La adicción a las series, ¿puede tener impacto sobre la salud?

Mientras comienzan a acallarse los ecos del final de Juego de tronos, muchos fans todavía debaten los últimos capítulos y analizan la pericia (o no) de los realizadores en el momento de dar un cierre a todas las subtramas planteadas por la narración. Muchos otros, en cambio, ya han volcado su anhelo de ver series -sin duda, la estrella de la industria cultural en los últimos años- en otras producciones.

La mayoría de las veces, esto no es más que una búsqueda de entretenimiento, que -al igual que ver películas- hasta puede tener beneficios. Pero, en ocasiones, estar demasiado enganchado a las series puede tornarse un problema, incluso una patología. El año pasado fue noticia un caso en la India: un hombre de 26 años tuvo que comenzar un tratamiento de rehabilitación debido a su adicción a Netflix. Según datos publicados por el periódico local The Hindu, el hombre, que estaba desempleado, dedicaba más de siete horas por día a mirar producciones audiovisuales en la pantalla, lo cual había empezado a afectar su salud.

La empresa Sky difundió meses atrás los resultados de una encuesta, según la cual siete de cada diez españoles son “adictos” a las series. Un 41% de la muestra afirmaba dedicarles al menos una hora y media por día, y casi un 30% más de dos horas diarias. El informe recogía datos que podrían ser preocupantes: el 66% admitía no poder evitar seguir viendo series aunque sepan que pierden horas de sueño, el 17% que había llegado tarde al trabajo o a sus estudios a causa de las series y el 35 % que había cancelado actividades con familiares o amigos debido a la misma razón.

La adicción a las series existe

Pero ¿cuándo se puede hablar de adicción? Para la psicóloga Ana María Fernández Rodríguez, coordinadora del grupo Psicología y Artes Audiovisuales y Escénicas del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, es importante “diferenciar entre un consumo excesivo, el de alguien que de vez en cuando termina dedicándole a ver series más tiempo del que se había propuesto, y lo que sería verdaderamente una adicción”.

La adicción a las series, no obstante, existe: se trata de una adicción conductual, es decir, no relacionada con ninguna sustancia (como sucede con el alcohol o las drogas), sino a actividades (como sucede con las adicciones a internet, a los videojuegos, al trabajo, al deporte, a las compras, al sexo, etc.). El caso es que “todas las adicciones -explica Fernández- comparten las mismas cuatro características, relacionadas, a nivel cerebral, con una gran liberación de dopamina”. Esas características son:

  • 1. Uso excesivo: en el caso de las series, se pierde la noción del tiempo, capítulo tras capítulo, lo que a veces lleva a saltarse comidas o a perder horas de sueño. “Cuando la serie se acaba, se empieza otra y se sigue hasta terminarla”, apunta Fernández. “En los casos más extremos se realizan verdaderos maratones, ver todos los capítulos de corrido, de principio a fin. Hasta tenemos un nombre para ello: binge-watching”. Según un informe de Netflix, difundido en octubre de 2017, más de ocho millones de usuarios habían terminado de ver una temporada entera menos de 24 horas después de su estreno. Entre 2013 y 2016, de acuerdo con el mismo documento, el número de esa clase de “maratonistas” se había multiplicado por veinte.
  • 2. Abstinencia: al fuerte deseo de ver la serie, que incluye imaginar cómo y cuándo se hará, lo acompañan “sentimientos de ira, tensión, rabia o tristeza si no se puede acceder a la plataforma donde se emite”.
  • 3. Tolerancia: para saciar sus deseos, la persona adicta necesita cada vez más horas de visionado o apuntarse a más plataformas. Es decir, apunta Fernández, “cada vez se invierte más tiempo para producir el grado de satisfacción deseado”.
  • 4. Repercusión negativa en la vida de la persona: además de llegar tarde al trabajo o a clase, esta pérdida de control en relación con las series suele generar discusiones con la pareja o familiares, aislamiento social, problemas de salud (como fatiga o problemas musculares), falta de concentración, modificación del estado de ánimo, etc. 

Hay que tener en cuenta que algunas características del propio formato de las series tienden precisamente a “generar adicción”. Quizás el más evidente lo constituyen los llamados cliffhangers, el recurso de finalizar un capítulo en un pico de tensión narrativa, para estimular la necesidad de dar play al siguiente episodio de inmediato. O ni siquiera eso: muchas plataformas proponen la “reproducción automática”, es decir, al terminar un capítulo empieza el siguiente, a menos que el usuario lo detenga.

Y también está la presión social: existen series que “hay que ver” lo antes posible, en parte para estar siempre al día, en parte para no quedar fuera de conversaciones, tanto en persona como en las redes sociales, en parte para evitar que los odiosos spoilers generen algún disgusto. Todos estos elementos contribuyen con el riesgo de que lo que debiera ser un simple entretenimiento se convierta en un auténtico problema.

Consecuencias de la adicción a las series sobre la salud

Las secuelas de la adicción a las series pueden abarcar varios niveles, puntualiza Ana Fernández, quien además es directora del centro Psicotec Psicología y Salud, con sede en Alcalá de Henares. Debido al sedentarismo, puede propiciar desde falta de sueño y fatiga hasta mala alimentación, sobrepeso y obesidad, dolores musculares y problemas cardíacos. A nivel cognitivo, puede deteriorar la capacidad de atención y concentración y la memoria, además de causar también problemas en la toma de decisiones, con su repercusión en el rendimiento laboral o académico.

En cuanto a lo emocional, esta adicción (al igual que otras) podría ser responsable de insatisfacción personal, ansiedad, sensación de vacío y problemas depresivos. Y en relación con lo social, las consecuencias podrían incluir problemas familiares, rupturas de pareja (las series son uno de los principales “entretenimientos tecnológicos” que conspiran contra las relaciones sexuales) y un verdadero aislamiento.

Bertrand Regader, psicólogo y director de la web Psicología y Mente, añade que “la dependencia relacionada con las series es algo que va mucho más allá de sentarse a mirar una pantalla: tiene que ver con pasar más tiempo pensando en el mundo de esas ficciones que en la realidad cotidiana y las propias responsabilidades”. Si la persona tiene “una predisposición a los trastornos psicóticos”, continúa este especialista, “en casos extremos esto puede ir de la mano con ideas delirantes según las cuales la realidad se mezcla con la ficción de la serie que le obsesiona”.

Sin llegar a complicaciones tan graves, “hay situaciones de riesgo que hacen que determinadas personas sean más vulnerables -apunta Fernández-, como tener problemas generales de autocontrol y conductas impulsivas, o padecer algún trastorno de personalidad o del estado de ánimo o déficits de habilidades sociales”. Estos rasgos favorecen la búsqueda de una satisfacción inmediata, a cambio de abandonar aspectos importantes de la vida “que producirían una satisfacción menos inmediata pero mucho más duradera”, enfatiza la especialista.

Cómo actuar si se detecta (o se sospecha) la adicción

¿Qué hacer en caso de adicción a las series? El primer paso es darse cuenta de que hay algo que no funciona bien. “Alguien que realmente no pueda parar de ver series para satisfacer sus obsesiones no suele ver esto como un problema -señala Regader-, porque para esa persona esto pasa a ser una de las prioridades más importantes”. En este sentido, Fernández detalla que “muchas veces son las familias, parejas o compañeros de piso quienes dan la voz de alarma, ya que advierten que algo va mal mucho antes de que la propia persona interesada lo reconozca”.

Luego, salvo que se trate de una situación grave, la propuesta de los expertos consiste en adoptar una serie de medidas tendientes a “normalizar” la vida de la persona: cuidar las relaciones familiares y amistosas, lo que en términos prácticos significa quedar con otra gente; dedicar tiempo a actividades deportivas y al aire libre; desarrollar tareas que supongan metas personales y sociales de largo plazo.

En lo que se refiere a las series en concreto, una regla efectiva suele ser la de “ponerse un número limitado de capítulos, y cumplirlo”, establece Ana Fernández. Además, “hacerlo solo después de haber cumplido con otras tareas 'obligatorias' o menos apetecibles, pero necesarias”. Desactivar la reproducción automática es un detalle pequeño, pero que puede resultar útil. El objetivo final es el equilibrio: “Cuidar las diversas áreas de la vida para que ninguna tape a las demás: pareja, familia, trabajo o estudios, ocio y cuidado personal”.

Por lo demás, si la situación es más complicada y la sola voluntad de cambio no alcanza para controlarlo, “lo mejor es buscar un psicólogo experto que pueda ayudar a la persona reorganizar su vida lo antes posible”, asegura Fernández, y agrega que “la atención temprana del problema es mucho más rápida y eficaz”. 

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