“Les vamos [a los internos] a enseñar a huir de un caimán si escapan de la prisión: no corráis en línea recta, sino en zigzag. ¿Y saben qué? Sus posibilidades aumentan un 1%”. Así explicaba Donald Trump, dibujando un movimiento serpenteante con sus manos, el significado de 'Alligator Alcatraz', la nueva cárcel para migrantes creada por su administración en un inhóspito paraje de los Everglades, en Florida, que también evoca la dura prisión de la bahía de San Francisco que Trump dijo que quería reabrir: el mensaje directo e indirecto va destinado a sembrar el pánico.
La Administración Trump está en una carrera para aumentar las detenciones de migrantes hasta las 100.000, y cumplir con sus promesas de “deportaciones masivas” de personas, que el propio presidente cifra en 21 millones los que se encuentran en situación irregular.
El presidente ha viajado este martes para inaugurar el centro, junto con el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, y la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem.
“Tenemos muchos guardias y policías, pero en forma de caimanes”, ha dicho Trump al llegar al centro de detención.
'Alligator Alcatraz' está a unos 72 kilómetros al oeste del centro de Miami, y está rodeada de pantanos llenos de mosquitos, pitones y caimanes. El coste de la instalación se calcula en 450 millones de dólares anuales. Según informa Associated Press, los gastos correrán a cargo de Florida y serán reembolsados por la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA), entidad en principio destinada a responder ante inundaciones, tornados y terremotos.
La instalación, que podría albergar a 5.000 detenidos, es clave para la agenda de deportaciones masivas de Trump, que ha llevado las detenciones a un récord histórico, con un total de más de 56.000 inmigrantes en junio, la mayor cantidad desde 2019. La instalación tiene como objetivo ayudar a la administración Trump a alcanzar su objetivo de multiplicar sus 41.000 camas actuales para la detención de migrantes, a al menos 100.000.
Las autoridades de Florida han construido el centro en un terreno utilizando poderes de emergencia, en virtud de una orden ejecutiva emitida hace años por DeSantis durante la administración del entonces presidente Joe Biden para responder a lo que el gobernador consideró una crisis causada por la migración irregular. Con ese atajo, DeSantis ha acelerado el proyecto, eludiendo leyes y regulaciones en lo que los críticos han calificado de abuso de poder.
Líderes indígenas de la región consideran la construcción como una intrusión en sus territorios sagrados, mientras otros han expresado su preocupación por los derechos humanos y condenan alojamiento inhumano de los migrantes, a lo que se añade la preocupación por el impacto ambiental.