboral problemático. Esto puede deberse a la existencia de conflictos reales, pero la persona también puede verse afectada por la sensación de ser menospreciado por sus compañeros o jefes, o que su trabajo no se valora como corresponde.

También la obligación de realizar tareas que producen un malestar emocionalo alguna clase de contradicción interna puede desgastar rápidamente a un trabajador. Un ejemplo recurrente se puede ver en cargos relacionados con la venta, en los cuales se exigen estrategias “agresivas” hacia los potenciales compradores, o en atención al cliente, donde a menudo los empleados deben regirse por normas y procedimientos que, en su fuero interno, considera incorrectos.

Otro factor de riesgo es, desde luego, trabajar demasiado. Si alguien trabaja muchas horas y no dedica el tiempo suficiente al descanso y a la vida social (familia, amigos, ocio), es probable que “se queme con mayor rapidez”. Lo mismo, si se plantea o le imponen objetivos demasiado ambiciosos. Incluso los objetivos poco claros pueden contribuir con este desgaste, dado que la incertidumbre aumenta el estrés y puede ocasionar que la persona trabaje y se exija mucho más de lo normal.

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