Deutsche Bank afronta un escándalo por la venta indebida de productos complejos a empresas españolas

Diego Larrouy

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'Project Teal'. Bajo este nombre se conoce dentro del banco alemán Deutsche Bank la investigación abierta internamente para conocer los detalles de las ventas de productos derivados complejos a empresas españolas, presuntamente esquivando las normas para la comercialización de estos productos. El caso se abrió en enero y el banco ha tenido que ampliar las averiguaciones más allá de lo inicialmente previsto y se están analizando más de medio centenar de operaciones con empresas en España y Portugal.

La investigación se abrió en enero y ya le ha costado el cargo a dos directivos de la entidad alemana, según han ido informando Financial Times y Bloomberg. Aunque inicialmente se trataba de un tema más acotado tras haberse conocido el caso de la empresa de bebidas J- García-Carrión (Don Simón), la entidad ha tenido que abrir el foco y ya estaría analizando las ventas que algunos de sus trabajadores hicieron a entre 50 y 100 compañías españolas de productos altamente especulativos y complejos que no estaban diseñado para este tipo de clientes.

A preguntas de elDiario.es, fuentes del banco alemán han confirmado la existencia de esta investigación, si bien “no comenta sobre asuntos específicos”. “Ya hemos manifestado que hay una investigación en curso, y el ámbito de esta investigación sigue siendo adecuado”, añaden las citadas fuentes, que hablan de buscar “la confirmación de los hechos y cualquier posible actividad similar”. “No tenemos la intención de hacer más comentarios hasta que todos los elementos de la investigación se hayan completado”, zanjan.

En concreto, lo que investiga el banco es la comercialización de determinadas operaciones con divisas incumpliendo las normas europeas conocidas como MiFid. Estas reglas obligan a la banca de inversión a segmentar sus productos según el nivel de sofisticación financiera del cliente, siendo distintos si se trata de inversores minoristas, expertos u otras entidades financieras, por ejemplo. De este modo, en este caso los gestores de Deutsche Bank habrían colocado a empresas no especializadas estos productos cuya complejidad superaba con creces su conocimiento. Con estos productos se ofrecía una alternativa para cubrir los posibles riesgos por la exposición a los tipos de cambio en distintos países. Algunas de ellas han cosechado pérdidas millonarias con estas inversiones, aunque por el momento se desconoce cuántas del medio centenar de casos que se investigan han acabado en un impacto negativo para la empresa. Según apuntan fuentes de mercado, las compañías afectadas serían mayoritariamente empresas familiares.

El banco intenta, por tanto, dirimir si sus empleados vendieron indebidamente y a sabiendas estos productos. También si, además de los casos conocidos inicialmente, se trataba de una práctica asentada durante varios años por parte de algunos empleados. Según informó en enero Financial Times, en el centro de estas prácticas, que se habrían prolongado durante varios años y en más mercados, se encontraba un empleado que ya no está en la entidad. Según han ido pasando los meses, el escándalo ha ido ganando tamaño y, según el diario británico, la salida de dos ejecutivos el mes pasado estaría vinculada con este caso. Se trataba de Louise Kitchen, responsable de liquidación de activos, y Jonathan Tinker, director de divisas globales dentro de Deutsche Bank.

La investigación interna, desvelada en el mes de enero, ha sido también informada a los supervisores BaFin y BCE. Aunque entonces se aseguró que las averiguaciones estaban llegando a su final, ha sido en las últimas semanas cuando se ha conocido que el caso es más amplio de lo inicialmente previsto.

La principal afectada, según se conoce hasta la fecha, por estas operaciones es la empresa propietaria de Don Simón. La compañía murciana, de hecho, alcanzó un acuerdo con la entidad alemana con el que se evitaba el juicio por estas prácticas y por la cual J. García-Carrión recibió 10 millones de euros. Las pérdidas para la multinacional española de alimentación habrían sido, sin embargo, sensiblemente superiores.

El caso de J. García Carrión es todavía más complejo, puesto que no se circunscribe únicamente a Deutsche Bank. La empresa, con fuerte presencia en el sector vitivinícola, tiene abiertos otros dos procesos con grandes bancos de inversión por productos similares que le habrían provocado pérdidas millonarias. Una de ellas es Goldman Sachs. La compañía murciana ha abierto con el banco norteamericano una vía judicial en Reino Unido donde le acusa de venderle “derivados especulativos no relacionados con su negocio, con oscuras tarifas implícitas y sin tener en cuenta la regulación pertinente”.

El otro banco frente al que ha iniciado una reclamación la compañía es con el francés BNP Paribas. La empresa española analizó las operaciones que realizó el banco galo y concluyó que le habría provocado 75 millones de euros de pérdidas durante cinco años, entre 2015 y 2020.

Volviendo al caso de Deutsche Bank, la otra damnificada que se conoce hasta la fecha de las posibles prácticas irregulares por parte de trabajadores del banco alemán es el grupo hotelero Palladium. La compañía balear, propiedad del exministro del PP Abel Matutes y su familia, confirma a este medio que se encuentra en una “situación similar” a la del grupo de bebidas y alimentación. Si bien, no ha trascendido cuál es el daño sufrido por la hotelera. Palladium apunta que actualmente se encuentra en una situación “prejudicial” en Londres. Esta vía administrativa abierta podría desembocar en un acuerdo como el que obtuvo García Carrión con el banco alemán.

Un historial complicado

El escándalo de la venta de estos productos a empresas españolas afecta al banco alemán tras unos años convulsos en los que se ha visto implicado en distintas prácticas irregulares. Hace tan solo un mes, por ejemplo, reconoció un impacto de 300 millones de euros en sus resultados de este año tras ser condenado por cambiar las comisiones de sus cuentas corrientes en Alemania. Unas semanas antes, el supervisor alemán, BaFin, urgió al banco a realizar un mayor control sobre operaciones de blanqueo, tres años después de verse inmerso en un escándalo vinculado al Dankse Bank. Ya antes las ventas de productos especulativos vinculados a hipotecas de dudoso cobro o por multas millonarias por manipulación de tipos de interés le salpicó durante la pasada crisis financiera.

Este mismo año fue castigado por la venta de productos financieros complejos a nivel comunitario. En abril, el banco se vio implicado junto con Bank of America, Crédit Suisse y Crédit Agricole en un cartel en el mercado de la emisión de bonos de deuda. La Comisión Europea multó a las entidades con 28 millones de euros, si bien el banco alemán se libró de la sanción económica por haber sido quien reveló la existencia de estas prácticas contra la competencia. En un primer momento fue vetado en la colocación de la primera emisión de deuda de la Comisión Europea para financiar el plan de recuperación tras la pandemia. Semanas más tarde fue indultado y pudo participar en la segunda emisión europea de deuda.