La frontera que separa Finlandia y Rusia por encima del círculo polar ártico era antes una larga línea invisible, rodeada por lagos y el espeso bosque boreal. En este escenario ahora se levanta una imponente valla de tres metros y medio, coronada por un alambre de espino de un metro y equipada con cámaras y sensores de movimiento. La valla también sigue bajo tierra, “con una profundidad suficiente para que nada ni nadie pueda cruzarla por debajo”, asegura el mayor de la Guardia Fronteriza Finlandesa, Jani Brännare.
El oficial se encarga diariamente de patrullar la frontera más extensa que un país de la OTAN comparte con Rusia: “En cuanto a nuestra seguridad, nos tenemos que preocupar más por los lobos y los osos que por los rusos”, puntualiza Brännare. Otro riesgo son también las condiciones climáticas rigurosas del norte de Finlandia, donde la temperatura, a mediados de noviembre, cae hasta los 22 grados bajo cero.
En este punto de Laponia, alejado de todo, el Gobierno de Finlandia ha finalizado la construcción de un nuevo tramo de la valla que está levantando en su frontera oriental. La barrera cubrirá aproximadamente 200 kilómetros de los 1.340 de frontera, con un coste total de 362 millones de euros. Esto significa que cada kilómetro de la valla fortificada cuesta una media de 1,8 millones de euros.
El proyecto de construcción de la valla empezó en el año 2023 tras el ingreso de Finlandia en la OTAN, siguiendo el ejemplo de otros países aliados, como Polonia y los Estados Bálticos. Sin embargo, las autoridades finlandesas explican que el objetivo de construir esta barrera no es prevenir una invasión militar en el flanco norte de la Alianza Atlántica, sino desalentar la llegada de personas migrantes a los puestos fronterizos del este del país.
Táctica de “guerra híbrida”
Desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, el Gobierno de Finlandia tomó la decisión de cerrar de manera indefinida su frontera con Rusia, acusando al Kremlin de dirigir a solicitantes de asilo a Finlandia como táctica de lo que la OTAN denomina como “guerra híbrida”. Esto ocurrió en otoño de 2023, cuando migrantes mayoritariamente procedentes de Oriente Medio empezaron a llegar a los puestos fronterizos del sur de Finlandia para pedir asilo. Helsinki reaccionó cerrando los puestos más próximos a la capital, lo que provocó que las llegadas irregulares se trasladara a los puntos de control de Laponia, como el de Salla y Raja-Jooseppi, donde ahora se ha completado un tramo de la valla.
Durante el año 2023, en pocos meses se registró un total de 1.282 peticiones de asilo en los controles de la frontera oriental, cuando en años anteriores las llegadas de migrantes raramente se producían y la cifra no llegaba a la decena. La afluencia masiva de personas en puestos de frontera remotos causó un colapso que el Gobierno finlandés vio como una amenaza alentada por Rusia con el objetivo de desestabilizar el país.
Pero desde que el Gobierno empezó a construir la valla, el flujo de llegadas irregulares se ha frenado del todo y, en 2025, no se ha registrado ninguna llegada en la frontera.
“Durante el último año no hemos detectado ningún cruce ilegal en Laponia, por lo que diría que el ambiente aquí es de calma, mientras que la situación a lo largo de la frontera es de tensión”, dice el teniente coronel de la Guardia Fronteriza, Mikko Kauppila. “Trabajamos en un contexto inestable y difícil de predecir, por lo que somos conscientes de que no sabemos qué nos deparará el futuro, pero Finlandia está bien preparada”, subrayaba el coronel.
La Guardia de Frontera Finlandesa asegura que mantiene vigilados los movimientos y las maniobras de Moscú en el otro lado de la valla. Y tiene motivos para hacerlo: según informaciones publicadas el pasado mes de mayo por el New York Times, en los últimos meses Rusia ha reforzado sus capacidades militares en varios puntos próximos a la frontera con el país nórdico. Por ejemplo, a apenas 50 kilómetros al este del puesto de control de Salla donde estuvo elDiario.es, imágenes por satélite publicadas por la cadena Yle revelaron que el Ejército ruso ha construido nuevos hangares en la base militar de la ciudad rusa de Alakurtti, donde Moscú mantiene una brigada ártica motorizada. Aun así, el Gobierno de Finlandia ha reiterado, desde que empezó el conflicto en Ucrania, que no existe una amenaza militar directa contra ellos, mientras que desde Defensa han centrado los esfuerzos en protegerse de las amenazas de ataques híbridos y en el rearme de las fuerzas armadas.
Devoluciones sumarias
Uno de los aspectos que ha causado más polémica de la construcción de la valla no es la fortificación y militarización de la frontera en sí, sino la legislación aprobada por el Parlamento de Finlandia que da poderes a la Guardia de Frontera para impedir de manera forzosa que solicitantes de asilo entren por la frontera oriental.
“Esta ley socava gravemente el acceso al asilo y la protección contra la devolución en Finlandia. Corre el riesgo de que sirva como luz verde para la violencia y las devoluciones en la frontera”, denunció entonces el director de la Oficina de Instituciones Europeas de Amnistía Internacional, Eve Geddie. La organización recuerda que “la práctica ilegal de devoluciones sumarias y violentas en frontera cada vez se usan más en diferentes países europeos para impedir la llegada a sus fronteras de gente que necesita protección”.
“Tenemos normas jurídicas europeas e internacionales por una razón: el principio de no devolución debe respetarse siempre y las denuncias de violaciones graves de los derechos humanos tras el retorno deben ser objeto de un examen riguroso, independientemente de cómo hayan llegado las personas al territorio”, añadió Geddie.
La perspectiva de esta legislación —que aún no se ha llegado a aplicar en la práctica— es radicalmente diferente desde la Guardia Fronteriza. Para Antti Virta, subcomandante de la unidad, la ley es una herramienta necesaria para las autoridades fronterizas si la inmigración “instrumentalizada” comienza a reaparecer, como ocurrió en otoño de 2023: “De hecho, es la única manera de preparar y controlar la situación si se reactiva la inmigración a gran escala en la frontera oriental. Desde la perspectiva de nuestras competencias, es muy positivo que la ley siga vigente”, declaró a Yle.
Para la investigadora y analista finlandesa del Center for European Policy Analysis (CEPA), Minna Ålander, ese es un ejemplo que, “quizá los países que no tienen frontera con Rusia no entienden, pero Rusia crea este tipo de dilemas”, dice la experta. Por un lado, asegura Ålander, provoca situaciones complejas “cuando miles de personas cruzan la frontera a diario, desbordando a las autoridades finlandesas y generando múltiples riesgos”. Por otro lado, la experta afirma que esta situación “obligó a Finlandia a crear una ley que contradice el derecho internacional”. En ese dilema, “Rusia crea confrontación e incertidumbre; es una situación muy difícil”, asegura.
“La amenaza de la migración instrumentalizada en la frontera oriental de Finlandia sigue siendo elevada y difícil de predecir”, decía en abril la ministra de Interior, Mari Rantanen, del partido ultraderechista Finns, cuando presentó la prórroga de la polémica ley. “La situación en la frontera es tensa, pero estable. Sin embargo, debemos prepararnos para la posibilidad de que la situación cambie rápida y gravemente”.
Una barrera natural y de drones
Otros incidentes que se han producido más al sur de la frontera ocurrieron en el mes de junio, cuando las autoridades arrestaron a un hombre que cruzó ilegalmente la línea por el punto de Karelia del Norte. Según medios locales, el hombre era un desertor del grupo mercenario Wagner. Más allá de este episodio, también se ha detectado a turistas perdidos de excursión que han terminado en la zona restringida de la frontera, pero nada más serio.
Para vigilar la frontera, la Guardia Finlandesa patrulla con vehículos, motos de nieve y también se apoya en la vigilancia que pueden brindar los pastores de renos locales y en el uso de drones. La vigilancia aérea con drones ha tomado aún más relevancia tras la iniciativa de la Unión Europea de construir un “muro de drones” tras los incidentes ocurridos en Polonia y los avistamientos en aeropuertos de Dinamarca y Alemania.
Pero más allá de la vigilancia aérea, la Guardia de Frontera en Laponia asegura que el terreno agreste e inaccesible de la región, plagado de zonas pantanosas, actúa también como barrera geográfica natural en la frontera: “La naturaleza juega a nuestro favor y limita mucho las posibilidades de que una persona pueda moverse por la frontera”, explica el comandante Kauppila.
“Las condiciones son duras, las patrullas pueden durar entre cinco y seis días, en los que, a pesar del frío, dormimos en refugios, pero estamos preparados para eso”, comenta uno de los guardias fronterizos, Ville Tervonen.