La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Jon Mikel Euba, artista plástico: “Los museos tienen necesidad de espectáculo, como las iglesias”

Ángeles Oliva

0

El artista Jon Mikel Euba (Amorebieta, 1967) ha adaptado una cita de David Foster Wallace para titular su exposición en el Centro de Arte Dos de Mayo, en Móstoles (Madrid): “De niño me contaron que el sistema que se utilizaba antiguamente para crear caminos transitables en una ladera consistía en cargar un burro con mucho peso y soltarlo en dirección a la cumbre. El burro, un animal que economiza de manera extrema la energía invertida, siempre describirá pendientes lo más horizontales posibles, que en zigzag le llevarán a la cumbre invirtiendo el mínimo esfuerzo en relación a la carga soportada”. Euba aplica esa idea a la exposición, que ha llamado Animales que aguantan el peso de cargas misteriosas en entornos creados por fuerzas en oposición, para referirse a las fuerzas encontradas que tiene el edificio del CA2M donde expone.

Jon Mikel Euba se expresa a través del dibujo, la escultura, la performance, el vídeo o la fotografía. Sus obras forman parte de las colecciones del Museo Reina Sofía, el MACBA de Barcelona, el MUSAC de León, el MUDAM de Luxemburgo o el FRAC Poitou-Charentes de Francia. El director del CA2M, Manuel Segade, le había propuesto exponer hace años, y Euba siempre decía que no, por las dificultades del edificio. “Este museo, al igual que todos los museos hechos desde hace 15 o 20 años, tiene una necesidad de espectáculo, como las iglesias; hay un conflicto particularmente angustioso en ellos, y es que generalmente necesitan tener una sobrerrepresentación como edificios. Este es un ejemplo de lo peor, porque tiene una fachada gigante que da al Este para no ver nada, solamente para significarse. Y esa fachada es un cristal, con lo cual tú ahí no puedes ni colgar ni exponer, no existe como espacio expositivo”, explica.

“Pero encima, el edificio se construyó dejando en el interior una casona antigua que había antes aquí, y todas las plantas eran abiertas hacia el centro, como miradores a los que asomarse. Es decir, que la idea del proyecto arquitectónico es un cuerpo absolutamente inhabilitado para la producción o la exhibición de arte”, añade. Y explica cómo hay una dificultad añadida y es que los museos, que en otra época estaban pensados para detenerse y observar las obras, en los últimos tiempos están diseñados para caminar por ellos, y eso les da demasiada velocidad. “Esto les pasa a muchos museos, como el MACBA, el Guggenheim o el MUSAC, que el arquitecto o arquitecta piensa que la experiencia museística es caminar por el edificio y ver la ciudad a través de él. Los recorridos están hechos para pasear, para el movimiento, y no para la contemplación, y eso ya en sí mismo es un problema”, sostiene.

El museo como edificio o como institución

Los museos contemporáneos tienen que enfrentarse a esas limitaciones arquitectónicas para poder exponer la obra de los artistas y, en muchas ocasiones, eso pasa por hacer cambios en los edificios. En el caso del CA2M, ha supuesto tabicar porque necesitaba paredes, y derruir la casona original que se había mantenido en el interior. Para Jon Mike Euba, esto produce una tensión que se nota al visitar el museo. “Al entrar percibimos de inmediato una incomodidad producto de tensiones generadas por fuerzas ocultas en oposición que actúan en el espacio. Por un lado, operan las fuerzas provenientes del proyecto arquitectónico original. Por otro, las reactivas de la institución artística que, en un intento por corregir el planteamiento arquitectónico, adecuándolo a sus usos y en su afán por crear espacio expositivo, trata de solventar sus deficiencias produciendo cerramientos masivos de cada una de las plantas, creando extraños espacios residuales”, cuenta Euba.

Por esas complejidades del espacio no quiso exponer Euba durante años en el CA2M, y ahora ha partido de esas mismas tensiones para trabajar en él. Llegó hace meses y se reunió con todos los departamentos del museo: educación, administración o economía y les habló de su propuesta, en la que analiza cómo poder sobrevivir entre esas fuerzas opuestas. “Cuanto más tabiques, más generas espacios residuales, que ya eran defectuosos de inicio. En este edificio no hay ningún ángulo de noventa grados, es una locura para cualquier cosa. El Centro tiene un proyecto para paliar eso que se llama acupuntura, donde llevan años tratando de solventarlo poco a poco. Lo que pasa es que yo creo que aquí más que acupuntura hace falta osteopatía”, dice Euba entre risas. Lo que él ha aportado es una propuesta “colaboracionista” en la cual va a estar “del lado de la institución” y va a “cerrar todo lo que todavía no se han atrevido a cerrar”, explica.

Piezas para intensificar o ralentizar las fuerzas del edificio

En el recorrido por la exposición con elDiario.es, Jon Mikel Euba va explicando las intervenciones en las salas y recalca que la muestra va dirigida directamente al cuerpo, que todos los objetos, ya sean planos o tridimensionales, tienen medidas en relación a un cuerpo, y todos los elementos expuestos articulan las problemáticas del edificio. Por un lado, están lo que él ha llamado “Intensificadores”, que señalan puntos del edificio cerrados que se abrirían incrustando en ellas una especie de gateras a escala humana que llama “personeras” y permitirían atravesarlo físicamente. Aunque al principio quería hacer un montón de perforaciones en el muro, al final solo lo ha hecho en una pieza, y en el resto ha situado maquetas de lo que se podría hacer, o patrones basándose en los patrones de moda, de papel o de aluminio.

Por otro lado, en las paredes hay piezas de papel con perforaciones que tienen que ver con las medidas del cuerpo. Y acopladas en distintos ángulos de salas y pilares están lo que Euba ha llamado “ralentizadores”. “Son piezas escultóricas que son dispositivos que quieren limitar o ralentizan los flujos de energía o los canalizan, como cuando en Japón hacen feng shui y en una esquina meten un elemento curvo”, describe el artista.

Además de estos objetos, hay una serie de vídeos que interactúan con las obras. En ellos aparecen muchos cuerpos, tanto humanos como animales. “Las proyecciones tienen que ver con toda la construcción imaginaria que me ha llevado a hacer las esculturas, de manera que tú puedes ver lo que he hecho, pero también casi el proceso de cómo las he pensado hasta que las ves hechas. Si una exposición fuera un restaurante, esto va a parecer más una cocina, pero no porque vas a ver algo sin hacerse, sino porque podrías hacer todo el recorrido, desde el producto hasta la elaboración y el plato”, cuenta.

Ya no importa pintar mal, importa no parecer estúpidos

Hace 10 años Jon Mikel Euba hizo una performance en la que invitaba a la gente a que se tumbara y escuchara una serie de preguntas sobre la práctica de la escritura y las cosas que uno se autoimpone para escribir: si les gustaba estar sentadas o caminar después de escribir, por ejemplo. Realizó la performance en muchos lugares y en todos ellos, la gente salía sorprendida por haber entendido las claves sobre su propia escritura. Esto dio lugar a una pieza que Euba ya ha presentado en Viena y en Bilbao, y que está en el origen de la exposición en el CA2M. Observó que cuando las preguntas apelaban a la razón, la persona se perdía en querer contestar de manera inteligente pero sí, en cambio, hacía preguntas desde la emoción, la cosa cambiaba. “Si yo pregunto ¿qué te da más miedo, escribir mal o pensar mal?, es una pregunta que va a la razón, y hace que te despistes, que te puedas confundir y perder el tiempo. En mi experiencia como profesor, veo que a mis alumnas y alumnos no les importa pintar mal, o escribir mal, ese es un concepto que ya no existe, solo tienen miedo de parecer estúpidos. La mayor debilidad es que la gente quiere siempre aparentar ser inteligente. Pero si te pregunto ”¿qué te da más vergüenza?“, eso no va al cerebro, va directo a la emoción. Con ella asumo que tienes vergüenza, atravieso tu espacio íntimo y entonces te puede venir la respuesta”, explica.

Muchas de las esculturas que forman parte de la exposición provienen de esas performances. “Son esculturas que yo diseñé para que la gente se tumbara en esa performance sobre ellas, o al lado de ellas, o dentro de ellas. Así que creo que se nota que además de ser una exposición, podría pasar algo ahí, hay una idea de acción muy fuerte, sobre todo en los objetos como están expuestos”, afirma el artista, que está dispuesto a realizar la performance en el CA2M y entonces hacer que la gente se tumbe dentro, encima o debajo de las piezas.

Jon Mikel Euba cuenta que su exposición no es un lugar de representación, sino de producción. Por eso en las salas se han quedado los materiales de embalaje, las cajas que han transportado las esculturas, o los elementos de construcción. “En realidad, a mí no me interesa hacer una exposición, me gusta que se produzca una exposición. La diferencia es que yo no vengo con una cosa hecha que luego decido dónde la voy a colocar, sino que aquí traigo piezas separadas que ensamblo en función de por dónde entra la luz; casi todo lo que se ve está hecho en el lugar”, explica Euba, que vuelve a recurrir a la comparación animal con la imagen de un tipo de araña que, al no tener estómago, paraliza con veneno a sus presas y les inyecta jugos que producen una digestión externa del animal para después ir sorbiendo la papilla resultante. “Lo más importante para mí era no hacer una exposición de salitas, sino que fuera un proyecto muy grande, como un cuerpo muy grande, que tenga diferentes estómagos. Esta exposición es el resultado de una larga digestión a la vista de todos”, concluye el artista.