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“Nuestras madres”, un ejemplo de integración y un mensaje a los nacionalismos

El director César Díaz y la actriz Emma Dib posan este domingo durante una entrevista concedida a Efe en el marco de la 67 edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde presentan su película "Nuestras madres" en la sección Horizontes Latinos del certamen.

EFE

San Sebastián —

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Una historia sobre los 45.000 desaparecidos en el conflicto interno de Guatemala. Eso es lo que ha hecho César Díaz en “Nuestras madres”, una película que representará a Bélgica en los Óscar y que lanza un mensaje fuerte “en un momento en el que los nacionalismos está creciendo en Europa”.

Porque Díaz (Guatemala, 1978) vivió 20 años en Bélgica y escribió la película en francés para dar voz a esos desaparecidos, a los 200.000 asesinados y las 250.000 víctimas de una guerra que se extendió entre 1960 y 1996, explica a Efe en una entrevista en el Festival de San Sebastián, donde su filme compite en la sección Horizontes Latinos.

“El hecho de que esta película represente a Bélgica -porque la producción es belga- es lanzar un mensaje de que hay ciudadanos que tal vez no nacieron en Bélgica, pero que siguen siendo ciudadanos europeos, de esta ciudad, de este país, que tienen sus propias valijas y sus propios pasados”.

Para Díaz “la integración de la inmigración no puede partir simplemente por borrar la identidad personal para fundirse en la identidad colectiva”, un “mensaje muy fuerte” para unas sociedades europeas que están cambiando con la llegada de muchas personas de otros países que se integran pero que no se olvidan de lo que son.

“El mensaje que lanza Bélgica poniendo a 'Nuestras madres' como la película que los representa es también decir que hay un lenguaje cinematográfico universal pero también un lenguaje que tiene que ver con los valores, con el respeto a los derechos humanos, con la búsqueda de justicia”, explica el realizador.

Un Díaz emocionado y feliz por la trayectoria que ha tenido una película con tintes autobiográficos, que empezó a preparar hace cinco años y que se llevó en el Festival de Cannes la Cámara de Oro a la mejor ópera prima.

Ahora espera con nervios la reacción del público español porque para él es muy importante cómo se recibe su película en un contexto hispanoamericano, donde se entiende mejor un problema que no solo ha afectado a Guatemala. También a España, Perú, Argentina, México o Chile, cita el cineasta.

“Hay algo muy profundo que nos une”, reconoce Díaz, para quien es esencial que la película se escuche y se entienda en Latinoamérica y, sobre todo, en su país, donde espera que sirva para “abrir el tema, ponerlo sobre la mesa e iniciar un diálogo”.

Un debate a partir de la historia que cuenta el filme, la de Ernesto (Armando Espitia), un antropólogo forense que se dedica a determinar la identidad de los huesos que se van sacando de las fosas comunes del conflicto. Y que, a la vez, trata de buscar los restos de su padre desaparecido mientras su madre, Cristina (Emma Dib), carga con un duro pasado.

“Pertenezco a una generación marcada por la guerra, tenemos que exorcizar esto para poder hacer otro tipo de cine”, reconoce Díaz, para quien “Nuestras madres” es una forma de reconciliarse con su país, con la historia y consigo mismo.

Y cree que es crucial que su película salga en este momento en Guatemala, donde está a punto de aprobarse una ley de amnistía que sacará de las cárceles a muchos de los responsables de las masacres de la guerra. “Los responsables van a morir y hay que buscar justicia antes porque mucha gente se va a llevar los secretos a la tumba y nunca encontraremos a los desaparecidos”, agrega.

“Es muy, muy peligroso, porque no hay una voluntad muy clara del Estado de hacer justicia”, se lamenta.

Eso es lo que subyace en “Nuestras madres”, la necesidad de justicia, la que busca Ernesto en una historia contada con delicadeza, profundidad y mucha dignidad, como resalta a Efe Dib, una actriz mexicana que se ha sentido muy identificada con un problema universal, que no se limita a Guatemala.

“La película revela lo peor del ser humano y también lo mejor, la solidaridad entre las personas ante una situación que se desarrolla en Guatemala pero que podría ser México”, reflexiona la actriz, curtida en el teatro y en las historias de denuncia.

“El cine, el teatro, las artes en general tienen la obligación, el deber, de dar voz” a problemas como el que narra “Nuestras madres” para que no caigan en el olvido.

Alicia García de Francisco

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