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La sequía arruina las cosechas de la región más pobre de Brasil

La sequía arruina las cosechas de la región más pobre de Brasil
Caruarú (Brasil) —

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El nordeste de Brasil sufre desde comienzos de año una grave sequía que ha arruinado las cosechas, agravado la pobreza de la región más mísera del país y convertido los campos en un paraje desértico y desolador.

Entre marzo y julio el Gobierno decretó el estado de emergencia en 1.187 municipios de la región nordeste, en los viven cerca de 8,3 millones de personas, según datos del Ministerio de Integración Nacional.

La producción agrícola prácticamente se ha evaporado con el sol abrasador en varios estados de la región, que es una de las mayores zonas de cultivo de fríjol, algodón, maíz o ricino.

La cosecha de fríjol, alimento básico en la dieta de los brasileños, cayó un 69,7 por ciento en la presente temporada, de 961.000 toneladas a 290.000, según datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab).

El labrador José da Silva dos Santos mostró a Efe su plantación de 15 hectáreas de fríjol de tipo carioca, el más consumido en Brasil, que estaba literalmente quemada por el sol.

Las hojas y las ramas de las plantas se resquebrajaban en la mano del agricultor, quien explicó que su familia consigue sobrevivir gracias a que el Ejército les envía 7.500 litros de agua cada lunes y viernes.

“Sin esa ayuda, tendríamos que salir de aquí”, afirmó el labrador de 51 años, afincado en Caruarú, una de las mayores ciudades del Agreste de Pernambuco, una estrecha franja de tierra fértil entre la costa y la región árida del interior, donde no ha caído una gota de agua en casi un año.

La tierra de la zona está seca, agrietada y los campos que deberían estar repletos de árboles frutales y plantaciones de maíz o fríjol conforman ahora un paraje yermo, con algunos tallos desperdigados que no levantan más de un palmo del suelo y de los que no se puede extraer fruto o cereal alguno.

La situación más crítica se ha dado en el vecino estado de Paraíba, donde la cosecha se ha reducido un 94,6 por ciento respecto al año pasado, mientras que en Pernambuco, uno de los mayores estados de la región, ha caído un 80,4 por ciento.

El maíz, alimento presente en todos los platos típicos de la culinaria del nordeste, es uno de los productos agrícolas más afectados por la sequía en Pernambuco, donde su producción disminuyó un 87,4 por ciento.

Para evitar la hambruna, el Gobierno ordenó el pasado julio el envío de maíz y, en las últimas semanas, ha elevado el volumen en un 32 por ciento, pasando de 5.000 toneladas semanales a 8.000, según datos del Ministerio de Agricultura.

El Ejecutivo creó la Bolsa Estiaje, un subsidio de 400 reales (unos 200 dólares) dividido en cinco mensualidades, que ha sido distribuido a cerca de un millón de pequeños agricultores.

El plan de combate a la sequía contempla un desembolso de 2.700 millones de reales (unos 1.350 millones de dólares) que también incluye la compra de camiones cisterna, la construcción de albercas, pozos y depósitos de agua.

La agricultora de la región de Caruarú Rita Marín de Freitas dijo a Efe que un concejal de les lleva agua potable en un camión cisterna tres veces por semana, pero la falta de lluvia arruinó completamente la media hectárea de maíz y fríjol que había plantado junto a su casa.

“Hacía mucho sol, no llovía. Algún día hubo neblina, pero no llegaba a mojar la tierra, luego volvía a hacer cuatro o cinco días de sol caliente. Eso, que Dios me perdone, pero duele, porque trabajamos con todo el placer para tener algo y no tenemos nada”, relató.

Freitas explicó que en la región del Agreste el período de estiaje se prolonga normalmente de seis a siete meses, pero esta temporada “ha durado todo el año”.

“No ha habido invierno, no hay ni agua para que los animales beban en los barbechos”, dijo Freitas, que aseguró que la población de la zona está “pasando hambre”.

“Quien tiene una pensión aún tiene alguna cosa para comer. Quien no tiene, está andando de ciudad en ciudad pidiendo ayuda para sobrevivir”, agregó.

La esperanza de la región reside en que la llegada de la temporada de lluvias que difícilmente traerá tan poca precipitación como la que terminó a comienzos de este año.

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