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José Zorrilla, sólo poeta

José Zorrilla, sólo poeta

EFE

Valladolid —

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Apenas tres letras median entre la “H” y la “L”, el sillón de la Academia del que José Zorrilla no llegó a tomar posesión y el que finalmente ocupó después de un discurso de ingreso, leído en verso delante de Alfonso XII, donde acuñó su “exclusivo nombre de poeta”, lema de una exposición inaugurada hoy en Valladolid.

“¿Qué es lo que me ha valido la honra/ de aceptarme dos veces en la Academia?/ El bagaje del verso que me sigue/ y mi exclusivo nombre de poeta”, dejó dicho en la Academia a los 68 años, más de tres décadas desde su intento fallido, y después de toda una vida azarosa y peripatética que glosa esa exposición.

Una primera edición del Tenorio, cumbre de la lírica moderna, y otra de “Traidor, inconfeso y mártir” (1849), conviven entre las 124 piezas del muestrario inaugurado esta mañana en el Archivo Municipal de Valladolid, dentro del programa conmemorativo del bicentenario del nacimiento José Zorrilla (1817-1893).

La partida de bautismo, el testamento, cartas manuscritas enviadas y recibidas, ediciones originales de su obra y numerosas fotografías figuran en este elenco documental, ordenado cronológicamente con el hilo conductor del discurso de ingreso en la Academia, “que nos permiten entender su personalidad”, ha explicado el director del Archivo Municipal, Eduardo Pedruelo.

Estudió en Madrid, fue apartado de la Universidad de Valladolid por crítico y sedicioso, viajó a México, residió en la capital de España, visitó en varias estancias Londres y París, y regresó a su patria para ser coronado como poeta nacional en Granada en 1889, cuatro años antes de su muerte.

Por encima de su personalidad controvertida, objeto de opiniones encontradas al ser tildado de reaccionario al tiempo que portavoz de ideas avanzadas, catalogado de arcaico en su época y a la vez precursor de vanguardias literarias, no quedó duda alguna de la enorme popularidad que alcanzó.

No sólo lo acreditan las dos veces que fue requerido para la Docta Casa (la primera caducó al no presentar el discurso y expirar el plazo), ni tampoco el éxito fulgurante de su Don Juan Tenorio, como tampoco lo testimonia la coronación en Granada como poeta nacional, el multitudinario entierro o los fastos de la ciudad natal que ahora le recuerda, sino principalmente la fusión de su vida y obra en el imaginario popular.

De todo ello da cuenta esta exposición documental que podrá verse en Valladolid hasta el 30 de abril para honrar a este genio del romanticismo español, tanto en su actitud vital como literaria, que se dio a conocer con la lectura de unos versos en el entierro de Mariano José de Larra (1837).

“Todas estas piezas nos permiten hoy mantener viva la memoria de uno de los mayores creadores del romanticismo español” a los dos siglos de su nacimiento, ha analizado el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, durante la apertura de “Mi exclusivo nombre de poeta”.

Ni prebendas, sinecuras, regalías o poltronas, políticas y sociales admitió nunca José Zorrilla, quien sacrificó su vida personal y familiar en pos de una única meta, la de ser reconocido o consagrado como poeta, según reza el lema de este recorrido por sus logros y obsesiones.

Asistió a su coronación en Granada, pero no pudo leer la portada que días después de su muerte le dedicó “El Magisterio Español” (subtitulado como Periódico de Instrucción Pública), y que el visitante puede leer casi al final de esta inmersión en otra época.

Esta publicación despidió a Zorrilla como “el insigne vate español, el cantor de la patria, el mágico evocador de nuestras glorias y de nuestras tradiciones, el gran predilecto de las musas que, traspasando los umbrales de la vida, ha entrado en el templo de la inmortalidad”.

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