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Enamorados y letales: el síndrome de Bonnie & Clyde

Bonnie y Clyde, amantes letales

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Lo llaman Síndrome de Bonnie & Clyde pero la palabra técnica es hibristofilia, la dudosa habilidad de sentirse eróticamente motivado por una pareja que comete fechorías contra el prójimo. La etiqueta es útil para explicar a las groupies de los asesinos en serie y las parejas que secuestran, matan y torturan como parte de su ritual amoroso, gente como Karla Homolka y Paul Bernardo, como Raymond Fernandez y Martha Beck. Aunque se trata de una parafilia socialmente inaceptable, podría decir que afecta a un amplio sector de la cultura popular. Sobre todo desde que Faye Dunaway se puso una boina y salió a robar bancos con Warren Beatty en el primer título de una saga sangrienta que acaba con uno de los estrenos de este fin de semana, En un lugar sin ley.

Estas son las cinco parejas más representatrivas de nuestra parafilia colectiva y letal.

Bonnie & Clyde (1967)

Bonnie & ClydeHey boy, le dice ella con su característica voz rasposa, vestida sólo con sudor seco y aburrimiento de pueblo pequeño, cuando le pilla intentando robar el coche de su señora madre. Una cosa lleva a la otra y, desde el primer beso a la sangrienta encerrona final, Arthur Penn narra la ascensión y caída de estos dos renegados en la única película que pertenece tanto al sueño americano como a la Nouvelle Vague. Irresistible no le cubre ni los dedos de los pies a una de las cintas más glamourosas de todos los tiempos. Ni el pegajoso homenaje que le dedican Serge Gainsbourg y Brigitte Bardot está a la altura del brillante original.

En la película, su aventuras hacen soñar a la América de la Gran Depresión, que sublima su frustración y deseo de venganza a través de la fotogénica banda letal. Su estilo, sobre todo el de Faye Dunaway, con su boina, su falda de tubo y su perfecto rostro de esfinge y su carisma salvaje, cautivó a los espectadores de los 60, un público que soñaba el sueño dorado de Joan Didion, un país “donde la interpretación literal del Génesis se ha convertido subrepticiamente en la interpretación literal de la Doble Indemnización, el país del rubio de bote y los Capris y las chicas para las que todo lo que la vida promete se reduce a un vestido de boda blanco hasta los pies y el nacimiento de una Kimberly o una Sherry o una Debbi y un divorcio en Tijuana y un billete de vuelta a la escuela de peluquería.”

Malas Tierras (Badlands, 1973)

Malas TierrasBadlandsEl trailer dice que “el tenía 25 años y se peinaba como James Dean. Ella tenía 15 años, estudiaba música y entrenaba con un bastón”. Los verdaderos Charlie Starkweather y Caril Ann Fugate tenían 18 y 13 años y dejaron 11 cadáveres en su paso por Nebraska y Wyoming antes de que los separaran, incluyendo toda la familia de ella, que no aprobaba su relación. En la obra maestra de Terrence Malick son el reverso de los carismáticos Bonnie y Clyde: un patán ignorante con delirios de grandeza que imita patéticamente a James Dean y una idiota infantiloide que narra la acción como si fuera una novela rosa. Sus momentos más tiernos tienen lugar en el monte, donde se construyen una casa en un árbol y la rodean de trampas para protegerse del mundo exterior. Charlie Starkweather probó la silla eléctrica antes de cumplir los 20.

The Honeymoon Killers (1969)

The Honeymoon KillersLa película favorita de Francois Truffaut recrea la peligrosa alianza de Raymond Fernandez y Martha Beck, bautizados como “los amantes de la Luna de Miel” porque su pasatiempo favorito era hacerse pasar por hermanos (cuando estaban casados) y seducir a mujeres solitarias para proponerles matrimonio y robarles los ahorros.

La película sugiere que fueron los celos furiosos de Martha y no una tendencia natural al asesinato lo que acabó con más de 20 mujeres y sus huesos en la silla eléctrica. Otras películas sobre la macabra pareja incluyen la idealizada Lonely Hearts (2006) con Jared Leto y Salma Hayek, y Profundo Carmesí (1996), del director de culto Darío Argento.

Asesinos natos (Natural Born Killers, 1994)

Asesinos natosNatural Born KillersOliver Stone también se dejó seducir por Starkweather y Fugate, con resultados bien diferentes y una ambientación más cercana a Marshall McLuhan que a la América profunda. Escrita originalmente por Tarantino, quiere ser prima de La hoguera de las vanidades y denunciar precisamente la pasión colectiva que Norteamérica profesa a los perpetradores de violencia, una hibristofilia alimentada por los programas de variedades y los buscavidas de la prensa.

Lejos de ser carismáticos, sus protagonistas son más brutos que retorcidos y están más borrachos de fama que de sangre. Tarantino pidió ser retirado de los créditos porque “Oliver Stone había edulcorado su guión”. Aunque en aquel momento escandalizó por sus dosis de violencia y cinismo, es fácil entender su problema cuando se compara con la infinitamente superior Amor a quemarropa (True Romance, 1993)Amor a quemarropa, una road movie enloquecida y maravillosa donde las escenas de mayor violencia -como la “conversación” entre el perfecto malvado Christopher Walken y la cara de Dennis Hopper o el encuentro entre Patricia Arquette y James Gandolfini- se recuerdan por su cómica inteligencia y energía por encima de los mamporrazos.

Escuela de jovenes asesinos (Heathers, 1988)

Escuela de jovenes asesinosHeathersAunque ya aprovechamos el aniversario para contar todo lo que hace falta saber sobre la mejor película teen de todos los tiempos, la lista no estaría completa sin incluir a Winona Ryder (una Verónica entre las Heathers) y su amante Christian Slater, un guapo y carismático rebelde sin causa que resulta tener una cierta habilidad para el crimen. David Breskin, periodista de Rolling Stone, aseguró que la película se había inspirado en su reportaje Chicos en la oscuridad, sobre un caso de violencia escolar que se va muy de madre. En este caso, el deslumbramiento inicial queda finalmente superado por lo cansado y trabajoso que es salir con un psicópata adolescente, lleno de hormonas e ideas macabras, y es ella la que acaba con sus fechorías, sin esperar a que venga la policía y lo fría sin contemplación.

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